«…a la empresa de Sevilla le importa muy poco los méritos que los toreros se ganan en la plaza, y en el fondo creo que tampoco le importa mucho la afición que, en definitiva, es la que nos mantiene a todos. La afición de Sevilla se lo merece todo. Y precisamente de eso se aprovecha su empresa. Pero todo tiene un límite…»
Miguel Ángel Perera.-
Nunca me ha gustado que las conversaciones, detalles o circunstancias que conllevan una contratación trasciendan públicamente, pero en estos momentos tengo la obligación de aclarar los motivos que me han hecho tomar la decisión de no torear en Sevilla con la actual empresa que regenta la Real Maestranza. Cada vez que me visto de torero lo hago con la intención de darlo todo en la plaza, incluso la vida, y lo hago, fundamentalmente, para ganarme el respeto de la afición, pero también el de las empresas. Es lo que me dictan mi honradez y mi dignidad.
Parece ser que a la empresa de Sevilla le importa muy poco los méritos que los toreros se ganan en la plaza, y en el fondo creo que tampoco le importa mucho la afición que, en definitiva, es la que nos mantiene a todos. Y es por la afición de Sevilla y por su plaza -que es una joya-, es por la que en muchas ocasiones, y en contra de la opinión de mi apoderado, he decidido torear allí, aún sabiendo que no estaba siendo tratado justamente.
Después de hacer una gran temporada en toda España en el año 2008, habiendo triunfado en Sevilla cortando dos orejas a un toro, y consiguiendo el trofeo que otorga la Real Maestranza a la ‘Mejor faena’ de esa Feria, cuando llega la hora de mi contratación para la temporada 2009, resulta que ya habían hecho varios carteles y habían sido elegidas, por otros compañeros, corridas que me hubiera gustado torear a mí. Ese año nos quedamos fuera de Sevilla.
Llega la siguiente, la de 2010, y renuncio a ganar lo que cobraba ese mismo año en plazas de la misma categoría e, incluso, en plazas de inferior, por estar anunciado en Sevilla.
En el año 2011 cierra mi apoderado dos tardes en la Feria y una tercera en San Miguel, concretamente con una corrida de Torrealta, y dos días antes de anunciar la Feria nos enteramos de que la corrida de Torrealta estaba cerrada con otro cartel. Mi apoderado dice que en esas condiciones no toreamos, pero la empresa nos pide, por favor, que aceptemos, que con todo cerrado ya les causaríamos muchos problemas, que tendrían que desbaratar carteles el día antes de la presentación, y era un jaleo, y que nos compensarían para el año siguiente teniendo en cuenta el favor que le hacíamos. Una vez más, acepto. Todo por estar anunciado en Sevilla.
Pero no sólo eso: cuando llega el momento de liquidar nos piden también que les rebajemos el dinero que se había pactado en la contratación porque, según ellos, «la Feria no se nos ha dado bien». También acepta mi apoderado esa rebaja, y se comprometen, una vez más, a tratarnos de forma «privilegiada» -según ellos-, de cara a la siguiente temporada. Las palabras de Eduardo Canorea fueron: «yo soy una persona agradecida y no olvido a los que tienen esos detalles conmigo».
Pues bien, al año siguiente ni siquiera nos llaman. Ese invierno se había creado el G-10. Ellos consideraron que se les atacaba directamente con la creación del grupo y, según palabras de Ramón Valencia, «se tenían que defender», dejando fuera de la Feria a algunos componentes del grupo. Y a mí me consideraron uno de los ‘cabecillas’…
Tampoco toreo ese año en Sevilla. Pasa la temporada y le digo a mi apoderado que olvidemos lo pasado, y que cuando llamen, los atienda como si no hubiera pasado nada, y que dejemos los resentimientos fuera. Así lo hace. Nos contratan tres tardes, y otra vez nos piden una rebaja en los honorarios porque la Feria ha sido, según ellos , «un desastre». Pues también aceptamos.
Mi sorpresa llega cuando leo y escucho las declaraciones que hace Eduardo Canorea en la rueda de prensa que convocó el pasado mes de diciembre, desconsiderando a compañeros que tienen todos mis respetos y que, además, nos representan -porque nosotros los hemos elegido- y culpando a los toreros, incluido a mí -porque también me nombra-, de todos los males de la Fiesta, porque estamos «en el limbo o en la parra».
¿Es ésta una empresa agradecida ?
¿Es ésta una empresa responsable?
¿Es ésta una empresa justa con los toreros ?
Sinceramente, creo que no, y por eso apoyo a los compañeros que también han expresado su intención de no torear en Sevilla con esta empresa. Es lamentable que se haya tenido que llegar a esta situación, porque insisto en que la afición de Sevilla se lo merece todo. Y precisamente de eso se aprovecha su empresa. Pero todo tiene un límite.
*Miguel Ángel Perera es matador de toros.