Si alguien pensó que los sueños dejan de perseguirse conforme vamos cumpliendo años, esa persona no conoce a Eloy García ‘Naranjito’, torero de Badajoz, afincando en Madrid, que a pesar de sus muchos abriles sigue soñando con el triunfo en los ruedos como cuando era un niño.
Antonio Girol.-
Ahora que la vega del Guadiana colorea moteada de naranjas es tiempo de hablar de uno de los últimos románticos que quedan en el mundo del toro. Se trata de Eloy García, conocido en el mundillo como ‘Naranjito’.
Eloy, vio la luz en Badajoz, en su barrio de San Roque, y como tantos niños de su generación soñó con ser torero y emular a los Camino, Puerta u Ordóñez…
En aquellas míticas nocturnas de la antigua plaza de toros pacense probó su valor acartelado con otros jóvenes aspirantes, caso de Antonio Jiménez ‘Antoñete’ o Pepe Vázquez.
En vistas de que las oportunidades escaseaban y que, después de mucho penar por pueblos, no terminaba de llegar ese momento mágico de la alternativa, optó por marchar a Madrid. Allí encontraría hogar y trabajo. La Clínica de la Paz le sirvió de ruedo en el que ejercer su otra pasión: ayudar al prójimo. Desde la media verónica de su bata de celador, y con su simpatía y su buen hacer, se fue ganando tanto al personal sanitario, como a los enfermos que por allí recalaban.
A pesar de ir cumpliendo años, el gusanillo siempre presente en los que se visten de luces, nunca le ha abandonado y siempre que ha podido ha vuelto a sentir la magia del toreo en la yema de sus dedos. La sierra madrileña, áspera y dura como pocas, conoce de su impronta. Sin ir más lejos, con 61 años ya cumplidos, vistió por última vez el ‘chispeante’ para estoquear en El Boalo una novillada con tanto trapío como dificultades de la divisa de El Retamar. ¿El secreto? La afición desmedida. La misma que le hace entrenar cada tarde en la ‘Dehesa’ de San Sebastián de los Reyes como si fuese un novillero que está empezando.
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Si ayer, como quien dice, fue la población serrana la que le vio cruzar la arena de una portátil para saludar al usía de turno; tiempo atrás, concretamente el domingo 2 de noviembre de 1980, el exigente público de Las Ventas fue quien le vio trenzar paseíllo la tarde de su debut, en un festejo para noveles, en el que compartió cartel con Morenito de Jaén, Manolo Osuna, Rubio de la Puebla y Diego Moreno ante astados de Isabel Vicente.
De esa tarde, Suárez Guanes, en las páginas de ABC recoge en la edición del martes 4: “Naranjito, debutante de Badajoz, fue – después de Morenito de Jaén – el más lucido de los novilleros. Bullidor al veroniquear, sacó con la muleta algún pase de cierta largura, disipados en el barullo general. Mató de una estocada de rápido efecto, y – ¡cómo no! – dio una vuelta al ruedo.”
El terno con el que se presentase en la primera plaza del mundo, rosa y oro, años después sería donado por el torero a la hermandad de su Virgen, la de la Palma, para que con la seda y el oro de sus alamares fuese elaborado un vestido que adornase a la madre de los sanroqueños en su paso por las calles de su barrio, cada Domingo de Ramos.
Y es que Badajoz siempre ha estado presente en su vida taurina, tanto que no ceja en el sueño de poder un día doctorarse en tauromaquia pisando la arena del coso de Pardaleras. Parece una quimera; pero ¿quién sabe?, en la vida y obra de ‘Naranjito’ todo es posible…
IMÁGENES DE UNA VIDA DEDICADA A UN SUEÑO. |
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