Terminó la feria de Badajoz con un festejo de rejones que hizo honor al día grande de San Juan por la maestría, las ganas y el desparpajo de la terna que despachó un provechoso encierro de los Hdros. de Luis Terrón y salió en hombros del coso de Pardaleras que cerró sus puertas hasta el próximo año

Antonio Girol.-

Ha querido el destino que el festejo que peor cayó en el ánimo de los aficionados cuando se conocieron los ajustes de San Juan haya resultado, a la postre, el más entretenido y vistoso de la feria. Tampoco es que la competencia en un ciclo tan corto fuese brutal. Una terna compuesta por un rejoneador consagrado como la máxima figura del rejoneo, otro en su mejor momento de forma y una amazona que podría ser catalogada de emergente, ahora que tanto se usa ese término hasta el punto de desvirtuarlo. Todos ellos con ganas de agradar al público, cada uno con su estilo y a su nivel. A lo que contribuyó notablemente un encierro, que, a excepción de un par de toros, se prestó al lucimiento. Curiosamente de una ganadería de la provincia, la de los Hdros. de Luis Terrón Díaz. A buen entendedor…

Pablo Hermoso de Mendoza acudía un año más a Badajoz a refrendar su posición de privilegio, ganada a lo largo de su ya extensa carrera por actuaciones como las llevadas a cabo esta tarde. En su primero, de largo el mejor toro del encierro, solo el mal uso del acero le privó de pasear un premio mayor al de la ovación que saludó desde el tercio. Si en ese lunar su labor fue de una importancia propia de su grandeza. Supo entender el buen son del astado de Luis Terrón pulsando a caballo las boyantes embestidas a lomos de Berlín que puso al público en pie toreando de costado. Torear a caballo consiste en algo más que pasar y clavar. Eso es una tauromaquia que Hermoso de Mendoza ha sabido inculcar a los públicos en sus años en activo. Hoy lo ha vuelto a poner en práctica con Beluga, con quien además de colocar banderillas da auténticos trincherazos con la grupa.

El cuarto, más cuajado que sus tres hermanos anteriores, se aplomó mucho con los rejones de castigo. Especialmente por lo que sangró con el primero. De ahí que el rejoneador navarro tuviese que echar mano de Dalí para el tercio de banderillas. No terminó de calentar al público y por eso optó por buscar esa complicidad a lomos de Donatelli. Un precioso tordo rodado que ejecuta con precisión milimétrica las piruetas en la cara de los toros. A dos manos con las cortas epilogó la faena, en este caso montando a Pirata con el que igualó al astado para practicar la suerte suprema.

El segundo de la tarde adoleció de menor nobleza en la embestida que el anterior sin embargo sí tuvo buen ritmo. Leonardo Hernández, que atraviesa por el momento más dulce de su carrera, lo entendió a la perfección. Para la primera parte del tercio de banderillas eligió a Amatista, un caballo con mucha expresión torera, con el que lidió de costado para poner dos banderillas. Como ocurre en el toreo a pie, torear despacio es sinónimo de ser valiente además de buen torero. Ha elegido por tanto Leonardo perfectamente el nombre para su caballo, pues Despacio torea como se llama. Demostrando que tiene el valor que se necesita para ello. De ahí su capacidad para citar en estático y dejarse llegar mucho a los toros para batir al pitón contrario en el quiebro. Pero la apoteosis final llegó con Xerope que puso al público en pie con sus levantadas en el cite y la espectacularidad de sus acciones.

Al quinto, que junto con el sexto fueron los peores del encierro, empezó a construirle la faena con Calimocho, nombre que no hace honor a un caballo para nada vulgar. Quien sí tiene un nombre que hace honor a su majestad en el ruedo es Sol, el albino con el que levantó pasiones a dos pistas. Para continuar prendiendo la mecha optó de nuevo por sacar a Xerope y sus espectaculares levantadas.

La que levantó muchas pasiones fue Lea Vicens en el paseíllo y posterior vuelta al ruedo previa al carrusel. No fueron pocas las voces que le exclamaron ¡guapa! desde el tendido. A la salida en hombros esos piropos se mezclaron con otros, los de admiración por ver a una rejoneadora que tiene un gran futuro por delante. Tuvo muchos pies de salida el tercero, pero encontró su justa medida para parárselos en los círculos con que la joven gala lo imantó en la grupa de Bach. Poco a poco el astado murubeño fue perdiendo el gas inicial producto del temple que imprimió Vicens con Gacela, un equino que evidenció una excelente puesta a punto en la doma. Las batidas al pitón contrario a lomos de Bazuka tuvieron buena nota. Con Jazmín clavó una rosa en lo alto. Cambió de cabalgadura y mató de forma fulminante con Espontáneo.

Para el sexto había reservado a su caballo estrella: Bético. Sobre él cimentó la base de su actuación llegando mucho al público. Destacó sobre todo en una banderilla colocada por los adentros con la que puso de manifiesto arrojo, conocimiento de los terrenos y excelente ejecución.  Efectiva con el rejón de muerte, como en el tercero, atronó rápido a su antagonista ganándose así el trofeo que necesitaba para salir en hombros junto a sus dos compañeros de cartel.

Al final ni fútbol, ni toros…

Antonio Girol.-

El sábado de feria se queda huérfano. Ni selección española que se juegue el pase a cuartos, ni toros en la plaza de Pardaleras que cerró hoy sus puertas hasta el próximo año. Nada menos que trescientos sesenta y tantos días viendo cómo sus ajadas paredes de cemento se vuelven más macilentas, sus bombillas de los tiempos gloriosos de El Cordobés van consumiendo sus horas de luz hasta fundirse en negro, y el recuerdo de días de vino y rosas se pierde en la memoria de aficionados caducos a los que cada vez es más complicado encontrar relevo generacional.

La próxima será la feria que haga el número cincuenta en este coso que un día nació con ansias de grandeza y que medio siglo más tarde ve como menguan los festejos y las gentes que aposenten sus reales en sus cómodos asientos de hormigón. Finiquitada esta, toca ilusionarse pensando en que los fastos que se avecinan sean acordes a la efeméride. Con ese deseo abandonaban hoy muchos aficionados sus escaños.

Palabra esta (escaños) que en su acepción parlamentaria tendrá mucha importancia a partir de pasado mañana en el devenir futuro de los Toros. De quienes los ocupen dependerá que estemos, o no, viviendo los últimos “coletazos” de una Fiesta cada día más prostituida por los de dentro y vilipendiada por los de fuera.

LA PINCELADA DE PÉREZ INDIANO

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