Julio Parejo celebró, junto a su cuadrilla, su peña y amigos, el final de temporada con una fiesta que tuvo el nexo común del buen ambiente mezclado con el buen yantar y el cante grande. (GALERÍA GRÁFICA EN EL INTERIOR)
F.V.A.
Julio Parejo celebró con su cuadrilla el final de la temporada. De la alegría de la fiesta participaron su familia y un buen puñado de amigos. Fue el pasado domingo en el Complejo Alcántara de Badajoz. Allí estaban, junto a Julio, los suyos, Vicente Moreno, José Antonio Escobar, Alfredo Jiménez, Antonio Vázquez, Fernando González, y su mozo de espadas, el incombustible Luisma Crespo para dar gracias por haber acabado con bien la temporada. Por allí también los Masedo, padre e hijo, collera estelar de la tauromaquia extremeña. No faltó el Presidente del CD Badajoz, el vasco Carlos Uriarte y a toda su gente de Bakio, incluido el mítico Pepe, el campeón.
Entre bastidores el anfitrión Eloy Guerrero, su esposa y sus hijos magníficamente arropados por gente joven. Los hermanos del torero: Nadia, Roberto, Juan y César. Éste último, que vive en Madrid, no quiso perderse este encuentro y vino a regalarnos su mucha simpatía. Por allí también el fotógrafo de esta casa, Pedro Gallardo, en esta ocasión desarmado de cámara, pero cargado de buen humor. A todo esto las brasas seguían funcionando a destajo bajo la experta batuta de Raúl López. El jamón era cosa del maestro Antonio Gil, inagotable en toda la jornada. La sericaia, de inconmensurable recuerdo, de Susana Salas, y dando gozo con torería al caldero del arroz el padre del torero Juan Parejo. |
Y mientras, todos hablando de toros. Del futuro y del pasado. De la suerte de varas. De los niños y el camino que les lleva a la plaza. De Andrés Vázquez y sus diez puertas grandes en Madrid. De lo que hemos vivido esta temporada y lo que nos deparará la próxima.
Ya bien entrada la noche, tras cenar morcillitas mondongas y unos higaditos con tomate dignos de un presidente de plaza de primera, vino el cante y la emoción. La gente del grupo de Villafranca de los Barros “La cachava”, Antonio, José María, Rafael y Josué, pusieron el cante y el toque, el gusto y el sentimiento. Pero no faltaron espontáneos que acompañaran con capotes y muletas a guitarras, voces y palmas. Entre ellos el propio matador que lanceó para pasmo de los presentes. Y entre todos los espontáneos destacó por su buen cante el increíble Javier Ambel, al que el señor ha bendecido, entre otros muchos, con el don del arte flamenco. Y allí se quedaron los jóvenes.
Jornada feliz, anticipo de las muchas que han de venir en futuras temporadas.
LA FIESTA EN IMÁGENES. FOTOS: F.V.A. |
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