Zorrero III vuelve con vida a Los Espartarles después de regalar su bravura en la plaza de toros de Barcarrota en las muñecas de Miguel Ángel Perera que construyó una faena a la altura de tan fabuloso colaborador. Juanito le acompañó en la salida a hombros tras cortar una oreja de cada uno de su lote. Pablo Aguado solo pudo pasear un trofeo, pero dejó la fragancia de su toreo caro.
BARCARROTA – Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado toros de José Luis Iniesta, de buenas hechuras y que dieron escaso juego en conjunto a excepcion del extraordinario 4º, de nombre Zorrero III, número 22, colorado, de diciembre de 2014, que fue indultado.
TOREROS:
Miguel Ángel Perera (de gris perla y oro), ovación con saludos y dos orejas y rabo simbólicos.
Pablo Aguado (de azul noche y oro), oreja y ovación con saludos.
Juan Silva ‘Juanito’ (de blanco y oro), oreja y oreja.
INCIDENCIAS: Algo más de media plaza de aforo. Calor en sol y temperatura agradable en sombra. El ganadero José Luis Iniesta y el mayoral Curro Carrillo acompañaron a Miguel Ángel Perera en la vuelta al ruedo tras el indulto del cuarto. Miguel Ángel Perera recibió una calurosa ovación al romperse el paseíllo que saludó desde el tercio tras invitar a sus compañeros de terna.
Antonio Girol.-
Volvieron las corridas a Barcarrota y lo hicieron con un toro de bandera, de nombre Zorrero III, lidiado en cuarto lugar por Miguel Ángel Perera, que se ganó con todo merecimiento el indulto que le fue concedido por el presidente Valbuena ante el clamor de un público que vibró con las enclasadas y bravas embestidas del de José Luis Iniesta en la poderosa muleta de Perera. El toro que había hecho una pelea brava en el caballo y se había deslizado como la seda en el capote de Javier Ambel en el tercio de banderillas llegó al último tercio pidiendo batalla. Perera le enjaretó una apretada serie a pies juntos sin inmutarse que arrancó una marea de olés que ya no cesaron durante el resto de la faena. Poderosa por ambos pitones. Con un torero que le planteó la lidia que el animal demandaba. Haciéndoselo todo por debajo de la pala del pitón, alargando la mano a la par que el toro se enroscaba detrás de la cadera siguiendo la bamba de la franela. Dándole tiempos cuando el animal los necesitó y luego construyendo otra faena en cercanías en la que ya se produjo el éxtasis de un público entregado por entero a la sinfonía creada por Miguel Ángel Perera y Zorrero III que no paró ni de embestir ni de mover la cola hasta regresar con vida por la puerta de chiqueros.
En su primero, el de Puebla del Prior había saludado una cariñosa ovación, como también resultó afectuosa la que le obligó a salir al tercio cuando se rompió el paseíllo en reconocimiento a sus quince años de alternativa. Efeméride que no se pudo celebrar en fecha, al no ser contratado el torero la pasada feria de San Juan de Badajoz, y que hoy ha querido la afición barcarroteña que se celebre en su centenario ruedo. El de Iniesta estaba tan justo de fuerzas que permitió a Perera expresarse en el saludo a la verónica como si ya estuviese picado. Esa escasez de fuerzas hizo que el astado se quedase siempre debajo en la faena de muleta y que el torero lo tuviese que mimar en una actuación de metraje, pero sin transmisión que pinchó un par de veces.
El otro triunfador numérico de la tarde fue Juanito que paseó una oreja de cada uno de su lote. Dos toros que tuvieron el mismo defecto de ir con el freno de mano echado desde que salieron de chiqueros. Su primero además miraba más por encima de la esclavina del capote que a los vuelos y ese mismo defecto continúo poniéndolo en práctica en el último tercio, saliendo siempre distraído de las series que por uno y otro pitón le planteó el joven diestro en una labor de mucha voluntad y esfuerzo.
Como lo fue la que planteó al sexto. Primero en el variado saludo capotero intercalando verónicas y gaoneras. Lances que repetiría al quitarlo del caballo de picar y que a punto estuvieron de costarle un susto en la primera de ellas. Tras el brindis, en los medios cambió por la espalda, hasta en dos ocasiones, la embestida del de Iniesta que como sus hermanos se agarró al piso y no permitió que pudiésemos ver el toreo de trazo largo con el que Juanito acostumbra a edificar sus faenas. Salvo en una serie por el izquierdo, que fue lo que duró por ese pitón antes de echar definitivamente la persiana, en la que pudo correr la mano para enhebrar una buena tanda de naturales.
No pudo acompañar Pablo Aguado a sus compañeros en la salida en hombros. Quizás, de no haber existido Zorrero III con su explosión de bravura, hubiese cortado la oreja que le faltó en el quinto. Pero intentar meter al público en la faena que planteó a ese astado después de lo vivido minutos antes era una tarea titánica. A la que se puso el torero de Sevilla, a pesar de tener enfrente a un astado que salía siempre de las suertes con la cara alta. Poco a poco fue macerando las embestidas a media altura, toreando siempre a favor del animal, por medio de ese toreo lleno de detalles de torería. Sin embargo, al público le costo entrar en lo que propuso el diestro y solo pudo saludar una ovación.
Antes, en el segundo, había cortado la primera oreja de la tarde por una actuación que comenzó con la cadencia del toreo de capa en el que hubo un par de verónicas que detuvieron los relojes. Lo que hace diferente a Aguado son ese toreo de aroma clásico, como cuando sacó al toro más allá del tercio, con la gracia que solo algunos elegidos tienen para manejar las telas. Poco duró el chispazo de la magia porque el astado estaba muy justito de fuerzas y todo lo tuvo que hacer el torero a media altura. Pero aún con este hándicap dejó una faena medida de ejecución y tiempos en la que la inspiración en la suavidad del trazo se entrelazó con los remates y los adornos a los sones de Nerva formando una mágica conjunción que prendió en el corazón de los aficionados.
GALERÍA GRÁFICA – FOTOS: GALLARDO
OTRAS IMÁGENES – FOTOS: GALLARDO Y JM BALLESTER