ZAFRA - 1ª de abono

Tarde para el recuerdo

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Lo de menos ha sido el número de orejas cortadas porque lo que realmente ha hecho que hoy la afición se vaya a su casa anhelante de volver a los toros ha sido el magnífico espectáculo que han ofrecido Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y Posada de Maravillas, que tomaba antigüedad como matador de toros.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado toros de Zalduendo, justos de presentación y juego desigual. Destacó el sexto, ovacionado al arrastre.

ESPADAS:


Morante de la Puebla (verde oliva y oro), oreja y dos orejas.
Alejandro Talavante ( frambuesa y oro), oreja y dos orejas

Posada de Maravillas (azul noche y oro), oreja y dos orejas

INCIDENCIAS: Casi lleno en tarde de temperatura agradable. Posada de Maravillas tomó la alternativa con ‘Velaluna’, nº 30, de pelo burraco, y del hierro de Zalduedo.
Saludaron en banderillas José Antonio Carretero, en el 3º, y Jesús Márquez y Antonio Vázquez, en el 6º

Morante invistiendo matador de toros a Posada de Maravillas (FOTO: Gallardo)

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Gallardo

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Gallardo

Antes de comenzar a relatarles lo vivido en la plaza de toros de Zafra quiero agradecer públicamente a la familia Muñoz Suero la deferencia que han tenido hacia mi persona. Sin su generosidad al abrirme las puertas de su palco particular esta crónica no hubiese visto la luz. Gracias de corazón en nombre de quienes hacemos BADAJOZ TAURINA y sobre todo en el de sus innumerables lectores que  hoy se hubiesen quedado huérfanos de información. Hecho que  a ciertas personas parece que les de igual.

Antonio Girol.-

Pasarán setenta años y la gente seguirá hablando de la tarde del 3 de octubre de 2015. Aquella en la que en Zafra, Morante de la Puebla y Alejandro Talavante otorgaron galón de matador de toros a Posada de Maravillas. Porque la de hoy ha sido una de esas tardes que perduran en la memoria de los aficionados, como aquella de 1945 en la que Manolete, en el mismo escenario, dejó patente su grandeza en aquel recordado mano a mano en el que con el amor propio de un novillero mojó las orejas al mexicano Carlos Arruza, tras tener que aguantar no solo a un público cada vez más hostil sino también las chanzas de quienes soltaron al ruedo, antes de que saliese su último toro, al gato del conserje para hacer mofa del ganado de Villamarta.

Hoy no ha habido gato berrendo en canela que buscase aguar la tarde a los toreros, aunque a punto ha estado de hacerlo el segundo Zalduendo cuando volteó de manera muy fea a Morante en el saludo de capote. Recibo que había iniciado el de La Puebla con un farol al que siguieron dos verónicas que al hacer tres llevaron la zozobra a los tendidos. Repuesto el torero sevillano, y ataviado con unas mallas de running, devolvió la realidad a su estado inicial al instrumentar un quite por verónicas, tan lentas y cadenciosas, que detuvieron el tiempo en una media.

No había hecho más que terminar Carretero de saludar su eficacia en banderillas, cuando Morante, a pies juntos, comenzó el trasteo. Pases suavecitos para un animal sin clase que encima tenía el defecto de quedarse en las zapatillas, y al que supo tomarle el pulso por ambos pitones, rematando las tandas con pases de pecho de enorme empaque. Como lo fueron los ayudados a dos manos con los que epilogó su importante labor. Mato de estocada entera y fue premiado con una oreja que paseó envuelto por los acordes de las alegres notas musicales del cumpleaños feliz.

«…Pases suavecitos para un animal sin clase que encima tenía el defecto de quedarse en las zapatillas…»


 

Era la de hoy una fecha en la que no solo se celebraba el aniversario de Morante sino que en ella se ha inscrito el nombre de un nuevo matador de toros. Ocurría tal efeméride a las cinco y cuarto de la tarde. En ese justo momento, el diestro sevillano cruzaba su muleta y su estoque en el brazo derecho de Posada de Maravillas para doctorarle en tauromaquia. Al que unos minutos antes la plaza en pleno había tributado una cerrada ovación al romperse el paseíllo, que el toricantano agradeció saludando montera en mano, y haciendo salir a sus compañeros para que también recibiesen el calor y el favor del público que practicamente llenaba los tendidos.

Brindó el recién investido matador a su tío Antonio y su hermano Santiago. Los dos Posada que le anteceden en el friso de un apellido dinástico que naciese en la figura del llorado Faustino y que luego tuvo continuidad en Currito y Antonio hasta llegar a su abuelo Juan, el hijo de Rocío la hermana de los anteriores.

‘Velaluna’, que así se llamaba el burraquito de Zalduendo, tenía bondad en sus embestidas pero no le sobraban fuerzas. De ahí que cada vez que el joven espada le intentase apretar bajándole la mano, el animal perdiese las suyas. Mientras tuvo fuelle el toro, Posada aprovechó su inercia para enjaretarle series con la diestra en la que trajo al burel enganchado a su muleta. Pero en cuanto la res fue perdiendo gas, la faena también decreció con la falta de continuidad y algún que otro enganchón.  Inédito con la izquierda que es su mano de oro, pudo resarcirse con los ayudados por bajo que instrumentó en el epílogo de la faena. Tras pinchar en el primer intento, agarró una estocada que tiró al animal sin puntilla.  Una oreja fue a parar a sus manos.

Un mes justo hacía que Alejandro Talavante no se vestía de torero. Una inoportuna lesión en la mano derecha le ha tenido en el dique seco todo septiembre hasta esta tarde en la que en Zafra ha vuelto a sentir el tacto de su capote al mecerlo por cordobinas en el saludo inicial a su primero.  A los medios se fue tras brindar para con la muleta plegada en el característico cartucho de pescao frito acariciar con suavidad la embestida rebrincada de su antagonista.

«…en Zafra ha vuelto a sentir el tacto de su capote al mecerlo por cordobinas en el saludo inicial a su primero…»


 

Dio metros al toro para que se desplazase en largo pero tras las dos primeras series por el pitón derecho tuvo que reducir las distancias ante la sosería del animal, que salía desentendiéndose de la franela.  No se aburrió Talavante que puso al público en pie con una excelente tanda en redondo abrochada con una arrucina. Sin embargo, el defecto del astado fue a más y la faena no terminó de coger vuelo por la falta de ligazón.  Pinchó antes de matar de estocada entera y, como sus compañeros, fue galardonado con un apéndice.

En el cuarto sucedió ese milagro que de vez en cuando ocurre en las plazas de toros. En el que un hombre vestido de seda y oro enloquece a las masas con lo efímero de un arte ancestral que como dijese Belmonte consiste en parar, templar y mandar.  Porque eso fue lo que hizo Morante de la Puebla con un toro que pareció mejor de lo que en realidad fue, y eso es mérito de su lidiador. Aunque emplear el término lidiador en esta ocasión es casi obsceno.

El sevillano comenzó toreando para su antagonista. Componiendo la figura pero sin apretar para nada al de Zalduendo. Luego dio una lección de por qué al toreo con la mano derecha se le llama en redondo. Porque así, formando círculos fue ligando los muletazos que se mezclaban con los acordes de Nerva. Pero el éxtasis llegó en los naturales. ¡Qué naturales, Dios mío! Con qué pureza los fue enhebrando con el hilo rojo de la bamba de su muleta. Despacito. Al ralentí. Uno a uno pero sin pausa. El pecho siempre por delante y la cintura encajada. La voz rota en el cite. Como rotan estaban las manos de los aficionados de tocar palmas.

Con el barroquismo de un molinete volvió a enganchar otra serie con la mano izquierda que provocó una lluvia de sombreros. Estampa de otro tiempo. No se podía torear con mayor lentitud. Virtud que solo está al alcance de unos pocos elegidos en la historia de la tauromaquia entre los que se encuentra en lo más alto el niño sevillano que soñó con ser torero mientras miraba al río en su Puebla natal.  Pinchó en el primer intento malogrando el más que probable rabo que hubiese cortado de estar acertado con el acero, pero qué más daba si lo anterior tenía categoría de insuperable. En el segundo intento sí dejó enterrado el estoque.  La plaza era un clamor y al presidente no le quedó más remedio que otorgar las dos orejas.

Reconducir la efervescencia del público tras la faena anterior no era tarea sencilla. Así lo entendió Talavante que se la jugó en el quite por gaoneras. El último tercio lo inició con mayestáticos estatuarios en los medios.  Soberbia fue la siguiente serie dada al natural en la que aletearon los vuelos de su muleta.  Las tandas por la diestra resultaron perfectas de técnica y colocación pero a pesar de ello no terminaron de provocar el incendio que minutos antes había provocado Morante. De ahí que el badajocense optase por meterse en terrenos del toro para que el público fuese consciente del tremendo esfuerzo que estaba llevando a cabo. En esa distancia instrumentó un circular invertido antesala de las manoletinas con las que puso broche a su actuación. Pinchó sin soltar y luego dejó una estocada entera. Le fue recompensada su actuación con dos apéndices.

«…Reconducir la efervescencia del público tras la faena anterior no era tarea sencilla. Así lo entendió Talavante que se la jugó en el quite por gaoneras…»


 

Quedaba el sexto. La moneda en el aire para el toricantano. Y la jugó sin importarle el reto de ver a sus dos compañeros con la puerta grande asegurada. Recibió Posada de Maravillas a ‘Guiño’ con un ramillete de mecidas verónicas saliéndose hacia los medios, en donde remató con una media. Tras el quite por delantales, Jesús Márquez y Antonio Vázquez cuajaron un buen segundo tercio por el que fueron obligados a saludar, montera en mano.

Agradecido a las sabias manos que hicieron posible que Juan Luis Ambel Barranco siguiese siendo Posada de Maravillas, brindó al médico que le operó en Santander. Y puede estar orgulloso el galeno porque no solo ha recuperado al torero sino que se ha llevado para su tierra una faena en la que el joven espada ha mostrado una vez más el tremendo futuro que le aguarda. Antes de enloquecer a los presentes con la izquierda obsequió a la parroquia segedana con una serie con la diestra en la que ligó pases en redondo que remataba con los de pecho de preciosa ejecución.

Pero es la zurda la mano que le hace diferente, y así lo ha vuelto a poner de manifiesto esta tarde. Con ella administró naturales arrastrando la bamba de la muleta que perseguía con ritmo el excelente Zalduendo, que obedecía a los toques de Posada con prontitud y celo. Tiene además el nuevo matador otra virtud, y es que sabe medir perfectamente los tiempos. Tanto en la cara del toro como fuera de ella. De ahí que diese los pases justos para dejar el buen recuerdo de su actuación y a su vez dejar la miel en los labios de los aficionados que se deleitaron con los ayudados a dos manos con los que cerró al toro para colocarlo en suerte. Para no ser menos que sus compañeros también pinchó en un primer intento para luego dejar una estocada en lo alto. Y para no ser tampoco menos, también le fueron concedidas dos orejas que paseó con la sonrisa que le caracteriza.

Con los tres toreros en hombros seguidos con júbilo por el público se ponía fin a un festejo que ha entrado por derecho propio en la historia de la tauromaquia de Zafra.


GALERÍA GRÁFICA (GALLARDO)

Momento de la ceremonia de alternativa

Posada de Maravillas

Posada de Maravillas

Posada de Maravillas

Posada de Maravillas

Posada de Maravillas

Posada de Maravillas Morante de la Puebla Morante de la Puebla
Morante de la Puebla Morante de la Puebla

Morante de la Puebla

Morante de la Puebla Morante de la Puebla Alejandro Talavante
Alejandro Talavante Alejandro Talavante Alejandro Talavante
Morante de la Puebla Morante de la Puebla Morante de la Puebla
Morante de la Puebla Morante de la Puebla Alejandro Talavante

Alejandro Talavante

Alejandro Talavante

Posada de Maravillas

Posada de Maravillas

Posada de Maravillas

Posada de Maravillas

Los tres toreros en hombros


OTRAS IMÁGENES (GALLARDO)

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