Si hay algo que fomenta aficionados son tardes como la que hemos vivido en el coso de Pardaleras. Una tarde en la que tres tauromaquias distintas han venido a demostrar que por las venas de la Fiesta fluye sabia buena.
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Antonio J. Pérez.-
La tarde vivida ayer en el coso de Pardaleras, es de esas tardes que fomentan afición. Un festejo lleno de triunfos, de torería, y de buen ganado. Con momentos, en los que el público se divirtió de lo lindo y terminó abandonando la plaza con la sonrisa en la cara y con el buen sabor del triunfo y del disfrute. Ha sido una tarde en la que El Juli y Miguel Ángel Perera han sido triunfadores en cuanto a número de trofeos cortados, tres y dos respectivamente, pero donde también ha habido otros tipos de triunfadores, Alejandro Talavante, por la gran faena que le realizó al tercer ejemplar, y el propio ganadero, Daniel Ruiz, representado en su mayoral sacado a hombros junto a los dos triunfadores del festejo.
Después de la majestuosa faena, que en la tarde de ayer realizase Morante, difícil tesitura albergaba a la terna que hoy se anunciaba, sin embargo estuvieron a la altura e hicieron faenas tan importantes, como la del diestro de La Puebla del Río.
La de Julián López “El Juli”, en el cuarto toro de la tarde, un animal, que nada más coger el torero la muleta, se dio una tremenda costalada, que le dejó aturdido por momentos, sin que ello fuese a mayores como se pudo comprobar en el juego que ha dado, ha sido una faena exigente , en la que Julián hizo un planteamiento magistral, pues en la primera serie, dejó perderle un paso al toro, con objeto de enseñarle la forma de coger su poderosa muleta, a la vez que le daba el tiempo que necesitaba para ahormar su embestida. |
Después de que el propio torero pidiese paciencia al público vinieron seis tandas, de una profundidad, rotundidad, e importancia, en las que enganchándolo delante y llevando el muletazo hasta el final, rompiéndose con él, dibujó pases barriendo la arena con más de la mitad de la bamba de su muleta. Tandas al natural, y tandas en redondo con dos cambios de mano con suavidad y temple, que tuvieron la duración de un muletazo más. Gran faena la realizada por el maestro. Pinchó en todo lo alto para después agarrar una gran estocada, que le sirvió para cortarle las dos orejas.
En el primero de la tarde, un toro manejable aunque flojo, algo parado en el capote, con el que Juli ha sacado ese oficio y temple que tiene por bandera, y ha sabido entenderlo a la perfección, dándole el tiempo que necesitaba para después exprimirlo toreándolo en redondo, y terminar entre los dos pitones del astado, antesala de un estoconazo en todo lo alto que hizo que el toro cayese fulminado, una oreja
Turno de Miguel Ángel Perera, que en su primero, segundo de la tarde, estuvo muy voluntarioso, arriesgado, jugándose el tipo en ciertos momentos, frente a una res que poca casta podía ofrecer, porque carecía de ella, al igual que de fuerzas. Fue una faena seria, firme y ajustada, no entendida por parte del público que no dejaba de protestar la escasez de fuerzas del toro. Ovación y saludos desde el tercio, después de la estocada. Pero en el quinto sí. En este Perera salió a por todas desde el principio, quería levantar su tarde y picado en su amor propio tras ver triunfar a El Juli y Talavante, el de Puebla del Prior, se hincó de hinojos y le recetó dos largas cambiadas desde el tercio, para proseguir con un saludo capotero variado, en el que mezcló tres faroles y una par de verónicas rodilla en tierra. |
Seguidas de una ramillete de gaoneras, a un toro que tomaba los vuelos siempre por fuera, toro de triunfo se escuchaba en el callejón y se intuía en los tendidos.
Tenía ganas y se veía en su expresión. Tras brindar en los medios, inició la faena en los medios con cuatro pases cambiados, con las zapatillas clavadas en el ruedo, y un increíble cambio de mano. Toda la faena tuvo el denominador común de la largura a la hora de conducir la embestida del animal. Lo cuajó por ambos pitones, con profundidad, hilvanando varios muletazos de enorme plasticidad en algunas series. Que Perera se sentía a gusto era algo que todos podíamos apreciar, al igual que todos nos sentíamos a gusto viéndole torear y viendo embestir al de Daniel Ruiz. Concluyó su faena con unas bernardinas ajustadísimas, que llevaron el ¡huy! a los tendidos.
Entonces ocurrió que un sector del público comenzó a pedir el indulto y a pitar al torero cuando se disponía a cuadrar al toro. Desde estas líneas y siempre con la humildad por delante lanzo la siguiente pregunta: ¿Creen ustedes que un toro que ha entrado una vez al caballo y ha recibido sólo la ‘caricia’ de la puya, al que solamente se le han puesto cuatro palitroques, tiene que ser indultado? Yo opino que no merece tanto premio. Estocada trasera pero efectiva, dos orejas y vuelta al ruedo para el bravo animal.
Y cerraba la terna otro extremeño, Alejandro Talavante, que tenía ganas de demostrar a sus paisanos, tras su ausencia de la feria del año anterior, la evolución de su tauromaquia. Y tanto que lo ha lograd en su primero. Un ejemplar noble, con un punto de flojera, al que supo entender desde el principio. Notable su actuación capotera con saludos por verónicas lenta y muy cadenciosas. Destacable el gran quite por saltilleras, con gusto, armonía y mucha torería.
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Comenzó la faena de muleta, clavado al piso como una estaca sin enmendar la plana, con unos estatuarios mayestáticos, que abrochó con una trincherilla graciosa y guapa, y un par de pases de la firma, que desataron la locura en el tendido. Inicio muy intenso del pacense. Por su sangre corre arte, corre tranquilidad, estética y una gran finura toreando, y lo demostró en las tandas con la mano izquierda, encajado, roto, desmayado, llevándolo siempre largo, y con mucho temple.
Toreo en redondo con una gran composición estética, muletazos de muchos quilates, acompasados al son de la música, los que dejó el maestro en el ruedo de Badajoz. Siempre cargando la suerte y alargando el viaje del toro. Talavante terminó con unas manoletinas antes de matar al toro. Pinchazo y estocada, de premio una oreja pero de las de peso, por la gran faena realizada.
Nada pudo hacer en el último de la tarde, flojo y descastado, un toro feo de hechuras y bruto. La faena fue de menos a más. Tras sobarlo le acabó cogiendo el aire y lo muleteó largo, con temple, pero cuando no se tiene contrincante, por mucho que hagas siempre es poca la recompensa, y en este caso fue así, estocada baja, petición de oreja por parte del público que denegó el presidente. Saludos desde el tercio. Y bronca monumental al Palco cuando Alejandro abandonaba la plaza por su propio pie.
Segundos más tarde lo hacían sus dos compañeros de cartel, junto con el mayoral de la ganadería, a hombros de capitalistas.
AL QUITE |
El indultismo
Antonio Girol.-
Vaya por delante que yo estoy en el bando de los ‘proindulto’. Vamos, que no soy sospechoso. Pero me da que al paso que vamos, voy a tener que batirme en retirada. Soy favorable al indulto porque me parece sensacional que un animal bravo, que ha derrochado pelea, entrega, nobleza, recorrido y bravura, se gane la vida. Soy propicio al perdón porque ese gesto dignifica a la fiesta y la limpia de ese halo de crueldad, con el que algunos quieren etiquetarla. Pero de ahí a solicitar indultos sin ton ni son, va un abismo.
Me rechina oír la frase: “no lo mates”, ante el más mínimo conato de celo y durabilidad de un toro en la faena de muleta. Me hace pensar que para esas voces disonantes lo acontecido en los dos primeros tercios no tiene valor alguno, o aún más cruel para el torero, y especialmente para el toro, que han pasado totalmente desapercibidos para esos espectadores vocingleros, tan sensibles a la muerte. Es como si hubiesen borrado de su memoria el tercio de varas, el comportamiento en banderillas…
Escribo estas líneas porque curiosamente, hoy en la Plaza de Toros de Badajoz, hemos vivido un caso de éstos, y ayer ya hubo un amago. Resulta que a un toro noble, encastado, que ha durado una eternidad; en definitiva, un buen toro, se le ha pedido el indulto con gran algarada, sobre todo en los tendidos de sol. Un toro, repito, bueno en líneas generales, pero al que ni tan siquiera han rozado con la puya. Y, seamos serios, sin un puyazo al menos, no se puede hacer un dictamen serio sobre la bravura. Y no se puede hacer por la sencilla razón de, que si a ese mismo animal le hubiesen tentado a puerta cerrada, en la soledad del campo, para probar su bravura y decidir si cumplía los cánones necesarios para ser semental de la ganadería, le hubiesen dado, no uno, sino varios puyazos.
Sin olvidarnos que el temple y la técnica de Miguel Ángel Perera han hecho que no se fuese a las tablas cuando hizo amago de ello. Por tanto, otra premisa más que añadir en el debe, a la hora de solicitar la exención de la muerte.
A todos nos encanta, a mi el primero, ver la bella estampa que supone contemplar la vuelta de un toro con vida a los chiqueros. Memorizar su nombre, para en tiempos venideros recordar su bravura y su valía. Y por qué no decirlo, sentirnos orgullosos de haber asistido a un festejo en el que al quinto toro se le concedió el perdón.
Pero si de verdad lo que buscamos es pureza, no podemos prostituir el espíritu del indulto. Que no viene a ser más que un regalo del aficionado para el toro, por su bravura. Por eso, me duele y me enerva que, los mismos que vociferan solicitando, poco menos que, clemencia, sean, segundos después, incapaces de solicitar una vuelta al ruedo para el animal, en señal de tributo póstumo a su nobleza. Imagino que será por obra de ese mal que les aqueja, el indultismo, el cual les abotarga el cerebro, hasta el punto de impedirles razonar que si no hay indulto, al menos que haya el postrimero homenaje de verle pasar a nuestro lado, al paso lento de las mulas en el arrastre. Afortunadamente, en la mayoría de palcos se sientan buenos aficionados, con sensibilidad suficiente para otorgar este premio, a pesar del olvidadizo descuido de algunos…
Estoy temiendo mañana, que con el brote de indultismo que estamos padeciendo, va y llega Ponce…¡Madre mía!
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