1924: Nicanor Villalta y Manuel Báez 'Litri'

Fregenal: pasado brillante, futuro incierto

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Para quienes, como es mi caso, esperábamos expectantes cada año el anuncio del cartel que por San Mateo traería hasta Fregenal a toreros o novilleros que anhelábamos ver, resulta doloroso comprobar el estado en que se encuentra un cosoy una afición que para nada merecen tantos reveses continuados

Antonio Girol.-

Hay poblaciones que con el correr de los años, y por diferentes causas, han ido perdiendo el brillo del blasón taurino de su escudo. Una de ellas es Fregenal de la Sierra. Antaño, santo y seña de la afición de toda una comarca que por San Mateo volvía los ojos hacia la cabeza de partido a fin de ver en su ruedo a destacados diestros de uno u otro escalafón.

De tal modo que unas veces tocaba novilleros punteros; y otras, corrida de toros con espadas de reputado prestigio. O incluso los dos festejos al unísono si el año había sido bueno en cosechas y se preveía afluencia de público en su acreditado rodeo matutino. Al que acudían los labradores y ganaderos de la zona para luego terminar de gastar algunos duros en ir a los toros. Así ocurrió en 1924. Concretamente hace 90 años.

En aquella ocasión dos fueron los festejos que anunciaban los carteles pegados por las paredes: Una corrida de toros con cuatro astados del Excmo. Sr. Conde de la Corte. Ganadería de postín. Serían estoqueados en solitario por Nicanor Villalta. Y una novillada con cuatro novillos de Arcadio Albarrán. Otro ganadero señero de la tierra. En esta ocasión para lidia en mano a mano entre Angelillo y la sensación de los novilleros, el onubense Manuel Báez ‘Litri’, que se despedía del escalafón para tomar la alternativa cinco días más tarde en Sevilla. Ahí es nada.

Villalta se había doctorado en tauromaquia dos temporadas antes de manos del mexicano Luis Freg en la plaza de toros de San Sebastián. Si importante resultó su campaña de neófito, no lo fue menos la siguiente. En 1923 terminaría con 41 corridas en su haber. En la citada de 1924 haría el paseíllo hasta en siete ocasiones en Madrid. Y el 1 de junio de ese año completaría uno de los triunfos más importantes de su carrera al cortar cuatro orejas en la plaza madrileña.

El turolense, a decir de sus coetáneos, era un torero sobrio cuyo punto fuerte radicaba en la muleta y sobre todo con el estoque. Dado que era un consumado matador. Para lo cual le favorecía su estatura y la manera en que ejecutaba la suerte, siempre tomando al toro en corto.

Aquella jornada septembrina pasearía el rabo de su primero y su actuación alcanzaría ecos en toda la provincia y más allá de estas fronteras al así reflejarlo la prensa de Madrid. Pero si importante fue la figura de Villalta en aquel festejo, no memos resultó la presencia de Manuel Báez ‘Litri’ la tarde siguiente. En la que iba a ser su última novillada con picadores antes de tomar galón de matador de toros.

Era mucho el ambiente que tenía el joven novillero onubense, que en la temporada anterior se había destapado como uno de las esperanzas de la fiesta por su forma de interpretar el toreo, dejándose llegar mucho a las reses. Hasta el punto de ser tomado como un claro referente de la nueva ola de toreros que tenían en la estática espera con los pies inamovibles al arranque del toro su principal virtud. Esa forma de concebir la tauromaquia segaría su vida dos años más tarde en Málaga, al inferirle una gravísima cornada el toro ‘Extremeño’ de Guadalest.

«…Acudió ‘Litri’ a Fregenal tras haber hecho el paseíllo en 28 ocasiones durante esa temporada. Pisando plazas del calibre de la de Valencia en siete ocasiones, Sevilla en cuatro y dos en Madrid, entre otras…»


 

Acudió ‘Litri’ a tierras frexnenses tras haber hecho el paseíllo en 28 ocasiones durante esa temporada. Pisando plazas del calibre de la de Valencia en siete ocasiones, Sevilla en cuatro y dos en Madrid, entre otras.  La de esa tarde del 23 de septiembre de 1924, que hacía el número 29, sería la última de una exitosa etapa que cerraría al recibir los trastos de manos de Chicuelo, con astados de Moreno Santamaría. En Fregenal cortaría una oreja y las crónicas reflejarían, como no, su tremendo valor delante de la cara de los astados. En especial en la de ‘Agujito’, un novillo de bandera que tuvo muerte de bravo y fue aplaudidísimo al arrastre.

Juzguen ustedes mismos al leer estas líneas y comparen aquel acontecimiento de hace noventa años con lo vivido hoy día en una plaza de tanta solera. La cual, de forma incomprensible, ha ido perdiendo crédito y aficionados a base de pésimas gestiones hasta sufrir el puntillazo definitivo con el veto leonino que pende sobre su cabeza desde la encerrona de Israel Lancho allá por marzo de 2012.

Esta tarde, como en aquella ocasión, las puertas de su amurallado recinto han vuelto a abrirse. Gracias a que el Patronato de Tauromaquia de la Diputación de Badajoz ha decidido incluirla entre las novilladas en clase práctica de su certamen. El único tipo de festejo que se puede hoy día anunciar en ella.

Para quienes hemos crecido cerca de las vías del ferrocarril que transita la ruta de Huelva con Zafra. Para quienes, como es mi caso, esperábamos expectantes cada año el anuncio del cartel que por San Mateo traería hasta Fregenal a toreros o novilleros que anhelábamos ver, resulta doloroso comprobar el estado en que se encuentra un coso y una afición que para nada merecen tantos reveses continuados. Vayan por tanto estas letras no solo en recuerdo de un pasado glorioso sino en la esperanza de un prometedor futuro. Que así sea.