El Cartujano y Julio Parejo abandonan la plaza de Calamonte en hombros tras cortar dos orejas en el festival taurino. Canales Rivera y Víctor Janeiro se marchan de vacío, y el luso Moura Caetano, obtiene un apéndice del primero.
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Antonio Girol.-
Era una de esas tardes que invitan a ir a los toros. Sol, que calentaba en su justa medida. Sin viento. Y con un pueblo, Calamonte, con ganas de fiesta en honor de su Patrón: San José.
El cartel anunciado por la empresa Mar Toros tenía su atractivo. Un rejoneador por delante, para todos aquellos amantes del toreo a caballo. Dos toreros de tirón popular, o mediático si ustedes prefieren; y otros dos de la tierra, de esos necesitados de triunfos que le abran un camino cada día más complicado. Y esperando en los chiqueros, cinco novillos de una ganadería extremeña que intenta abrirse camino en el mundo del bravo.
Junto a mi buen amigo Fernando Valbuena Arbaiza, compañero en las lides radiofónicas con su programa ‘A Porta Gayola’, que cada miércoles a eso de la 13.15 emite en Onda Cero Badajoz, acudí a Calamonte, para saciar nuestra sed de toros en directo, porque Valencia está muy bien, pero queda muy lejos. Y la tele…ya lo dijo Paula: “mata al duende”.
De los abarrotados tendidos rompió un estruendo de palmas, mezclado con algún que otro ‘¡guapo!’ de acento femenino, cuando se abrió el portón y los actuantes salieron a la arena calamonteña
Abría cartel el luso Moura Caetano que colocó dos rejones de castigo al primero de la tarde. Templó bien la embestida del animal, sobre todo entre los dos rejones, dándole tiempo para que se recuperara. Cambió de cabalgadura para el tercio de banderillas, y siguió con la tónica de templar e ir de frente a las batidas. Reunió bien los palos, destacando en la ejecución de la segunda farpa, que clavó al estribo. Buena doma y buena cuadra. El pinchazo hondo y el posterior rejón atravesado deslucieron una faena muy templada, dejando el premio en una única oreja. El novillo fue aplaudido al arrastre. |
Que Canales Rivera está fuera del circuito es algo evidente. Y tras lo visto hoy es normal. Le tocó en suerte un novillo con muchas teclas que tocar, que se movía mucho, complicadito, pero al que haciéndole las cosas bien, no hubiese sido difícil meter en el canasto.Ni con el capote, donde pasó desapercibido, y con la muleta ha dicho poco durante el trasteo que instrumentó.
Inició la faena por alto y remató esa serie con un molinete para la galería. El de Guadajira tenía muchos pies, lo que provocaba que el gaditano tuviese que perderle pasos cuando intentaba ligar. Exigía mando y templanza en los muletazos, y no acabó de acoplarse a la embestida un tanto descompuesta de la res. Tiró de recursos que de forma efectista llegasen a la grada, y ni así consiguió caldear el ambiente. Terminó el trámite tras un pinchazo y tendida trasera, escuchando palmas cariñosas cuando se retiraba a las tablas. |
Todo lo contrario puedo decir de Víctor Janeiro. Al menor de los Janeiro le tocó el novillo más grande del encierro. Un ejemplar con presencia, que dio un susto al intentar colarse al callejón por el hueco de un burladero. Lo lanceó a la verónica arrancando los primeros olés de su faena. Comenzó la faena de muleta doblándose con el astado para someterlo.
El novillo, que de inicio, se quedaba corto acabó regalándole veinte grandes embestidas, gracias a la labor del torero, que supo entender perfectamente al animal y le hizo las cosas con mucho criterio. De primeras lo llevó siempre muy tapadito, atacándole, para enseñarle a embestir. Hasta el punto que en la cuarta tanda le dio distancia y el de Guadajira se arrancó galopando a la pañosa que portaba Víctor. Pero antes había habido una gran serie, concretamente la tercera, en la que pulseó perfectamente la embestida y alargó los muletazos, ligados y templados. |
Faena construida con cabeza y ejecutada con mando. Lástima que pinchase dos veces en lo alto. Y que luego, producto de un resbalón, recetase un sablazo infame, motivo por el cual se quedó sin ningún premio. Lo contrario que su antagonista que fue galardonado con la vuelta al ruedo. Aunque los mulilleros no se enterasen y tuvieran que volver a entrar al toro a la plaza para cumplir con el mandato presidencial.
Llegaba el turno de Luis Reinoso ‘El Cartujano’, matador afincado en Calamonte, ayuno de contratos. Hago esta mención porque es conveniente tenerlo en cuenta a la hora de analizar su faena. El oficio se perfecciona toreando y Luis esto último lo hace muy poco, para desgracia suya.
Le tocó un novillo de los de carbón encendido, que encima tiraba un molesto tornillazo cuando terminaba de pasar. Precisaba que le llevasen muy toreado, que no le dudasen, y Luis anduvo muy correcto con él; hasta conseguir enjaretarle algunas series por el derecho que llegaron a los tendidos, siendo jaleadas por un público entregado. Cerró faena por medio de un ramillete de alegres giraldillas. Y cuando más confiado estaba sobrevino la voltereta. Fea, y que duró una eternidad con el toro tirando derrotes. Se recompuso el torero, dolorido, y agarró media que tiró al novillo. |
El público agradecido por el esfuerzo, solicitó las dos orejas que fueron concedidas por la presidencia, junto con una desproporcionada vuelta al ruedo a la res.
Cerraba la tarde Julio Parejo, también falto de oportunidades y por tanto con poco oficio, como es normal. Me contaba, antes de iniciarse el festejo, una persona de confianza de Parejo que no le gustaba el novillo que les había tocado en suerte. Y acertó.
Fue el más soso de los cinco. El que menos transmitió. Anduvo Julio muy voluntarioso, intentando sacar pases de la embestida sin humillar del astado. Y así es difícil que haya transmisión suficiente con los tendidos. Le faltó, quizás, haberse cruzado más al pitón contrario, al menos para ver si el novillo era igual de tardo. Pero ya saben eso de la falta de oficio…Aún así logró sacar algunas series muy meritorias por el derecho, que unido a la buena estocada que cobró, le posibilitaron el doble premio que paseó por el anillo. |
Finalizó la tarde con los dos extremeños a hombros. Mientras en las afueras de la plaza los jóvenes del lugar hacían cola para subir a la cucaña instalada a las puertas de la plaza.
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