Si hay una ganadería en el campo bravo extremeño que es del gusto de los toreros para poner en práctica sus sueños de salón, sin duda es la de Juan Albarrán. La embestida dulce y noble de sus ejemplares se convierte en el banco de pruebas perfecto para todos ellos.
Antonio Girol.-
‘La Mata’ es uno de esos lugares idílicos para dejar rienda suelta a la imaginación, a la inventiva, a la inspiración, al talento, a la fantasía, al genio… Es lo que diríamos el laboratorio perfecto para, en la soledad del campo bajo el despejado cielo barcarroteño, poner a prueba aquello que durante la temporada pretende ser refrendado por el aplauso del público.
Eso lo saben los toreros extremeños y aquellos del otro lado de la raya. Por eso, es habitual que en invierno, cuando las tardes empiezan a desperezarse con los tibios rayos de sol que buscan ganar la batalla a la estrellas, no falten espadas que acuden a probar el meloso néctar de nobleza que Juan Albarrán cría entre encinas y alcornoques preñadas de dulces bellotas.
Muestra de estas palabras es el reportaje que sigue a continuación, en el que podemos observar cómo la embestida fija, humillada y noble de un ejemplar de la casa sirve de probeta ideal para poner en práctica las horas de ensayo de salón. Viendo cómo galopa, embiste y mete la cara este bonito castaño, entiende uno mejor por qué hay jóvenes que traspasan fronteras para soñar verónicas y naturales, como es el caso del portugués Nuno Casquinha.
EL LABORATORIO DE JUAN ALBARRÁN. FOTOS: JOAO SILVA. |
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