La corrida extraordinaria del día de Extremadura se salda con la salida a hombros de los diestros Miguelín Murillo y Emilio de Justo. El resto de actuantes tuvieron que marcharse a pie al toparse con la falta de raza del encierro de Luis Albarrán y los aceros
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Antonio Girol.-
Día grande en Extremadura y día grande para seis extremeños que tenían la oportunidad de exhibir su tauromaquia en Almendralejo. La mayoría de ellos ha toreado muy poco durante la temporada. Algunos casi nada o más bien nada. Y la sensación que me queda tras ver sus actuaciones es que ninguno merece vivir relegado en el vagón de cola en el que se encuentra por culpa de que esta fiesta esté tan corrompida que por el ansia de unos pocos, al resto no les lleguen ni las migajas.
No hace tantos años atrás cualesquiera de ellos hubiese completado cartel en la mayoría de ferias extremeñas. Sin embargo actualmente, en un afán corporativista de grupo, desde marzo a octubre no hay lugar más que para cinco o seis nombres que conjugados entre ellos se repiten hasta la saciedad sin importar la categoría de la plaza o el pueblo. Y lo que es peor sin dejar que metan cabeza quienes vienen por detrás. A la fiesta se la defiende con variedad. Tanto de encastes como de nombres, y no con tantas historietas e inventos.
«…actualmente, en un afán corporativista de grupo, desde marzo a octubre no hay lugar más que para cinco o seis nombres que conjugados entre ellos se repiten hasta la saciedad…» |
Como los que mandan no les dejan actuar más que entre ellos. Media docena se vieron las caras en Almendralejo esta tarde. Fueron seis como podrían haber sido ocho o nueve porque si de algo podemos presumir en esta región no es precisamente de grades infraestructuras sino de toreros. Una pena que solo pudiesen disponer de un toro. Sobre todo viendo lo desrazada que resultó la corrida de Luis Albarrán. En la que hubo astados que borraron de un plumazo la ilusión de sus lidiadores. Que a buen seguro pensarían: “tanto esperar la llegada de este día para tener que pelearme con un manso en tablas” |
Salieron a hombros el mayoral, que no sé como interpretarlo más aun sabiendo de la seriedad que impera en esa casa ganadera, Miguelín Murillo y Emilio de Justo. Aunque podrían haber salido algunos más de haber estado más acertados con los aceros. O incluso alguno menos, de haber estado menos condescendiente el presidente. A decir verdad, no creo que una oreja de más vaya a suponer perjuicio en este caso. Si me apuran no supondrán nada porque llegará el próximo 8 de septiembre de 2015 y por desgracia todo seguirá igual. ¿Acaso alguien cree que algunos de los que hoy han toreado estarán en marzo en Olivenza, por poner un caso?
Que nadie lo tome como un sopapo a la empresa. Ni mucho menos. Al menos han apostado por esta corrida de hoy. Que es de agradecer. En el fondo todos, hasta ellos, están en manos de quienes de verdad mandan. De ahí mi nula esperanza de que vayamos a sacudirnos de encima el inmovilismo imperante en esta fiesta.
Les decía que han resultado triunfadores Miguelín Murillo y Emilio de Justo, en cuanto al número de trofeos cortados. Ambos con dos apéndices. Al emeritense le tocó un toro tardo en la embestida. Con el que tuvo que bregar desde el primer lance de capote hasta el último remate para dejarlo colado en suerte. Incluso en banderillas hubo de hacer un esfuerzo ímprobo para que el animal se le arrancase.
Entre las dos rayas le planteó faena a base de llegarle mucho con la muleta al hocico y llevarle siempre tapado con el fin de que no encontrase resquicio por el que irse a tablas. Labor de torero curtido a pesar de su juventud. En la que el temple fue la base de su tauromaquia. Mató de media caída tras epilogar con una muleta formada con las banderas de Colombia y Extremadura, en homenaje a los novilleros colombianos y al día de la región.
Emilio de Justo consiguió tornar en cañas las lanzas iniciales. Y es que su toro fue bastante protestado por el público. Sin embargo, el cacereño lo supo entender perfectamente. Le aguantó a base de medir la distancia en la que debía colocar la muleta a fin de que el animal no se sintiese obligado. Así, casi acariciando las embestidas, fue enjaretándole naturales tras naturales en una faena muy estética. De mucho gusto. En la que destacaron además los remates por bajo y los pases de pecho. Hubo de emplear el estoque de cruceta para atronar a su antagonista después de haber dejado una estocada entera algo trasera. |
«…con una muleta formada con las banderas de Colombia y Extremadura, en homenaje a los novilleros colombianos y al día de la región…» |
Los dos peores del encierro le correspondieron a Jairo Miguel y Daniel Morales. Al de Cáceres le tocó en suerte un animal desclasado y falto de raza que ya de inicio le dio un susto al hacer un quite por verónicas. Sin ninguna fijeza. Soltando la cara en un molesto calamocheo, no permitió que el joven espada pudiese estirarse en ningún momento. Solo le quedó justificarse a base de un arrimón de mucho valor. Como a perro flaco todo se le vuelven pulgas, se atascó con el estoque y perdió cualquier posibilidad de trofeo. Fue fuertemente ovacionado cuando saludó desde el tercio.
No es que fuese mucho mejor el burel que le correspondió a Julio Parejo. Pero al menos éste no tiraba derrotes en cada embestida. En cambio era soso hasta decir basta y salía distraído en los finales. Se dobló Parejo de inicio con él para luego terminar, a fin de encontrar algo de eco en los tendidos, metiéndose entre los pitones; que era lo único que podía hacer ante la sosería del animal. Mató de entera tras varios pinchazos y le fue concedida una oreja.
Daniel Morales pechó con un manso de libro. Desde que salió por toriles apretó hacia adentro. Y aún me estoy preguntando cómo no arrolló en alguna ocasión al joven torero pacense afincado en Cáceres. Porque hubo momentos durante la faena de muleta en las que casi atropelló a la razón en su afán por agradar. El astado no le permitió estirarse todo lo que hubiese deseado pero en algún que otro pasaje sí pudo dejar unas gotas del toreo que sueña. Al igual que sus compañeros, no le quedó más remedio que optar por el arrimón final. Para no ser menos que el resto, tampoco anduvo acertado con el acero. Le fue otorgado un apéndice como premio.
«…Por esas cosas incomprensibles que les narraba al inicio de esta crónica, Tomás Campos no había vuelto a vestir de luces desde que Morante de la Puebla lo invistiese doctor en tauromaquia el pasado junio en Badajoz…» |
Por esas cosas incomprensibles que les narraba al inicio de esta crónica, Tomás Campos no había vuelto a vestir de luces desde que Morante de la Puebla lo invistiese doctor en tauromaquia el pasado junio en Badajoz. Quien lo diría viéndole esta tarde en Almendralejo, ¿verdad? El más novel de los matadores pacenses llenó el ruedo con su toreo pulcro y puro. En el que acarició la embestida del sexto hasta hacer que pareciese un toro mejor de lo que fue. Lo cuidó y lo mimó con su muleta al natural. Echando siempre los vuelos adelante y enganchando al de Luis Albarrán para en cada muletazo gustarse. A su actuación solo le pongo un pero: tiene que aprender a vender mejor lo que hace en el ruedo. Esa verdad y esa pureza es mercancía cara y hay que exportarla a los tendidos. Ojalá consiga dar ese paso. Pero para ello ha de estar anunciado en los carteles y no en su casa de Llerena. Pinchó en el primer intento y a punto estuvo de rememorar la imagen de Posada de Maravillas en Pamplona. Luego dejaría media atravesada que resultó suficiente. Paseó también un trofeo. |
GALERÍA GRÁFICA (ALFONSO PLANO) |
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GALERÍA DE CUADRILLAS (ALFONSO PLANO) |
OTRAS IMÁGENES (ALFONSO PLANO) |
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