TARDES CON HISTORIA

Aquel 12 de octubre que hubo toros en Mérida

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«…Una plaza a la que con los años se le fue apagando su brillo y menguando sus efemérides taurinas. Ojalá que ese soplo de aire fresco que supone la nueva propiedad sirva para que recupere su esplendor y en fecha no lejana haya un nuevo 12 de octubre en el que se abran sus puertas…»

Antonio Girol.-

Siendo, como lo es, el 12 de octubre una fecha muy torera curiosamente en nuestra tierra no se han prodigado los festejos conmemorativos del día de la Hispanidad,  otrora de la Raza. O lo que es lo mismo, la festividad que recuerda la llegada de Colón al nuevo mundo. Y eso que en aquel primer viaje ya se enrolaron un buen puñado de extremeños que llevaron las banderas de Badajoz, Cáceres, Mérida, Cabeza la Vaca, Castuera, Villanueva de la Serena, Logrosán y Talavera la Real a bordo de las carabelas que partieran del puerto de Palos rumbo a oriente pero por el lado de occidente, que ahí estaba la gracia.

Uno de estos escasos festejos celebrados en la provincia el duodécimo día del mes de octubre tuvo por escenario la plaza de toros de Mérida, allá por 1956. Aunque no fuese conmemorativo de tal efeméride conquistadora sino a beneficio del asilo de ancianos. Para la ocasión se remató un cartel de excepción con alternativa incluida. La tercera que se daba en el coso del Cerro de San Albín.

Se anunciaban reses de la divisa madrileña de Manuel González Martín para ser estoqueadas por Miguel Báez ‘Litri’, Antonio Ordóñez y el mexicano José Ramón Tirado, que ascendía a la categoría profesional de matador de toros. A pesar de ser un cartel rematado, con dos figuras del toreo y la alternativa de un novillero con mucho ambiente, que curiosamente un mes antes había hecho el paseíllo en el mismo ruedo dejando una grata impresión con salida en hombros tras desorejar a los novillos de Osborne que le tocaron en suerte, no hubo buena entrada. Ayudó a ello el mal tiempo. Ya que según cuentan las crónicas amenazó lluvia durante toda la mañana y a las cárdenas nubes se sumó un frío propio de la estación otoñal.

La temporada del mazatleco había resultado meteórica. El 8 de abril de ese mismo año se presentaba en España. Concretamente en la plaza cordobesa de Priego y días más tarde formaría un tremendo lío en Barcelona que le reportaría, como era costumbre en la ciudad condal, actuar consecutivamente otras nueve tardes. Aquellos éxitos los refrendó en Las Ventas. Tanto en su debut acaecido el 8 de julio como en las dos veces que volvío a pisar el ruedo madrileño, en ese mismo mes.  Sumaría fechas hasta terminar su singladura por el escalafón de novilleros en cuarto lugar, con 42 ajustes. Siendo solo superado por Chamaco, Jaime Ostos y Curro Girón que torearon ese año 61, 50 y 44 novilladas, respectivamente.

«…Uno de estos escasos festejos celebrados en la provincia el duodécimo día del mes de octubre tuvo por escenario la plaza de toros de Mérida, allá por 1956. Aunque no fuese conmemorativo de tal efeméride conquistadora…»


 

Curiosamente Tirado, Ostos y Chamaco tomarían la alternativa de forma consecutiva. El primero, el citado día que aquí se cuenta. El de Écija un día más tarde, en su caso en Zaragoza. Y el onubense el día 14, como no podía ser de otra forma en la Monumental de Barcelona. Pero aún resulta más curioso que los tres llegasen al gremio de matadores compartiendo padrino y testigo, puesto que ‘Litri’ y Ordoñez oficiaron el trío de doctorados.

Vistos los números arriba reseñados se puede decir sin temor a errar el comentario que el mexicano estaba entre los novilleros destacados de 1956 y con ese ambiente tomó el galón de matador vestido de rosa y oro de manos de ‘Litri’, que le cedió la lidia y muerte de Cuellolargo, colorado oscuro, herrado con el número 26 en el costillar, que dio un peso de 275 kilos en canal, y del que paseó las dos orejas y el rabo siendo premiada la res con vuelta al ruedo.

El festejo, como era de esperar, con semejante terna anunciada en el cartel, resultó todo un éxito. A los máximos trofeos cosechados por Tirado en el primero hubo que sumar idéntico premio a Antonio Ordóñez por cuatro orejas y un rabo que se anotó Miguel Báez ‘Litri’  Con la consiguiente salida en hombros de los tres espadas, que de esta manera escribían una nueva página en el dorado libro de historia de la plaza de toros de Mérida.

Una plaza a la que con los años se le fue apagando su brillo y menguando sus efemérides taurinas. Ojalá que ese soplo de aire fresco que supone la nueva propiedad sirva para que recupere su esplendor y en fecha no lejana haya un nuevo 12 de octubre en el que se abran sus puertas. En esta ocasión para homenajear a quienes con su sangre descubrieron un nuevo mundo, al que aparte de lengua y religión también llevamos para que arraigara nuestra fiesta más universal: ¡los toros!


GALERÍA DE IMÁGENES DE ESA TARDE. FOTOS: EL RUEDO.

Cesión de trastos de Litri a José Ramón Tirado, en presencia de Ordóñez Los toreros suben tras arrastrarse el tercer toro a saludar a las ancianas del asilo
José Ramón Tirado muleteando a uno de sus toros. Litri en uno de sus pases más característicos, mirando al tendido. Desplante de un torero de época: Antonio Ordóñez