De sus conocimientos, y principalmente de su afición, depende que la Fiesta esté íntegra y cumpla los controles necesarios para buscar la perfección. En la plaza ellos son los mayores defensores del toro ante cualquier incidencia que haya en torno a él. Sin la regla de los veterinarios el trapío desaparecería de los ruedos. Ellos son el garante.