Como ocurre en el fútbol también en el rejoneo hay dos rejoneadores que se destacan del resto como hemos podido comprobar esta tarde en Badajoz viendo sus evoluciones en el ruedo. Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura están por encima del resto.
|
|
Antonio Girol.-
En los rejones cada vez ocurre más como en el fútbol. Existen dos grandes que se disputan los títulos mayores y el resto se tiene que conformar con algún premio menor. Esta misma tarde hemos tenido una nueva prueba de ese paralelismo. Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura jugaban una liga diferente a la del resto de rejoneadores ajustados en el anunciado homenaje a Moura. Digo lo de anunciado porque más allá de que todos los rejoneadores han brindado sus faenas al otrora niño Moura, no he visto otro tipo de ofrenda hacia el rejoneador luso: ni una plaquita de alpaca, ni tan siquiera una ovación del público al romperse el paseíllo para que saliese a saludar.
Gesto que ya eché de menos en las dos corridas de toros. No tenía yo a la afición de Badajoz por ser tan poco sensible y sin embargo así ha sido por ejemplo con Jiménez Fortes que reaparecía después de la cornada de San Isidro y con Manzanares, depositario de la memoria de su padre. Pero visto aquello no me extraña la escasa consideración hacia un rejoneador que se supone hoy iba a ser homenajeado, o eso aparecía en los carteles.
Hablaba al inicio del paralelismo Barça – Madrid comparándolo con el de Mendoza y Ventura. Dos grandes rivales irreconciliables que se necesitan para retroalimentarse el uno al otro. Cortó Pablo Hermoso de Mendoza las dos orejas del tercero. Un toro al que paró con el azteca Churrumay, y al que clavó dos rejones. No tuvo suerte con las dos primeras banderillas que intentó colocar montando a Disparate. Se recompuso del infortunio y con el toro cosido a la grupa de Beluga dejó los mejores pasajes de su actuación. La cual remató de un certero rejón de muerte que tiró al de Los Espartales sin puntilla. Al que había colocado cortas a lomos de Pirata.
Tras él navarro salió a la arena Diego Ventura. La competencia estaba servida. Es lo que tiene la auténtica rivalidad. Romance es un luso – árabe que tiene bonito hasta el nombre, y con él paró Ventura a su antagonista. Un toro al que había que hacerle muy bien las cosas para que no se aburriese. Precisamente el aburrimiento de los espectadores desapareció de un plumazo cuando Nazarí recorrió de costado toda la circunferencia del ruedo llevando cosido al estribo al de Los Espartales. Ese gesto encendió la mecha del público que se puso literalmente de pie para aplaudir la preparación y ejecución de la mejor banderilla de toda la tarde.
En otras ocasiones he sido crítico con el rejoneador afincado en La Puebla del Río por su ausencia de temple, pero en esta ocasión me quito el sombrero ante la lección de temple que ha impartido desde su montura. Necesaria por otra parte para hacer mejor al toro que le correspondió en sorteo. Si con Nazarí y Sueño había templado, con Milagro añadió sal a la faena con el valor seco de un caballo tan torero. Con el que citó muy en corto, y en estático, para clavar batiendo al pitón contrario dos banderillas de mucha exposición. El albino Remate aparte de expresividad posee el don de andar muy despacio delante de la cara del toro, algo necesario para ejecutar la suerte suprema con acierto. De esa forma empataba con Pablo Hermoso en el número de apéndices cortados y se aseguraba la salida a hombros conjunta.
El resto de rejoneadores se han repartido una oreja por faena. Pedidas más con la nueva moda de silbar a la tradicional de flamear el pañuelo. Pero claro, cuando los propios auxiliadores de los rejoneadores tienen la fea costumbre de emular el habla de los nativos de La Gomera es normal que los que están arriba se acaben contagiando de los silbidos como forma de expresión. |
«…una oreja por faena. Pedidas más con la nueva moda de silbar a la tradicional de flamear el pañuelo…»
|
Por tanto, una cortó Joao Moura (padre) Si seguimos con la comparativa futbolera sería algo así como esos equipos que hace unos años fueron grandes y ahora ya solo pasean su nombre por los estadios, en este caso las plazas, pero que de vez en cuando con alguna jugada aislada rememoran lo que fue su anterior grandeza. Algo así pudimos evocar en ciertos pasajes de una faena en la que un noble y colaborador astado de Los Espartales fue el mejor homenaje que José Luis Iniesta pudo hacer a quien fue durante décadas bandera y continuador de la tradición patriótica del país vecino.
Acompañaron al padre en el paseíllo sus hijos Joao y Miguel. Continuadores de la tradición familiar. Sin embargo ni uno ni otro superará a su progenitor. En sus faenas faltó ajuste en los encuentros. Lo que provocó que ni uno ni otro conectasen con los tendidos, que aún así y a pesar del mal uso del acero, no quisieron que se marchasen de vacío de la plaza.
Andrés Romero es de los rejoneadores jóvenes que aspiran a alcanzar algún día a desbancar de lo más alto a los dos monstruos actuales. En su caso, y por continuar con el símil balompédico, tendría la categoría de equipo animador que compite con los dos primeros pero con menor presupuesto. Si me lo permiten un Valencia o un Sevilla. De ahí que busque el impacto de irse a portagayola con su caballo Perseo, o deje más crudo a los toros al ser el único que solo clavó un rejón de castigo.
Como les ocurre a estos equipos aspirantes al trono su cuadra no está compuesta de cracks sino de buenos caballos. De ahí que con Conquistador emulase a su maestro Diego montando a Nazarí pero sin la espectacularidad de este último. Cambió mucho de cabalgadura, sacando al ruedo hasta seis caballos distintos. Y con todos ellos tuvo momentos de buena doma. Tuvo que usar el estoque de cruceta y le fue concedida también una oreja con la que empataba con los lusos, sin embargo la sensación que dejó es de que era un empate con sabor a victoria.
GALERÍA GRÁFICA (GALLARDO) |
||
OTRAS IMÁGENES (GALLARDO) |
||