Juan Silva ‘Juanito’ hizo lo más destacado de una tarde en la que compartió trofeos con un Toñete muy puesto y un Marcos con mucha garra. María del Mar Santos sufrió una voltereta espeluznante que quedó en un susto. Alfonso Cadaval y el debutante Alejandro Adame dejaron destellos. La nota discordante fue el viento y la lluvia que se erigieron en protagonistas negativos.
OLIVENZA – Novillada con picadores.
NOVILLOS: Se han lidiado utreros de El Freixo, propiedad de Julián López ‘El Juli’, bien presentados y de buen juego en general, a excepción del brusco primero.
NOVILLEROS:
María del Mar Santos (de berenjena y azabache), ovación al ser llevada a la enfermería
Juan Silva ‘Juanito’ (de purísima y oro), oreja.
Alfonso Cadaval (de purísima y oro), ovación con saludos.
Toñete (de sangre de toro y oro), oreja
Marcos (de perla y oro), oreja
Alejandro Adame (de rosa mexicano y oro), palmas.
INCIDENCIAS:
Algo menos de media entrada en tarde de temperatura fría, lluvia y fuerte viento. María del Mar Santos resultó volteada al entrar a matar teniendo que ser conducida a la enfermería, el parte médico dice así: «Contusión en muslo derecho con pequeña escoriación. Dolor en la pala ilíaca derecha y en el sacro. Contusión fronto-temporal derecha y una escoriación en el lado derecho del cuello. Traslado al Hospital Infanta Cristina para completar estudio radiológico». También Juanito tuvo que ser examinado por los médicos, con el siguiente parte médico: «»Leve contusión en el gemelo izquierdo».
Antonio Girol.-
A Felipe II se le atribuye la mítica frase de “Yo no mandé a mis barcos a luchar contra los elementos” tras la fatídica derrota de la Grande y Felicísima Armada española en 1588 frente a las costas británicas. Algo así debieron pensar los seis novilleros cuando partieron plaza en la primera de Olivenza. Aun así. Y pesar del mal tiempo que ha sido el denominador común de la tarde, Juanito, Toñete y Marcos han podido pasear un trofeo cada uno. Aunque del terceto lo más destacado ha llevado la firma del novillero luso afincado en Villanueva del Fresno.
La de hoy era la tercera vez que Juanito hacía el paseíllo en Olivenza y la evolución desde el debut es vertiginosa. Esta es una gran noticia porque no son pocos los novilleros que se estancan incluso los que pierden fuelle. Sin embargo, en Juanito ocurre todo lo contrario. Da la sensación de que lo mejor está aún por llegar. Siendo como es ya muy bueno lo que se le observa. Seguramente hoy, con otro clima, todavía habría estado mejor de lo que ha estado. Que ha sido mucho. Salió arreando con el capote lanceando de rodilla a la verónica en medio de un vendaval de lluvia y viento. Maneja bien el percal el joven novillero y lo puso en práctica, aunque las condiciones meteorológicas no invitaban a ello, tanto en el galleo para poner al novillo en suerte como en el quite por gaoneras. Volvió de nuevo a echar las rodillas al albero para iniciar la faena de muleta que manejó con suavidad y temple para hilvanar series en las que templó la embestida de su antagonista y al viento. Doble mérito que llevó a cabo con un toreo caro que tiene visos de a ir encareciéndose más. De hecho, su actuación supo a poco. Lástima no haber podido disfrutarle con otro novillo más y con otras condiciones meteorológicas. El fallo con el acero en el primer intento restó a la hora del premio dejando este en una sola oreja.
El otro novillero destacado fue Toñete. Al que también se le ha visto evolución desde su actuación del pasado año en esta misma feria. Lo cantó rápido el público en los doblones con los que inició el último tercio. Muy expresivos. Pero en lo que más destacó fue en la manera en que estructuró la faena. Lo que demuestra que anda bien de cabeza. Entendió rápidamente que la mejor manera de aprovechar la inercia del astado era en el tercio y bajando mucho la mano para así evitar el viento que ya había amainado un par de puntos con respecto a la primera parte del festejo. De esa manera llevó al del Freixo muy largo por ambos pitones en una labor bien trenzada a la que puso epílogo sin la ayuda en series de luquecinas que tuvieron eco en los ateridos aficionados.
Tras ver como Juanito y Toñete habían paseado sendos apéndices, Marcos salió a arrear desde el inicio con dos largas cambiadas en el tercio, a las que siguieron unas verónicas muy mecidas en las que echó con buen aire los vuelos de la franela al hocico del astado de El Juli. Emotivo resultó el brindis al cielo en memoria de su abuelo Domingo Hernández. Lástima que el novillo tuviese tan poco gas porque en los compases iniciales albergó que podía dar juego en las muñecas de Marcos. El cual lo pulseó con temple en muletazos de trazo largo. Lástima que aquello durase tan poco y que al terminarse el octanaje tuviera que recurrir a las cercanías en detrimento del toreo de mayor trazo.
El resto de actuantes se marchó de vacío. En el caso de María del Mar Santos por culpa del infortunio por partida doble. O incluso triple. Primero porque le correspondió el garbanzo negro de la buena novillada de El Juli. Un utrero alto y con feas hechuras que resultó violento y aún se violentó mucho más al chocar con las telas por culpa del aire que hacía a éstas ingobernables. Porque las rachas de viento que se sucedieron durante la lidia de María del Mar resultaron incómodas, peligrosas y del todo contraindicadas para poder ejercer mínimamente el toreo. A pesar de ello, la joven novillera de San Jorge de Alor mostró una gallardía encomiable. No cejó en el empeño de intentar torear por el pitón izquierdo, obteniendo en ocasiones pases de bella factura, en una demostración palpable de que no quería dejar pasar la oportunidad que tantas noches había soñado de torear en la plaza de Olivenza. La garra que demostró en su labor la corroboró a la hora de entrar a matar de frente y por derecho, lo que le costó una dramática voltereta.
También molestó mucho el aire a Alfonso Cadaval al que le correspondió un novillo con tendencia a huir del engaño. Ante ese doble hándicap se tuvo que enfrentar el sevillano. Cuando logró que el animal repitiese puso de manifiesto su madurez al buscar la profundidad como argumento de su tauromaquia en una faena de altibajos.
Alejandro Adame había dejado una gran carta de presentación por estas tierras en su actuación sin caballos en la pasada feria de San Juan de Badajoz. Había interés por verle con el utrero. Salió a por todas yéndose a portagayola para saludar a su novillo. Maneja bien la franela y quedó demostrado en el quite por chicuelinas. Si embargo, la falta de bagaje y las complicaciones del novillo que le correspondió hicieron que su debut no resultase como, a buen seguro, habría deseado y soñado. Le costó coger la distancia a las embestidas de su antagonista, lo que provocó que su labor no resultara del todo limpia. Tiempo tendrá de corregir fallos y alcanzar el nivel que demostró en aquella novillada sin caballos en la que encandiló a la afición pacense.
GALERÍA GRÁFICA. FOTOS: GALLARDO
OTRAS IMÁGENES. FOTOS: GALLARDO