PEDRO ESCOLAR - Sastre de toreros.

«El traje hace al torero; delante del toro, el torero hace al traje»

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Pedro Escolar, joven sastre de origen villafranqueño, nos recibe en su taller para contarnos cómo se hace un traje de torear, y cuál es el espíritu que estos vestidos infunden en quiénes los visten.

Gonzalo Fernández.-

Pedro Escolar es un joven sastre que sin dejar puntada sin hilo está creciendo en el mundo de la sastrería de toreros. Pedro desciende de padres de Villafranca de los Barros, y allí, en la población villafranqueña, tiene su taller de bordadoras, al que acude cada mes desde su sastrería en Madrid para pasar cumplida revista a todas sus creaciones. Hemos querido compartir con él un rato de charla, con objeto de que todos ustedes conozcan mejor cómo se hace un traje de luces, y qué se siente al crearlo.

– Pedro, ¿de dónde te viene la vocación por la sastrería?

– Mi madre fue durante mucho tiempo bordadora y llegó a una sastrería de toreros muy importante. Ahí surgió mi curiosidad por este mundo. A los 18 años, entré a formar parte de la plantilla de esa sastrería, como chico de los recados y empecé a aprender el oficio. A los cinco años de estar allí me independicé y emprendí esta etapa en solitario, en lo que hoy es la ‘Sastrería Pedro Escolar’.

– ¿Hay que ser aficionado para ser sastre de toreros?

– No necesariamente. A mí, personalmente, me gustaban los toros, pero no de una forma excesiva. Claro que cuando te mueves en este mundo terminas aficionándote cada vez más y más, y empiezas a comprender la magia de este arte que es el toreo.

– El traje de torero por su simbología, por ese halo misterioso que encierra en sus alamares es una prenda muy impactante por la fuerza que imprime, ¿qué ha de tener un traje que le convierta en esa prenda tan especial?

– Un traje de luces no es una prenda cualquiera. Es una prenda muy especial. El momento crítico es la hora de cortarlo, no se puede hacer en cualquier momento, tienes que estar muy concentrado y tranquilo, por eso busco que sea por la mañana, muy temprano; esta es la clave de que quede bien o mal, tienes que imaginarte la fisionomía del cliente e intentar disimular sus posibles defectos, si es que los tuviera. El torero cuando se prueba el terno debe sentirse a gusto dentro del traje, además se produce algo muy especial cuando notas que se siente cómodo, porque observas como se abstrae… comienza a soñar con su faena perfecta y simula los movimientos que él haría en la plaza…es un momento muy especial, se crea una complicidad entre torero y sastre.

«…se produce algo muy especial cuando notas que se siente cómodo, porque observas como se abstrae… comienza a soñar con su faena perfecta y simula los movimientos que él haría en la plaza…es un momento muy especial, se crea una complicidad entre torero y sastre…»


No todas las perchas son iguales, ¿se puede decir que el traje hace al torero, o viceversa?

– Ahí es donde entra nuestra aportación más directa, tienes que tratar que el cliente se vea bien… se sienta torero. Sólo en este momento, el traje hace al torero. Delante del toro, el torero hace al traje.

– ¿Cuánto tiempo se emplea en hacer un traje?

– Aproximadamente se tarda un mes desde que se corta hasta que se termina, pero varía en función del bordado. Hay bordados más sencillos, que en 20 días está acabado, y otros, que se necesitan varios meses…

– ¿Cómo es su confección? ¿Por dónde se empieza?…

– La confección de un traje pasa por varios procesos y distintas personas: En primer lugar se corta el traje del color deseado. Seguidamente se pone el cordón con el diseño elegido. Después se borda del material correspondiente: oro, plata, o azabache. Una vez bordado se reparte entre las distintas oficialas para su montaje – taleguilla, chaqueta, mangas, hombrillos, chaleco – En cuanto a los alamares, también se realizan a mano, mientras otras personas hacen el fleco, forran las bellotas…

– ¿Cuántas probaturas tiene?

– Normalmente se prueba una sola vez y después se realiza el montaje, a no ser que sea un traje más especial o el cliente sea el especial… A clientes asiduos a veces no hace falta ni probarles.

– ¿Tienen los toreros claro lo que quieren desde un principio, o bien tenéis vosotros que aconsejarles?

– Hay de todo, clientes que vienen con las ideas claras, que no se dejan aconsejar;  y otros que quieren tu opinión. Es aquí cuando tenemos que buscar lo que mejor le pueda quedar de acuerdo con sus características físicas: colores que le favorezca, dibujos que le estilicen…

Tomando medidas para elaborar una chaquetilla. (FOTO: Gonzalo Fernández)

– ¿Suelen ser muy tiquismiquis los toreros a la hora de vestirse?

– Los toreros a la hora de vestirse son muy exigentes, tienen que sentirse estilizados. Son muy coquetos y debe estar todo perfecto, les gusta mirarse mucho en el espejo…

– Supongo que por deformación profesional, cuando ves a un torero en la plaza lo primero que harás será fijarte en cómo va vestido, ¿no?

– Los sastres, en ese sentido, somos también muy especiales. En plaza se ve la finalidad de nuestro trabajo y su función. Desde que era un trozo de tela sin vida hasta que se convierte en la piel del torero. En la plaza se ven aumentados los defectos y las virtudes del traje. Nos fijamos también en las obras de nuestros compañeros de profesión, para ver los nuevos diseños y tendencias, para seguir mejorando.

La chaquetilla terminada es testigo de las manos de las bordadoras. (FOTO:Gonzalo Fernández)

Seguro que hay muchos lectores que se preguntan cuánto vale un traje, ¿se puede decir, o dependiendo del traje unos tienen un valor u otro?

– Varía en función del material y del trabajo que lleve. Por ejemplo, no es lo mismo un taje bordado a máquina que puede valer alrededor de 1.800 euros, a los que son bordados a mano, que oscilan entre los 2.800 y 4.000 euros. Depende del bolsillo del torero…

– Aparte de trajes de luces, ¿qué otras prendas confeccionáis en vuestro taller?

– Sólo nos dedicamos al mundo taurino, no nos queda mucho tiempo para dedicarnos a otros menesteres. Fíjate cómo será que en temporada alta no damos abasto a todos los encargos que tenemos. Aparte de los trajes, tanto de luces, como goyescos y cortos, también confeccionamos capotes de paseo y de brega, muletas, camisas, marselleses, capas españolas, y algún que otro accesorio especial.

– ¿Tienen todos los trajes un mismo patrón o varía según las peticiones de los toreros?


«…El cliente cuando entra a una sastrería acude sobre todo por el corte característico de ese sastre…»


– El cliente cuando entra a una sastrería acude sobre todo por el corte característico de ese sastre, pero luego nos amoldamos a los gustos personales del cliente, sobre todo en los largos de la chaqueta y la taleguilla. El que paga manda…

– El traje de luces es  una prenda que como ya hemos dicho encierra una gran carga de simbología, ¿pero no da la impresión de que es poco funcional para el esfuerzo que se requiere del que lo luce? ¿Qué cambiarías tú de él, o si por el contrario lo dejarías tal cual?

– Tienes razón cuando dices que el vestido de luces es poco funcional para el torero, da la sensación que con un vaquero o con un chándal torear sería mucho más cómodo, pero ahí es donde está la función del traje. Va inmerso en la tradición, en el ritual del toreo, torero y traje se funden en uno al salir a la plaza. Ellos sienten una protección cuando lo llevan tanto física como psicológica. El traje es como una coraza que le protege a muy escaso nivel, pero cumple su función. Por ejemplo, los nuevos géneros con los que se fabrica han evolucionado para que sean más resistentes a las embestidas de los toros. Las entretelas que se utilizan ahora son más difíciles de penetrar y más flexibles. El punto de la taleguilla se teje de tal manera que escupa en la medida de lo posible el pitón del toro… Pero por mucho que evolucione nunca podrá ser un salvavidas para el torero, la fuerza del toro es desmedida. Creo que hemos llegado a un momento en que el traje en sí poco puede evolucionar; sólo en diseño, colores y poco más…

– ¿Te fijas en fotos de trajes de otras épocas a la hora de diseñar?

– Me encanta basarme en vestidos antiguos para adaptarlos a los trajes de hoy. Antes había un repertorio mucho más amplio de bordados y se cuidaban más, eran verdaderas obras de arte. Con esto no quiero decir que los de ahora no lo sean, pero cuidamos más otras cosas, sobre todo la comodidad del torero.

– Pedro, muchísimas gracias por atendernos y por hacer que nos sintamos tan orgullosos de tener entre nuestros paisanos a personas tan creativas y artistas como tú.

– Gracias a vosotros por intentar profundizar en un mundo tan bonito como es la sastrería de torero.

Así se crea un traje de torear. (Fotos: Gonzalo Fernández)

Pedro enseñando los golpes de oro que acompañarán a la seda. Las medidas son fundamentales para que el traje quede como un guante. Del tino a la hora de medir dependerá que la chaquetilla quede perfecta.
Como por ejemplo esta bordada en azabache. La hora de cortar requiere concentración y mesura. Pedro señala en la máquina el tipo de bordado que habrá de ejecutar.
En la imagen se aprecia el bordado que llevará el terno. Como se puede apreciar en la tela una vez realizado. La bordadora aguja en mano bordando una taleguilla
Producto de tan noble arte de coser y bordar es este resultado. O este otro, bordado en hilo blanco sobre seda azul. Las manos de Pedro dan los últimos retoques antes de colocar el traje en su percha.
Donde aguarda a ese torero que le hará parte de su piel en la plaza. Muestra de algunos de los materiales de la sastrería de Pedro Escolar. Detalle de un capote de paseo realizado por Pedro.