Julián López ‘El Juli’ y Miguel Ángel Perera salen a hombros de la plaza de toros de Zafra en una tarde en la que Morante de la Puebla borda el toreo en su segundo al que pincha. Alejandro Talavante no tuvo suerte con su lote (GALERÍA GRÁFICA EN EL INTERIOR)
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Antonio Girol.-
La empresa Coso de Badajoz había anunciado para este sábado en Zafra una corrida de las que se denominan monstruo en el argot por lidiarse en ella ocho toros. Y a la finalización de la misma a los que se les puede catalogar con ese adjetivo son a Julián López ‘El Juli’ y Miguel Ángel Perera por su dimensión en el ruedo, pero sobre todo a José Antonio ‘Morante de la Puebla’, que si bien no ha salido en hombro junto a dos de sus tres compañeros, sí que ha dejado una faena monstruosa perfumada del aroma perdurable del toreo de época.
Ocurría tal embeleso en el quinto. Un ejemplar del hierro de Garcigrande al que Morante muy cerrado en tablas saludó enterrando la barbilla en el pecho y meciendo los brazos en un ramillete de verónicas que desataron un estruendo de olés en los tendidos. Tenía el animal cierta brusquedad en las arrancadas como se pudo comprobar en su comportamiento tras pasar por el peto en el intento de quite que llevo a cabo el sevillano por delantales, que no salieron pulcros hasta el punto de verse desarmado en uno de ellos.
Lo que siguió fue un auténtico sainete en banderillas. Mal presagio. Sin embargo, tras brindar a Curro Vázquez con el que hoy ponía punto y final a su relación de apoderamiento, se desató la locura en el inicio de faena por doblones por bajo con la rodilla genuflexa en un conjunto artístico como sacado de una postal en sepia de la tauromaquia imperecedera. Esa misma que Morante representa como ningún otro y que en sus muñecas cobra vida. Como los naturales que ha regalado esta tarde a todos los que nos encontrábamos en el coso segedano. Profundos y sinceros. Sin alharacas. |
Almizclados de exquisita compostura y con la técnica precisa para que encontrasen el eco necesario en el graderío que enardecía de puro gozo.
No tuvo mucho fuelle ‘Calino’, que así se llamaba el cuatreño, y comenzó a escarbar poniéndose reservón. Con buen criterio le cambió de terrenos José Antonio y de esa forma pudo seguir enjaretando naturales con el hándicap de que cada vez el animal tardeaba más en sus embestidas haciendo que existiesen demasiados tiempos muertos. Aun así cada vez que Morante lograba extraerle una tanda ligada, la locura se hacía presente en la plaza, y especialmente en la variedad de remates por bajo, en los molinetes arrebujaos, en los doblones…antesala del final de faena en el que como herencia de otro tiempo deleitó a los presentes con una lección académica de cómo andarle a un toro por la cara de pitón a pitón. Algo que cada vez se ve menos en las tauromaquias modernas. Faena de peso que solo precisaba de una buena estocada para obtener el refrendo de las dos orejas y que sin embargo tuvo como premio una cerrada ovación porque el de La Puebla se atascó con el estoque.
Poco más que la voluntad.-
Su primero fue un animal muy desrazado con el que no pudo estirarse con el capote. Muy voluntarioso en la faena de muleta, a la mínima que el astado vio una vía de escape se fue al abrigo de las tablas. Con mucha suavidad le toreó por el derecho, sin apretarle nada. Dejándole a su aire. Por el izquierdo tenía menos recorrido y punteaba la tela. Lo mató de entera tras pinchazo sin soltar y el público le tributó una ovación en agradecimiento al esfuerzo.
A ‘El Juli’ le correspondieron dos toros de distinto hierro. El primero, de Zalduendo, de bonitas hechuras, al que recibió por verónicas rematadas con una media y quitó por chicuelinas. Mayestático, a pies juntos, sin enmendarse comenzó la faena de muleta provocando una oleada de delirio en los tendidos. Si bien ‘El Juli’ poderoso, ese al que nos tiene acostumbrado, no se vio hasta el sexto. En su primero vimos al otro Julián, al de cabeza privilegiada que sabe sacar de cada uno de sus toros lo que verdaderamente llevan dentro. |
Por eso con este astado estuvo inteligente en una faena donde primó el arrimón al no poder hacer uso de ese toreo de sometimiento por bajo que le caracteriza como seña cada día más propia de su expresión. Abrochó por medio de bernadinas y dejó la espada enterrada un palmo trasera por lo que tuvo que hacer uso del verduguillo. Fue premiado con una oreja.
En toda su extensión.-
En el sexto, segundo de su lote, en este caso ya de la ganadería anunciada en el cartel, sí se pudo ver a Julián en su versión clásica. O sea, mandando y templando como en él es habitual.
Había dado inicio al saludo capotero con una larga cambiada en el tercio. Y con la muleta desdeñó las probaturas para ponerse directamente a torear en redondo. Para luego comenzar a dictar una lección de cómo hacerlo arrastrando los nudillos por la arena de tanto bajar la mano para que ‘Cigarrero’ pretendiese, sin conseguir, coger la franela que acariciaba la arena.
Tanto por uno como por otro pitón fue enjaretando una faena que prendió la mecha en los tendidos hasta alcanzar su cénit con los circulares invertidos. Mató de estoconazo en lo alto y entre gritos de torero, torero le fueron concedidas dos orejas, a la vez que a ‘Cigarrero’ se le premiaba con la vuelta al ruedo.
Tres apéndices también ha paseado por el albero Miguel Ángel Perera, que como en él es habitual termina la temporada en un momento álgido demostrando así que es un torero al que, a diferencia de muchos de sus compañeros, no se encuentra por estas fechas atorado sino más bien, al contrario, fresco de ideas y en gran forma.
Inició la faena de muleta a su primero evocando el recuerdo del maestro Capea, su futuro suegro, que solía usar su pase más genuino: la capeína, para iniciar una serie con la derecha. Hasta en dos ocasiones las ejecutó en esos compases iniciales. Tenía poquísima raza el ejemplar de Garcigrande, el más anovillado del encierro, y se le marchó a tablas en cuanto vio la ocasión. Con un suave tirón lo volvió a sacar a los medios y le supo tapar perfectamente todas las salidas para que siguiese la bamba de su muleta en los ligados redondos que fue recetando. |
Idéntica medicina aplicó por el lado izquierdo y hasta que sobrevino un inoportuno desarme la faena tuvo cierta intensidad a pesar del comportamiento del astado. Mató de entera y le fue concedido un trofeo como premio.
Poderoso.-
Al igual que sus compañeros Juli y Morante, lo mejor de Miguel Ángel ha tenido lugar en la segunda parte del festejo. Quitó al séptimo de lidia ordinaria tras su encuentro con el picador por ajustadas tafalleras seguidas de gaoneras rematadas con una revolera. Brindó al respetable y se quedó en la boca de riego, para impasible, pasarse dos veces el toro por la espalda en su pase más universal.
A continuación comenzaría su cátedra de mando en series ligadas tanto por el derecho como por el izquierdo bajo los acordes de Domingo Ortega, que a buen seguro se habrá sentido orgulloso, allá donde esté, al ver cómo ese poderío que siempre se le reconoció al paleto de Borox ha germinado en este espigado extremeño que hoy ha dictado una ponencia de toreo macizo al natural.
Al final de la faena acortó distancias dándose un arrimón tan propio en su tauromaquia como el pase cambiado por la espalda. Y epilogó por medio de bernadinas en medio de un silencio expectante roto por el clamor de la afición tras cada pase. Puso fin a la vida de ‘Jactancioso’ de una gran estocada y fue premiado con dos orejas, mientras su antagonista era despedido con una ovación cuando las mulas le arrastraban al desolladero.
Tan cerca, tan lejos.-
Qué diferencia del Talavante que se marchaba el pasado año de este mismo ruedo entre aclamaciones tras despachar a siete toros en solitario, y el de esta tarde. Vengo observando en Alejandro desde Mérida para acá cierta apatía que entiendo puede ser producto del cansancio de una temporada muy exigente y quizás más larga de lo debido, si tenemos en cuenta que hizo una extensa campaña americana. Añádase a esto que bien es cierto que hoy no ha tenido buenos colaboradores ni en el de Domingo Herández ni en el de Garcigrande.
A su primero lo saludó por delantales a pies juntos que arrancaron algún olé en el graderío y lo quitó del caballo por verónicas. Animal muy protestón que tiraba un molesto tornillazo en cada embestida y ante el que Alejandro estuvo firme probándolo por uno y otro pitón. Anduvo breve al comprobar que no tenía mimbres suficientes y se fue tras la espada para dejar un bajonazo feo. Fue silenciado en su labor. |
El octavo llevaba las cintas de Garcigrande en el morrillo y no tuvo la clase de alguno de sus otros hermanos. Con el pase de las flores comenzó el tercio de muleta para posteriormente ligar un par de tandas por el derecho. Cambió a la zocata y enjaretó una serie al natural que no terminó de romper a lo grande, como hubiese querido el público para terminar de meterse en la faena. Volvió a matar de manera bastante defectuosa, sin embargo en esta ocasión sí se le ovacionó tras el arrastre de su antagonista.
OPINIÓN.- AL QUITE |
LA BANDA DE PÉREZ
Antonio Girol.-
Seguro que ustedes recuerdan aquella serie de finales de los noventa con Antonio Resines en el papel protagonista que llevaba por título el mismo que este comentario de opinión y que de manera un tanto frívola nos narraba algo tan serio como fue la última guerra civil que conoció nuestro suelo.
Hoy les quiero yo hablar de otra banda, la de la plaza de Zafra. Que si bien interpreta los pasodobles de manera magistral, me quito en sentido figurado mi sombrero ante la ejecución de las piezas, no puedo decir que observen similar actitud a la hora de elegir el repertorio más acorde con los distintos compases del festejo. De lo contrario no se entiende que se opte por una composición como Manolete, posiblemente la pieza más majestuosa, seria y solemne de cuantas se pueden escuchar en una plaza de toros, para interpretarla durante una vuelta al ruedo que es un acto festivo y quizás hasta fútil al ir el torero devolviendo prendas en algunos casos bastante chabacanas. O que en la salida a hombros se ataque con Paquito Chocolatero, que será todo lo alegre que uno quiera pero está totalmente prostituido (y perdonen la manera de señalar) por las fiestas de moros y cristianos.
No quiero con estas letras parecer impertinente sino más bien hacer ver lo endeble que es la línea que demarca lo regio de lo superficial. Siendo una pena que sinfonías tan bien interpretadas se vean empañadas por el poco acierto a la hora de atacar con tal o cual partitura en el momento menos oportuno dando sensación de frivolidad.
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