ZAFRA - Corrida de toros

Que las orejas no impidan ver la realidad

0
3634
La terna en hombros
La terna en hombros

Ocho orejas se repartieron José Garrido, Ginés Marín y Luis David Adame de un noble encierro de astados de Zalduendo, pero carentes de raza, en la única corrida de la feria de San Miguel de Zafra. Los tres toreros salieron en hombros del coso de Los Molinos de Viento si bien la tarde no fue todo lo redonda que se puede esperar viendo tan profusa cosecha de trofeos por más que los diestros intentaron en todo momento dar lo mejor de sí.


ZAFRA – Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de Zalduendo, anovillados, sin cara, nobles pero carentes de raza.

TOREROS:
José Garrido (de sangre de toro y oro), ovación con saludos y dos orejas.
Ginés Marín (de burdeos y oro), dos orejas y oreja.
Luis David Adame (de grana y oro), oreja y dos orejas.

INCIDENCIAS: Casi lleno. Tarde de temperatura agradable. José Garrido y Luis David Adame sustituyeron a Enrique Ponce y Cayetano que presentaron sendos partes médicos que les impedían torear en Zafra. Saludaron en banderillas Miguel Martín y Luis Cebadera, en el tercero. Y, Antonio Manuel Punta, que resultó volteado tras el segundo par, y Manuel Izquierdo, en el quinto.


Antonio Girol.-

     El medio toro es lo que tiene, que solo permite medias faenas por culpa de sus medias embestidas. Lo que provoca el medio aburrimiento del público por más que luego pidan las orejas medio sin ganas y el presidente las otorgue por encima de la media. Este sería el resumen de lo vivido esta tarde en Zafra. En la primera y única corrida de su feria de San Miguel.

     En la que no estuvieron ni Ponce ni Cayetano aquejados de una lesión de abductores y una impotencia funcional (señálese que de rodilla para evitar malentendidos), respectivamente. En su lugar hicieron el paseíllo junto a Ginés Marín otros dos diestros jóvenes: José Garrido y Luis David Adame. De esa nueva hornada que tiene que tirar hacia adelante con esta fiesta. De los que espero que cuando tengan fuerza en los despachos impongan un toro distinto al que hoy han tenido que despachar. Porque solo así se podrá reconducir el descalabro actual que es esta fiesta cada día más herida por dentro.

     Seguro que con ese otro toro hoy José Garrido no hubiese tenido que inventarse una faena como le ocurrió en el cuarto tras ver como en su primero se le iba toda opción de triunfo ante un distraído Zalduendo que por el pitón derecho se colaba y por el izquierdo no terminó de emplearse. Con el que no pudo más que mostrarse voluntarioso y dejar algunos interesantes pasajes al natural, en los que pudo componer la figura para alisar el albero segedano con la bamba de su muleta. Pero con ese tipo de toro es imposible conjugar esa máxima del toreo que es la ligazón que se traduce en transmisión en los tendidos. Por lo que su labor solo obtuvo el premio de la ovación que saludó desde el tercio.

     De no tener la raza y el amor propio que posee Garrido, esta tarde se habría marchado de Zafra inédito porque el cuarto, que al menos tuvo fijeza, tampoco fue toro para soñar el toreo. Soso y desrazado invitaba al aburrimiento. Afortunadamente el diestro de Badajoz no cayó en esa trampa y tras una meritoria tanda al natural puso toda la raza que le faltó a su antagonista. A base de exposición, colocación perfecta y temple logró extraer varias series de circulares que conectaron con el público hasta terminar por montarse literalmente en el de Zalduendo. De ese modo cortó dos orejas que fueron pedidas con mucha fuerza.

     Aún perduran en mi memoria los pasajes de la faena de Ginés Marín en este mismo ruedo la pasada temporada. Aquella serie en redondo que combinó con las arrucinas para continuar toreando al natural resultó tan mágica que aún me cabrea más que esta tarde no la haya podido reeditar por culpa de la media embestida de sus dos toros. Lo que ha provocado, a su vez, que no hayamos podido disfrutar más que de la mitad de su tauromaquia.

     En su primero solo pudimos degustar su toreo caro en una faena breve que tuvo un bonito inicio, en los medios, con el pase de las flores que ligó a una superior tanda de naturales. Pero aquello resultó un espejismo porque el de Zalduendo por el derecho no tuvo apenas recorrido y cuando Ginés quiso volver al izquierdo, el toro ya no tenía fuelle para seguir desplazándose. El cierre por benardinas tuvo el efecto deseado de volver a meter al público en la faena. Lo que unido a la estocada conllevó el doble premio.

     Generosa fue la concesión de la oreja en el quinto. Pedida con poca intensidad. Y con esto que digo no quiero desmerecer al torero que estuvo siempre por encima de su antagonista que solo ofreció medias embestidas y ante el que Marín no pudo más que mostrar su elegancia a la hora de componer y trazar los muletazos. Ni siquiera en los pases de rodillas con los que intentó levantar su actuación en el epílogo resultaron lucidos a pesar del enorme compromiso que adoptó el oliventino por intentar ofrecer algo interesante al respetable.

     Tenía muchas ganas de ver a Luis David Adame por todo lo que sobre él se ha dicho desde que tomó la alternativa en agosto. Y ha tenido que ser hoy, precisamente, cuando me tocó verlo en directo. Mala suerte la mía. Y más aún la suya. No sería justo con él si de esta actuación sacase conclusiones que serían del todo erróneas. Distinto, alegre y fresco resultó el saludo por cordobinas a su primero. Tuvo este Zalduendo más alegría en las embestidas y por eso el hidrocálido lo quiso mostrar citándole de lejos para que viniese galopando a su muleta. De esa manera le enjaretó dos series. Justo las que tuvo de ‘gasolina’ porque luego se puso en reserva y Adame se atropelló por momentos intentando resolver la ecuación. Optó entonces por tirar del efectismo del toreo de rodillas para llegar al público. Excesivo se antoja el premio recibido por más que a la tercera matase con mucha verdad, pero eso no borra el sartenazo con el que hizo guardia en el primer intento.

     El sexto tuvo genio, que no bravura. Ya lo mostró en el quite por zapopinas que instrumentó Adame. Contener ese genio con la muleta no resulta tarea sencilla. Aún menos cuando no se tiene oficio suficiente. Requiere muchas dosis de temple porque a la mínima que el torero también se ponga brusco dando tirones el resultado es la descomposición de la embestida. El público vio las complicaciones del animal y los esfuerzos de Adame por resolverlas. Por eso le agradecieron el esfuerzo y el espadazo que administró saliendo golpeado del encuentro y le solicitaron dos cariñosas orejas.


GALERÍA GRÁFICA. FOTOS: GALLARDO

OTRAS IMÁGENES. FOTOS: GALLARDO