Recreación histórica de la alternativa de Luis Reina en la plaza de toros de Badajoz, fechada en la tarde del 24 de junio de 1980. El torero de Almendralejo recibió el galón de matador de toros de manos de Ángel Teruel, con el testimonio de Curro Vázquez, que le cedió la muerte de Majadero, astado de la divisa de Bernardino Píriz Carvalho.
Antonio Girol.-
Badajoz. Año 1980. Festividad de San Juan. Día grande en la ciudad pacense. Y día, aún más grande, para un joven torero de Almendralejo. Luis Reina va a tomar la alternativa. Lo hará en la misma plaza en la que, seis años atrás, actuó por primera vez en público.
El toricantano recorre los kilómetros que separan su ciudad natal de Badajoz al volante de su Seat, modelo 133, de color rojo. Aparca el automóvil en las inmediaciones del novísimo Hotel Lisboa. En donde descansará a la espera de vestirse de torero.
En el vestíbulo del establecimiento hotelero le espera su cuadrilla, formada por: Flores Blázquez, Luis Mariscal y Adolfo Lafuente, sus tres hombres de confianza, que unidos a los picadores Martín López y Pablo Flores; y a Susoni, su fiel mozo de espadas, conforman el plantel que le han acompañado en su triunfal trayectoria de novillero con caballos.
Les saluda y estos, que han regresado del sorteo, le comentan que las cuadrillas de Ángel Teruel y Curro Vázquez, padrino y testigo de alternativa respectivamente, le han cedido la elección del toro de Bernardino Píriz Carvalho que más les guste. Ellos tras un breve parlamento en los corrales de la plaza decidieron elegir a Majadero, el más bonito del ya por si parejo y armónico encierro que don Bernardino ha mandado desde Las Noras a la plaza de Badajoz.
Reina sube a la habitación y pide que le pongan conferencia telefónica con su apoderado. Conversa con Antonio Ródenas y con Piti Ponce, veedor de Ródenas y por ende de la familia Chopera. Después se comunica también por teléfono con la casa Píriz, donde el padre y los hijos le dan ánimos y corroboran lo dicho por todos, que es el toro ideal para una efeméride tan importante.
Baja a almorzar. Únicamente una tortilla francesa. Y se retira a la habitación. Duerme una plácida siesta hasta que Susoni le despierta para empezar el ritual de vestirse de torero.
El mozo de espadas ha montado dos sillas con sendos trajes de estreno confeccionados por Santiago Pelayo para que el torero elija: celeste o grana. Ambos bordados en oro.
Medita el torero la decisión y se decanta por el segundo. Comienza la hora de la verdad. La de enfundarse el terno que lleva a la gloria.
El Peugeot 403 con todos los avíos en la baca, incluido el botijo rotulado, espera a la puerta del hotel. Salen con suficiente tiempo. El joven espada tiene ganas de llegar pronto a la plaza y aspirar el aire que allí se respira.
La expectación es máxima. A pesar de no ser festivo en otras poblaciones de la provincia, son muchos los aficionados que se han desplazado hasta Badajoz para seguir en directo las evoluciones del festejo. Especialmente desde Almendralejo, ciudad de residencia del joven Reina. De donde la empresa LEDA ha fletado un gran número de autobuses.
Llegan los otros dos espadas. Teruel ha elegido un traje salmón muy sui géneris, en el que hay ausencia de alamares en la chaquetilla que han sido sustituidos por los arabescos del oro en forma de bordado. En el caso de Curro Vázquez, más clásico en el vestir, viene ataviado de azul pavo y oro. Se le acercan para saludarle. Curro le pregunta dónde se ha hospedado porque se ha pasado la mañana preguntando por él en el Hotel Zurbarán. Reina le responde que en el hotel Lisboa, el más nuevo de la ciudad y por ello también sin tradición taurina alguna.
Suenan clarines y timbales y los tres espadas salen al ruedo a recoger la primera ovación de la tarde que se mezcla con las notas del pasodoble. Cruzan el albero y cambian sus capotes de paseo por los de percal. La suerte está echada.
El sonido nítido el clarín anuncia la salida al ruedo de Majadero, número 49, de pelo negro mulato. Lo recibe Luis lanceando su capote a la verónica, con ese clasicismo que caracteriza al joven almendralejense. Remata con una media que desata las palmas de los tendidos.
El toro, noble y boyante, no está sobrado de fuerzas por lo que es medido en el caballo que monta Pablo Flores. Cambia el tercio. Luis Mariscal y Adolfo Lafuente toman los palitroques, mientras Flores Blázquez lidia a Majadero.
Terminado el trámite llega la hora de la ceremonia. La plaza se queda en silencio expectante y los tres protagonistas se dan cita en el tercio.
Ángel Teruel intercambia muleta y espada de verdad con Reina, que a su vez cruza su capote de paseo en el brazo del padrino. Curro Vázquez da testimonio del doctorado desde una discreta distancia. Efectuado el cambio de avíos, el maestro Teruel le dice al toricantano unas palabras:
“Luis, este es el día más importante en la carrera de un toreo. Te he escuchado en alguna ocasión que para ti era un sueño que yo te diese la alternativa, quiero que sepas que para mí también lo es, por la amistad que nos une. Te deseo que tengas mucha suerte a lo largo de toda tu vida”
Los dos toreros se funden en un abrazo. Curro Vázquez se suma a la felicitación.
Tras el acto, el recién doctorado en tauromaquia se dirige a las tablas. Busca con la mirada y encuentra a la persona que busca: su padre. Es la primera vez que éste está en un callejón mientras torea su hijo. Le hace un gesto para que se acerque y a él le brinda el toro. Es un momento de gran emoción.
Francisco Reina Echeverría, padre de Luis, también soñó con un día así. Sus andanzas taurinas le llevaron a torear incluso con caballos en los años anteriores a la Guerra Civil, para más tarde, tras la contienda, aparcar ilusiones de oro y hacerse banderillero. Muchas han sido las horas que ambos han pasado juntos toreando de salón en la humilde escuela taurina que Francisco regentase en Almendralejo. Donde los domingos, los niños del pueblo jugaban a soñar con ser toreros. Hoy ese sueño se ha hecho realidad en la figura de Luis Reina, el hijo de aquel maestro.
Efectuado el brindis, se dirige al tercio y llama con la voz al toro. Comienza la faena por alto con una serie de ayudados para que el animal se reponga del esfuerzo y no se aflija. Tras estos muletazos de tanteo se echa la muleta a la mano diestra y, por ese pitón, el de mayor calidad del astado, va enjaretando redondos que remata con gracia pinturera al finalizar las series. Ora con un pase de pecho, ora con una trincherilla con aroma de toreo caro.
Las ovaciones se suceden y se mezclan con los oles.
Toca probar por el izquierdo, pitón por el que el animal protesta más, pero al final acaba claudicando ante la insistencia y el temple del joven matador.
La faena está hecha.
Reina cuadra a Majadero y se vuelca en su morrillo con un perfecto volapié que tira al toro patas arriba.
La plaza se puebla de pañuelos y las dos orejas del ejemplar de Píriz van a parar a manos de Luis Reina, la gran esperanza del toreo pacense.
Después llegarían muchos más triunfos a lo largo de las dos décadas que lució el traje de luces como matador de toros. Sirva esta recreación de aquella tarde como homenaje de quienes formamos el equipo de BADAJOZ TAURINA a Luis Reina en el día en que se cumplen cuarenta años de su triunfal alternativa en la plaza de toros de Badajoz. ¡Felicidades maestro!
FOTOS: CORTESÍA ALFONSO PLANO
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