Con un mal encierro tanto en juego como en presentación de la casa Matilla (Olga Jiménez y Hnos García Jiménez) se estrellaron Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante en la quinta de abono del abono de Sevilla. El de Badajoz al menos pudo desgranar unas meritorias tandas con la diestra en el quinto que le reportaron la única oreja del festejo.
Redacción.-
El balance de actuaciones de los toreros pacenses que han hecho el paseíllo hoy, viernes 13 de abril, ha sido el siguiente:
CORRIDA DE TOROS
- Sevilla: Cuatro toros de Olga Jiménez (1º, 2º, 3º bis y 4º), uno de Hnos. García Jiménez (5º) y uno de Torrestrella (6º bis), muy desiguales de presencia, descastados y sin clase. Miguel Ángel Perera, silencio y silencio; Alejandro Talavante, silencio tras aviso y oreja; Roca Rey, ovación con saludos tras aviso y silencio. Incidencias: Lleno sin llegar al no hay billetes. Saludan tras parear al primero de la tarde Javier Ambel y Guillermo Barbero; Juan José Domínguez y Paco Algaba tras parear al tercero y Curro Javier al cuarto para quien sonó la música al saludar.
BREVE CRÓNICA EN CLAVE PACENSE DESDE LA MAESTRANZA
Sin materia prima es imposible realizar ninguna obra.
Antonio Girol.-
Tanto a Miguel Ángel Perera como a Alejandro Talavante les tocó pechar esta tarde en el coso del Baratillo con un encierro imposible de la familia Matilla, en sus versiones de Olga Jiménez y Hnos García Jiménez. Por eso se vio al Perera más apático que se recuerde en Sevilla. Un torero que pareció una sombra del otrora poderoso. Normal si enfrente tuvo un lote imposible que no le permitió ni experimentar en esos lugares de cercanías que en otras ocasiones le renta beneficios y en donde ejerce con mando su magisterio.
Talavante cortó una oreja del desrazado quinto. Pero fue una oreja en clave menor. Tal vez la de menos peso de las que ha cortado en Sevilla en toda su carrera. Si me apuran fue una oreja que en otros tiempos no solo no se habrían concedido, sino que ni se habría pedido. Y la logró tras una faena en la que le costó una eternidad cogerle el sitio al de Matilla, o lo que es lo mismo al astado de su apoderado. Cuando al fin lo logró dejó unas cuantas tandas con la diestra que supieron a poco.
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