Manuel Díaz El Cordobés y Cayetano salen a hombros en una entretenida tarde, en la que Juan Mora dejó muestra de su particular y exquisita tauromaquia ante toros de Lagunajanda.
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F.V.A.-
Tarde agradable. Ambiente de fiesta. Un lejano olor a peladilla en una de las plazas más bonitas del mundo. Más gente en los tendidos de la presumible a la luz de tanta crisis. Los tendidos de sombra a cincuenta euros y casi llenos. Tarde entretenida. Los toros se dejaron y cada torero trajo su tauromaquia debajo del brazo. Cada uno la suya propia, claro.
Magisterio de Mora.-
Juan Mora estuvo siempre en maestro. Clásico, sabio. El primero fue el más feo de los lidiados. Algo destartalado y abrochado de pitones. Recibió dos varas y derribó. Juan se dobla y lo va haciendo. Derrocha el placentino, sin cicatería, temple del caro. Sin aspavientos. Bien con la izquierda, mejor con la derecha. Caída que le permite cobrar una merecida oreja. En el cuarto perdió los trofeos al pinchar por dos veces, pero dejó escrita una bonita lección de toreo. Dos verónicas con su pellizquito. Muletazos llenos de gracia. Un cornúpeta que protesta y al que se le aplica farmacopea de gusto y recursos al cincuenta por ciento. Una tapita de arte bien servida para demostrar cómo se recoge una banderilla en la cara del toro a los que están aprendiendo el oficio. Y un descabello de ejecución sublime. Bastante. Aplausos. |
El Cordobés en versión alfa y beta.-
No tuvo el santo de cara el Cordobés en su primero. En la faena hubo muchos desplantes, mucho sol, mucha música y, para meter voltaje, algo de rodilla en tierra. Pero no acabó de cuajar. Y el torito se fue cansando. Dos pinchazos, caída y descabello. Aplausos.
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Pero la mercancía que trae el Cordobés tiene sus partidarios y estos se gozaron en el quinto. Un toro negro, alto de agujas, ensillado y que demostró tener nobleza a raudales. Toro de nota. Le sacudieron dos varas y eso pudo restarle el poquito de picante que tal vez le faltara para ser extraordinario. Con la derecha fue la cosa de menos a más. A más muletazos y a más temple. Mantenía el buen son el de Lagunajanda, que no parecía cansarse de embestir. El torero se aprovecha y hace unas flexiones entre pitones que son aplaudidas. A tres saltos de la rana responde un ¡torero, torero! coreado por el respetable en pie. Alegría. La mejor estocada de la tarde y dos orejas fuertemente pedidas. |
Elegancia y buen gusto…
Cayetano castigó mucho a sus rivales en varas. Estuvo elegante en su primero, sobre todo, con la mano derecha. Bien los ayudados. El toro se va apagando, pero el torero le anda lucido y la faena tiene eco en los tendidos. Una estocada caída es suficiente. El morlaco, encastado, muere en los medios. Dos orejas. En el que cerraba plaza, otro abrochado, la faena principió con la mano baja, ahormando un bicho que de vez en cuando tiraba la cabera por arriba. Hizo las cosas siempre con gusto. No se prolongó en demasía porque hizo por rajarse el burel. Entera y descabello. Oreja. |
Al final el público salió contento en una tarde en que hubo un poco de todo. Ojalá fuera siempre al menos así.
GALERÍA GRÁFICA de GALLARDO |
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