AL QUITE - Antonio Girol

Quo vadis, Mérida?

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La plaza de Mérida fundida con el teatro romano. (FOTO: Jesús Casillas)
La plaza de Mérida fundida con el teatro romano. (FOTO: Jesús Casillas)

«…La única vía de recuperación posible sería aquella en que de manera conjunta un empresario valiente y unas instituciones comprometidas fuesen de la mano apostando, no solo por carteles muy rematados, sino por un apoyo, una difusión y una publicidad anual que calase en la vida de la ciudad. Al estilo de la que se hace con el teatro o con los conciertos. Mientras no se de este binomio no habrá recuperación posible…»

Antonio Girol.-

      Esta pregunta, con el sonido milenario del latín retumbando en el interrogante, y que traducido al castellano sería ¿A dónde vas Mérida?, es la que toca hacerse con respecto a una plaza que, al paso que lleva, pronto formará parte del muestrario de edificios históricos que asperjan la ciudad augusta y por la que transitan cámara en ristre los muchos turistas que la patean a diario.

     ¿Se puede permitir Extremadura que la plaza de toros de su capital autonómica vaya camino de ser un edificio sin más vida que ser un mercado? Esa es otra cuestión que, en este caso sin la sonoridad del latín, también habría que hacerse. O mejor dicho, hay que hacerles a los dirigentes políticos, especialmente municipales, pero también autonómicos, que vuelcan verano tras verano todo “su apoyo” únicamente en la cultura teatral y musical emeritense, olvidándose de que los toros también forman parte de ella. Me refiero a la cultura.

     Sin ese soporte que en cambio sí reciben esas otras manifestaciones culturales que de no recibirlo no se darían, o al menos no con el boato que se dan, es imposible que los toros, en el sentido amplio del término, vuelvan a ser importantes en Mérida. Ninguna empresa, como se ha visto en esta feria de 2019, se va a arriesgar a invertir tiempo y esfuerzo en intentar infructuosamente recuperar una plaza de la que los aficionados han huido en desbandadas aun habiéndose dado buenos carteles en las últimas temporadas. Como no se atreverían productores teatrales y/o musicales si no contasen con la red que cuentan para sus malabares.

      La única vía de recuperación posible sería aquella en que de manera conjunta un empresario valiente y unas instituciones comprometidas fuesen de la mano apostando, no solo por carteles atractivos, sino por un apoyo, una difusión y una publicidad anual que calase en la vida de la ciudad. Al estilo de la que se hace con el teatro o con los conciertos. Mientras no se de este binomio no habrá recuperación posible.

    El Coso de San Albín abrirá hoy sus puertas, las que dan acceso a graderíos y tendidos, las otras, las de los bares están abiertas todo el año, y no será para albergar un festejo mayor. Lo hará para que se celebre un tentadero público con alumnos de la Escuela Taurina de Badajoz, un espectáculo de recortadores y otro, ecuestre. Dos de ellos con fines benéficos. ¡Ojo!, tan dignos y loables como las corridas y novilladas, pero exiguos para una plaza del calibre y la historia de la de Mérida.

   En manos de quienes mandan está revertir esta ecuación. ¿Querrán hacerlo? Permítanme que les diga que albergo serias dudas.