HERRERA DEL DUQUE - Corrida de toros

Triunfo de Garrido. Escribano y Juanito fallan a espadas

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José Garrido (foto: @Prensagarrido)

El diestro de Badajoz cortó dos orejas del quinto victorino y pudo tocar pelo en el segundo de haber estado más acertado con el acero. Lo mismo que sus compañeros Manuel Escribano y Juan Silva ‘Juanito’ que perdieron las orejas del cuarto y el tercero, respectivamente, por culpa del mal uso de la espada. Buen encierro del ganadero madrileño que debutó en la plaza herrereña.

HERRERA DEL DUQUE – Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de Victorino Martín, cinqueños, muy bien presentados a excepción del quinto feo de cornamenta, corrida seria y en el tipo de la casa. El 5º de nombre Planetario premiado con vuelta al ruedo en el arrastre. Cinco de los seis astados fueron ovacionados de salida. Dos de los toros reseñados no pudieron viajar a Herrera del Duque por sufrir sendas cornadas en el campo. Salieron al ruedo por este orden: 1º) Vergelero, nº 23, 590 kg. 2º) Gargolito, nº 46, 515 Kg. 3º) Gaditano, nº 24, 520 Kg. 4º) Platónico, 22, 500 Kg. 5º) Planetario, nº 4, 480Kg. 6º) Matemátias, nº 14, 552 Kg.

TOREROS:
Manuel Escribano (de nazareno y oro), ovación con saludos y vuelta al ruedo.
José Garrido (de palo de rosa y oro), ovación con saludos y dos orejas
Juan Silva ‘Juanito’ (de verde hoja y oro), ovación con saludos y vuelta al ruedo.

INCIDENCIAS: Tarde de temperatura agradable. Primera vez que la divisa de Victorino lidiaba en Herrera del Duque. El banderillero Alfonso Gómez resultó herido durante la lidia del tercero. Sufrió una cornada en la región glútea de 10 cm. Fue derivado al hospital de Don Benito para exploración quirúrgica que descarta lesión en el recto. Javier Valdeoro saludó en banderillas tras palear al quinto.


Antonio Girol.

       La apuesta no era sencilla. Para nadie. Ni para el Ayuntamiento de Herrera del Duque que, a diferencia de otros ayuntamientos, apostó porque hubiese toros en su feria. Ni para el empresario que, en tiempos de tanta incertidumbre, se la jugó fuerte con una corrida de Victorino. Pero sobre todo no era sencillo para los toreros que prácticamente descorchaban en esta corrida la temporada. En el caso de Juanito, además viéndoselas por primera vez con los toros de la A coronada. Por eso, esta corrida ha tenido una importancia capital en este agosto atípico con independencia de las orejas cortadas, que de haber estado más acertados con los aceros, hubiese sido mayor.

      La seriedad de la corrida que mandó Victorino desde Las Tiesas encontró respuesta en la que demostraron los tres espadas que estuvieron a la altura de las exigencias que demandaba la tarde. De la terna, el triunfador numérico resultó José Garrido, que paseó las dos orejas del quinto. Tan feo de encornadura como bueno en la muleta del torero de Badajoz que lo entendió a la perfección. Le dio la distancia y los tiempos que el victorino necesitaba para ir haciéndolo con paciencia, sin prisas ni tirones innecesarios. Con suavidad. Si bueno fue el toreo con la diestra, mejor fue con la zurda. Los compases de más quilates llegaron por el pitón izquierdo, por donde el toro cogía mejor los vuelos de la franela. Garrido a base estar muy bien colocado delante de los pitones y con mucha firmeza cinceló naturales de mucha verdad. De esa manera construyó una faena muy maciza, de torero muy maduro, en la que se sintió a gusto cuajando a ley a un buen toro premiado con vuelta al ruedo.

     La espada impidió que cortase trofeos en su primero que humillaba mucho y al que el diestro pacense saludó de capote llevándolo muy largo, en lances flexionando la rodilla, muy toreros. Esa virtud de humillar la mantuvo el victorino en el último tercio. Garrido le dio distancia, que era lo que demandaba, presentándole siempre la muleta muy planchada y por abajo en una faena de toma y daca. Los naturales también tuvieron el denominador común de la profundidad, pero el pitón por el que mejor se desplazaba era el derecho, por el que obedecía mejor a los toques, y el de Badajoz lo aprovechó a fondo.

     De los tres toreros, el que más horas de batalla en este tipo de corridas tiene en su currículum es Manuel Escribano que de salida se topó con el toro más complicado del encierro. El astado echó las patas por delante en el saludo a la verónica. Los dos puyazos que le administró Juan Francisco Peña sirvieron para ahormar al victorino, al que Escribano puso tres pares de banderillas con la solvencia y facilidad que le caracteriza. Especialmente meritorio resultó el tercero, al violín quebrando, con susto incluido al salir del par y perder pie.

    Se dobló Escribano con firmeza y a base de toques fuertes en el inicio de faena de muleta doblegó la embestida correosa del toro que no regaló nada. Le faltó al animal desplazarse hacia adelante por el izquierdo que fue el pitón por el que construyó Manuel los primeros compases de su labor. Por el derecho se quedaba en las zapatillas y en los finales echaba la cara arriba. Las complicaciones que evidenció durante la lidia las exhibió también en la suerte suprema sin dejar que pasase el de Gerena, que estuvo certero con el estoque de cruceta.

      Se pudo estirar a la verónica Escribano con el cuarto, al que lanceó con mucha suavidad. Para mí, el mejor toro de la tarde; aunque no fuese el premiado con la vuelta al ruedo. Un animal, hermano del Platónico indultado hace cuatro años en Illescas, que puso en evidencia la buena reata de la que procede. Sin más probaturas que un par de tanteos, el diestro sevillano se echó la muleta a la izquierda y comenzó a desgranar naturales que el toro cogió metiendo bien la cara y desplazándose con ritmo. Toreó Manuel con relajación y templando mucho las buenas embestidas del astado que mostró calidad en forma de humillación y nobleza. El cambio de manos del de Gerena mientras sonaban las notas del pasodoble En er mundo tuvo aroma y gusto. Como todo lo que hizo en una faena muy templada a este Platónico que se desplazaba al ralentí. Lástima que no estuviese acertado con el acero porque mereció mayor premio que la vuelta al ruedo.

     Como también mereció mayor recompensa la actuación de Juan Silva ‘Juanito’ con su primero. Un toro que no fue fácil y que tuvo el defecto de escarbar y moverse mucho durante toda la lidia. Juanito, con la cabeza muy despejada, supo ver muy rápido que en los medios le iba a ayudar y allí, tras doblarse en los muletazos de tanteo, le planteó faena. El secreto de su éxito estuvo en enganchar al toro en largo y con suavidad tirar de él en series bien medidas. Aunque era un animal noble no era fácil por lo mucho que se movía, sin embargo el joven matador lo entendió bien, ligándole los pases siempre por abajo. Otro defecto que tuvo el de Victorino fue el salir de las series mirando a tablas, pero Juan lo llevó siempre muy toreado por ambos pitones e impidió que saliese suelto. La espada, como ocurrió con sus dos compañeros, fue la nota negativa de una labor muy bien planteada a un astado que cuando Juanito le dejaba la muleta muerta la cogía hasta el final del trazo.

      El sexto, al que Juanito recibió lanceando bien los brazos con el capote, reponía muy rápido en la muleta, lo que obligaba a tener que estar muy despierto delante de su cara. Le costaba al victorino coger el primer muletazo, sin embargo, a base de colocación y de echarle siempre la franela en el hocico, fue tirando del astado hasta conjugar una faena muy seria con tandas de mucha entrega por ambos pitones. Labor importante de un torero joven al que no le pesó la responsabilidad de torear su primera corrida de Victorino. Buena carta de presentación de cara al futuro.


GALERÍA GRÁFICA – FOTOS: VÍCTOR LUENGO