La generosidad presidencial unida al esfuerzo de los novilleros hacen posible que Miguel Ángel Silva y David de Miranda salgan en hombros de la plaza. Garrido no tuvo suerte con el peor lote de la tarde. Mala novillada de Buenavista
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Antonio Girol.-
Si usted no estuvo en Cabeza la Vaca o no vio la novillada por televisión y lee por ahí, en algún breve, que se cortaron seis orejas y un rabo pensará, en buena lid, que fue una novillada extraordinaria. Sin embargo la realidad fue totalmente distinta. Tal dispendio obedeció simplemente a la dadivosidad de la presidencia, que confundió el día de San Benito con el de los Reyes Magos. De lo contrario no se entiende que hubiese esa facilidad para regalar trofeos.
Habrá quien me lea y piense que dar muchas orejas y ¡hasta un rabo! otorga importancia a las plazas. Sobre todo a las de los pueblos. Algo que no comparto. Si son merecidas como la decena que se cortaron en este ruedo el pasado año, perfecto. Por cierto que en aquella tarde no hubo necesidad de otorgar ningún rabo para que la novillada haya pasado a su particular historia. Pero, en cambio, si son como las de hoy, lo único que hacen es depreciar su valor, y por ende el de la plaza. |
No quisiera que alguien tomase mis letras como un ataque a los tres novilleros. Al revés. Me parece que la terna hizo un esfuerzo titánico en el ruedo. Lo que me da pena, como aficionado, es que tal generosidad iguala el fabuloso encierro del pasado con el pésimo del presente. Y eso es injusto.
Dicho lo anterior huelga comentar el juego de los utreros de Buenavista. Novillada desrazada. Sin nada de bravura en su interior. La antítesis de la del año anterior. Con la que tuvieron que inventarse las faenas los tres novilleros.
Al final ese mal juego provocó cierta abulia en los tendidos. Y eso que el público estuvo exquisito. Ni una sola protesta al inicio cuando comprobaron que con el adelanto horario habían pagado sombra para estar al sol, ni al final por el mal juego del ganado. Silencio. Ese silencio que es seña de identidad durante la lidia en esta plaza y que llama la atención en el forastero.
Se podría decir, siendo generoso, que el lote de Miguel Ángel Silva fue el tuerto en el reino de los ciegos. Y ni eso. A su primero le enjaretó una faena en los medios. A la que dio inicio con un pase cambiado por la espalda. Entendió rápidamente que si quería que su antagonista le durase no le podía exigir y de ese modo le fue administrando muletazos con suavidad. Mejor por el lado derecho que por el izquierdo. Terminó metiéndose en terrenos de cercanía en un intento de poder llegar a los tendidos. Puso epílogo por manoletinas y dejó una estocada entera. Dos orejas fueron a parar a sus manos.
Al cuarto lo saludó a la verónica, flexionando la rodilla. Por gaoneras lo quitó del caballo de picar. Y comenzó el último tercio con ayudados por alto. Sin embargo todo el esfuerzo fue en vano porque cuando intentó bajarle la mano para ligar los muletazos el novillo clavaba los pitones en el ruedo y amagaba con dar una nueva voltereta. Digo amagaba porque ya había dado dos antes. Una tras el puyazo y otra en banderillas. Aun así, incomprensiblemente, a este novillo se le pusieron tres pares y con el resto se cubrió el expediente con dos. Doctores tiene la iglesia…
Entre las costaladas y la falta de casta, el juego del utrero se fue apagando conforme Silva le apretó un poco con su muleta. Ni al natural, por cuyo pitón se quedaba muy corto, ni en redondo dada la sosa embestida consiguió transmitir emoción a los tendidos. Y tuvo que optar por volver a achicar el espacio entre sus muslos y los pitones en un claro intento por poner la raza que le faltaba a su antagonista. Si algo no se le puede achacar a Miguel Ángel esta tarde ha sido las enormes ganas que ha traído en su esportón y su deseo por triunfar y por quitarse la espina de su anterior comparecencia en este ruedo. Mató también de buena estocada y nuevamente fue premiado con dos orejas. La segunda, muy generosa.
La mayor atracción del cartel era Jose Garrido. Su rastra de triunfos importantes en plazas como Valencia, Madrid o Sevilla le antecedían como reclamo para la afición cabezalavaqueña, que tenía ganas de verle mecer el capote con la cadencia que lo caracteriza o dominar a los toros con esa solvencia muletera que le hace ser el líder de su generación de novilleros.
Sin embargo, su paso por este ruedo no quedará en el recuerdo. Con diferencia sorteó el peor lote de la tarde. Su primero, castaño de pelo, enseñó las credenciales desde el inicio. Sin una pizca de casta en las venas, la poca bravura que por ellas corría se fue en el largo puyazo que le administró Dionisio Grilo, que levantó las iras del respetable.
De poco sirvió que iniciase la faena de muleta a pies juntos, con ayudados por alto. En cuanto se encajó e intentó ligar los muletazos, el de Clotilde Calvo le dio la culata y se fue a tablas. Allí le buscó Garrido que intentó justificarse con un arrimón que lo único que podía reportarle era algún susto en los arreones de manso con los que el animal se defendía. Lo mató de estocada caída y saludó una ovación en el tercio.
«El juego de los utreros de Buenavista. Novillada desrazada. Sin nada de bravura en su interior. La antítesis de la del año anterior. Con la que tuvieron que inventarse las faenas los tres novilleros» |
Al quinto lo saludó con el fogonazo de cuatro faroles de rodillas en el tercio. Para desgracia del respetable ni siquiera se pudo ver a Jesús Díez ‘Fini’ en banderillas, al solo poder poner un par y dejar a la concurrencia con las ganas de verle poner un segundo. Con total seguridad se abría desmonterado en la plaza que le vio debutar como banderillero. La faena de muleta de Garrido tampoco tuvo más que destacar que la voluntad que exhibió el torero ante un animal que se vencía hacia adentro y que en dos ocasiones estuvo a punto de levantarle los pies del suelo. Algo que sí ocurrió al final, cuando intentando descabellar le dio un arreón que provocó que se hiciese un corte en el dedo índice. Con la toalla presionando la herida saludó otra nueva ovación de un público que se quedó con las ganas de verle en toda su extensión. |
Había mucho interés en ver a David de Miranda en Cabeza la Vaca. No en vano, el día que debutó con caballos arrastró hasta Huelva a casi un centenar de aficionados. La pena es que ninguno de sus dos novillos le permitió más que enseñar una pequeña muestra del toreo que atesora en sus muñecas.
Es conocida, a pesar de su corto bagaje profesional, la quietud y el valor que posee el de Trigueros. Y son seña de identidad de su tauromaquia las saltilleras. Que administra con un estilo muy propio. Con el capote totalmente recogido en la espalda y dejándose llegar mucho el novillo ante de sacar los vuelos. De ese modo quitó a su primero del caballo. Y esa misma quietud exhibió en los ayudados por alto con los que inició el último tercio, rematados con mucho gusto por bajo. Sin embargo, todo lo bueno que se vislumbraba en su faena duró un suspiro. Lo que tardó en agotarse la ‘gasolina’ de su antagonista. En total, un par de tandas con la derecha en la que ligó con temple los muletazos. Por el lado izquierdo, el animal salía suelto en el segundo natural desluciendo el trazo.
Volvió de nuevo al pitón diestro y, al igual que sus compañeros, hizo gala de mucha voluntad y ganas por agradar, como en las bernadinas con las que abrochó su actuación. Muriel, su tercero, le levantó al novillo hasta en dos ocasiones, con lo que se enfrió, aún más, el ambiente y tuvo que conformarse con la pedrea de una vuelta al ruedo.
Lo mejor de la tarde vendría en el sexto. Sobre todo, al natural. Casi sin molestar al utrero fue desgranando con suavidad naturales con mucho temple. Fueron dos series de mucho gusto, que quedaron prendidas en la retina junto al epílogo de faena, también al natural. En este ocasión dadas a pies juntos. Una delicia para el paladar. Lástima que por el lado derecho el animal no tuviese un pase y se dedicase a soltar tornillazos con un molesto calamocheo, que impedía cualquier tipo de lucimiento. Mató de una gran estocada.
Luego vendría el número del rabo. No tiene necesidad David de que su cuadrilla pida los máximos trofeos para su torero como si estuviesen pregonando naranjas en una esquina. Me refiero a exhibir el género voz en grito y con movimientos ostensibles. Sí, ayer picó el presidente; pero esas formas, por desgracia, lo único que hacen es malbaratar el premio. En un torero que por personalidad y tauromaquia puede cortar muchos trofeos sin necesidad de empujones extras.
OPINIÓNUna oportunidad para aprender.
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El refranero español es muy rico para aplicar tantos dichos, dimes y diretes como sean necesarios para cada experiencia. Y esta tarde una más, según los ojos con los que se mire, pero con una objetividad palpable como que ‘Nunca te acostarás sin aprender una cosa más’ o ‘De los errores se aprende’. No en vano, lo vivido hoy sirve para demostrar que para aprender se antoja necesario dar dos pasos hacia adelante, aunque se dé uno para atrás, pero siempre avanzando.
De esta manera, si el año pasado las gradas estaban casi repletas, en esta ocasión la cal de los tendidos se veía resplandeciente en algunas zonas, además en una tarde en la que ha apretado el calor. Si el año pasado tocaba la cara con la ganadería, este año en parte la cruz, acrecentada a veces a lo largo de las faenas. O si el año pasado el triunfo de los novilleros fue con contundencia, ahora acompañó con contrastes.
No obstante, de todo se aprende y de hecho este festejo ha brindado una oportunidad, tanto para crecer mirando los errores, como para mejorar aspectos que llevan al éxito. En este sentido, se trata de conseguir una satisfacción generalizada, tarea nada fácil, pero en la que al menos se pueda apreciar la actitud.
En cualquier caso, destaca sobremanera que ha quedado patente que hay garantías de prosperidad en esta terna y que con esfuerzo se consiguen los objetivos, siempre que no sean mancillados, de modo que se pueda aprender constantemente.
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