El diestro de Villafranco del Guadiana homenajeó al crisol de culturas que componen las naciones taurinas en una tarde en la que dejó para el recuerdo seis faenas de disposición, conocimientos y personalidad, y en la que se jugó la cornada en dos ocasiones dada su tremenda honradez a la hora de exponer su tauromaquia en el ruedo.
BADAJOZ – Corrida extraordinaria
TOROS: Se han lidiado toros de Zalduendo, bien presentados, de juego desigual. Mejor los dos primeros que los otros cuatro que presentaron complicaciones.
ÚNICO ESPADA:
Antonio Ferrera (de verde Extremadura y oro), oreja, oreja; ovación con saludos; dos orejas, silencio y oreja.
Sobresalientes: Álvaro de la Calle y Enrique Martínez ‘Chapurra’
INCIDENCIAS: Lleno en el aforo permitido. La plaza lució engalanada con guirnaldas de flores en las barreras y las banderas de todas las naciones taurinas que también adornaron los papelillos de los garapullos. Al inicio del paseíllo la banda del Maestro Tejera atacó con el himno de Extremadura. A la finalización de este se guardó un respetuoso minuto de silencio en memoria de las víctimas del COVID. Tras el cual sonaron las notas del himno de España y vivas al Rey y a España. Los alumnos de la Escuela Taurina de Badajoz hicieron entrega de un presente a Antonio Ferrera. Una cerrada ovación del público a Ferrera hizo que este sacase a todos los hombres de su cuadrilla a saludar desde el centro del ruedo. Saludaron en banderillas en el cuarto Miguel Murillo y Antonio Vázquez.
Antonio Girol.
Hay tantas tauromaquias en Antonio Ferrera que su encerrona en solitario de esta tarde en Badajoz sobre el papel se presumía variada y llena de matices. Y a fe que así ha sido. Porque hemos podido ver al Ferrera en sazón del magisterio de su madurez y al torero de pundonor a flor de piel de sus inicios. Al Antonio lidiador y al diestro que domina todas las suertes con esa facilidad que solo tienen los elegidos. Hemos vibrado con su toreo de quilates y hemos tenido el corazón en un puño con las espeluznantes cogidas. Ha sido como si en una sola tarde hubiésemos tenido la dicha de repasar toda su carrera.
Pueblo – 546 kg
Al primero lo saludó ganándole terreno hasta desembocar en la boca de riego con una media. No estaba el de Zalduendo sobrado de fuerza por lo que lo midió en el caballo de donde lo quitó por delantales. Con mimo, dando tiempos, fue haciéndolo en la muleta, sin molestarle en las primeras series a media altura rematadas con pases de peco de pitón a rabo. Los naturales en el centro del platillo tuvieron ligazón, empaque y temple. Entró a matar dando mucha distancia y yendo al paso en una demostración de valor e inteligencia similar a la que había exhibido durante el conjunto de la faena.
Tulipa – 553 kg
Al segundo lo saludó con la variedad capotera del toreo mexicano para después estirarse a la verónica que remató con una revolera. Le costaba ir al caballo al de Zalduendo por lo que Ferrera en una decisión controvertida ordenó a su picador José María González que picase fuera de las dos rayas. Lo que provocó alguna protesta en los tendidos y que el toro en el encuentro con el peto derribase al caballo. En la segunda vara, también en los medios, sí pudo sujetar al astado lo que desató la ovación del respetable que despidió al picador entre aplausos. El de Zalduendo en la muleta mostró el mismo carácter reservón que había exhibido en varas. Ferrera por medio de la voz y dejándole siempre la muleta en la cara tiró de él en series con la mano diestra en una faena en la que mostró sus dotes de gran lidiador y un excelente manejo del toreo al natural con el que epilogó su actuación. De nuevo ejecutó la suerte de matar dando muchos metros y yendo al paso.
Primoroso – 552 kg
El tercero mostró brusquedad desde salida. Apretó en el caballo que montaba Carlos Prieto que lo agarró bien con el palo. Cuando el picador se retiraba volvió a ir al encuentro. Era el de Zalduedo un animal de los que hacen cavilar: reservón, siempre midiendo. En un descuido de Ferrera lo volteó de manera muy fea, haciéndolo girar en el pitón. El susto se apoderó de toda la plaza. Repuesto, volvió a la cara del toro y le ganó la partida en una faena de toma y daca en la que el animal siempre le buscó los tobillos. Y en la que tuvo que hacer uso de toda su capacidad lidiadora para sortear las tarascadas que le lanzaba su antagonista. Como a sus dos anteriores turnos también lo mató al paso y dando mucha distancia, y en este caso diría que una ventaja innecesaria al animal. A diferencia de las dos anteriores esta vez la estocada no fue tan certera.
Utópico – 565 kg
El cuarto fue saludado con palmas al salir al ruedo. Serio con los pitones arremangados, fue recibido por Ferrera con una larga cambiada en el tercio. Se frenó mucho en las verónicas. Con un galleo con el capote a las espaldas lo sacó del peto levantando al público de los asientos. En banderillas saludaron Miguel Murillo y Antonio Vázquez. También tuvo mucho que torear el castaño que protestó durante toda la lidia. Ferrera se lo llevó a los medios. Allí le dio distancia y aprovechó la inercia de las embestidas para ligar en redondo. Hubo compases de la faena en los que pudo relajarse, a pesar de la protesta del astado, y sacar muletazos muy hondos y templados. Especialmente por el pitón izquierdo y en los cambios de mano. Los naturales con la diestra tuvieron gusto y relajación, en una demostración de que el hombre con su inteligencia había podido con el animal. El cierre por ayudados por alto y rematado con la gracia de un molinete abelmontado terminó por calentar el ambiente. Una vez más hizo uso de la larga distancia para entrar a matar. En esta ocasión de efecto fulminante.
Ofuscado – 543 kg
Hubo cadencia en el recibo a la verónica del quinto. Como también en las que enjaretó al quitarlo del picador. Tuvo el Zalduendo el defecto de quedarse en las zapatillas y revolverse muy rápido buscando lo que dejaba atrás. Ferrera lo fue ahormando a base de perderle un paso en las primeras tandas por el pitón derecho. Por el izquierdo se desplazó algo más largo, pero con el hándicap de que soltaba un molesto tornillazo. Otro toro para tener que pensar en la cara y otro toro para que Antonio Ferrera mostrara sus dotes de excelente lidiador, con una lidia con aroma añejo sobre sobre las piernas. En la bocana de la puerta de Arrastre había una pancarta con la fecha de la tragedia de Talavera, a buen seguro que Joselito desde el cielo disfrutó viendo cómo un siglo después aún perdura su tauromaquia total en las muñecas de un torero extremeño. A la quinta también fue la vencida de hacer la suerte suprema al paso y dando metros a su antagonista.
Nóbel – 527 kg
En el sexto se fue a la puerta de chiqueros para recibirlo a portagayola. Antes de que saliera los picadores, Raúl Ramírez hizo el salto de la garrocha. Provisto de los palos y del capote quitó al toro y acto seguido, sin dejar que los caballos abandonasen la plaza, puso un par de banderillas. Tras el primer par los dos sobresalientes entraron en quites. El resto del segundo tercio lo completó la cuadrilla. Ante la insistencia del público, el diestro puso un último par con los colores de la bandera de España y amenizada con los acordes de la Concha Flamenca. Lo que debió ser una apoteosis pudo terminar en tragedia al sufrir una cogida muy fea. Sin chaquetilla, con el chaleco hecho jirones se puso de rodillas y de esa guisa comenzó a muletear al Zalduendo que, como sus hermanos, se defendió tirando gañafones y, además, se rajó muy pronto. Tuvo Antonio que buscarlo en las tablas y a base de jugársela se inventó una faena preñada de raza y pundonor. Dos de los ingredientes que a lo largo de su carrera le han catapultado de figura a maestro del toreo.
GALERÍA GRÁFICA – FOTOS: GALLARDO
IMÁGENES CAPTADAS EN 1/4 DE SEGUNDO – FOTOS: JMª BALLESTER