El torero Miguel Ángel Perera abrió las puertas de su finca, y su casa, para que alumnos del CEIP Las Vaguadas de Badajoz pasaran un animado día de campo en el que pudieron convivir con la cría del toro bravo y otros animales de la dehesa extremeña y conocer su crianza.
Redacción.-
Han cambiado las aulas por la naturaleza, las clases por el campo, la enseñanza por el aprendizaje. Y se lo han pasado en grande viendo cómo es el campo bravo, el hábitat del toro y todo cuanto lo llena. Más de medio centenar de alumnos del CEIP Las Vaguadas de Badajoz han rendido visita hoy a Los Cansaos, la casa de la familia Perera Gutiérrez, donde Miguel Ángel, Verónica y la pequeña Carmen -además de David y Guillermo, mozo de espadas y banderillero, respectivamente, del torero- han ejercido de ilusionados anfitriones. «Nos lo hemos pasado tan bien como ellos», aseguran. «Ha sido una gozada, un día muy bonito y reconfortante», añaden.
Y es que los pequeños han disfrutado plenamente de una jornada muy especial para ellos, accediendo a cada uno de los rincones de una realidad demasiadas veces hermética. «Y
abrir el toreo a la sociedad pasa por abrírselo a ellos, a los niños, a quienes todavía miran la vida sin prejuicio alguno», apunta Miguel Ángel. Los pequeños han departido con el torero y su familia, han comprobado cómo de privilegiada y de libre es la vida del toro en su ámbito diario y cómo conviven con él otras tantas especiales animales, por ejemplo, como el cerdo y e lcaballo. «Todos ellos -insiste Verónica- en absoluta libertad». Les han visto muy de cerca.
En el caso de los toros, claro está, desde la salvaguarda y la distancia de un remolque, donde les ha acompadado Miguel Ángel, que les ha respondido a cuantas dudas han planteado. En el caso de los cerdos y de los caballos, a pie de campo, pisando la misma hierba esplendorosa de esta primavera generosa que ya ha roto en plenitud. Y se han sentido tan libres como los animales.
Aunque lo que más les ha gustado ha sido «torear», como claman al unísono varios de los niños cuando se les pregunta. Porque también han toreado. O, mejor, han jugado al toro.
Ocupando por completo la plaza de tientas de Los Cansaos. Pero lo han hecho después de ver torear de verdad a Marco Pérez, alumno más que aventajado de la Escuela de Tauromaquia de Salamanca a pesar de sus solos diez años. Marco ha toreado para ellos ante una becerra demostrándole que el toreo estás más cerca de ellos, de los niños, de lo que ellos muchas veces puedan pensar. Incluso sentir. Han visto a un niño de su misma edad haciendo aquello que más feliz le hace: torear. Y lo han palpado con sus manos. Porque le han visto, primero, como pequeño gran héroe cuando ejercía de torero y, después y durante el resto de la jornada, como uno más de ellos, un niño como ellos, a quien gusta jugar con lo que a ellos y que se sorprende con lo mismo que ellos. «Me parece que es la forma más sencilla y directa de conseguir que los pequeños se empapen del toreo, que éste les cautive: enseñarles cómo es algo que hace un niño como ellos con el magisterio con el que lo hace Marco. Creo que no hay mejor espejo para un niño que otro niño», asevera Miguel Ángel Perera.
Ha sido un día intenso. Desde por la mañana hasta por la tarde. Han visto los vestidos
de luces de Perera. Y sus trofeos. Y las cabezas de los toros fundamentales de su carrera. Y han almorzado con él y con su familia. Y le han tenido cerca, muy cerca, completamente a su
disposición durante un día completo. «Muchas veces veo cómo mi hija Carmen goza con todo este privlegio que tiene a su alrededor: la naturaleza, el contacto directo con los animales, cómo crece y convive y juega con ellos y me siento en la necesidad de compartirlo con más niños. Porque un universo tan puro como éste no pasa desapercibido, algo de él se queda seguro en ellos y les sirve, sin pretenderlo, para entender que todo esto es posible porque existe la Tauromaquia», recuerda Miguel Ángel.
ESCOLARES DE BADAJOZ EN LOS CANSAOS