Es más que probable que María del Mar Santos pase a entrar en los libros de historia taurina al cortar el que puede ser el último rabo que se otorga en las Islas Baleares. Sucedió el pasado domingo, en el coso de Alcudia, cuando la novillera con caballos de San Francisco de Alor estoqueó dos novillos de Prieto de la Cal en el festival taurino celebrado en aquella plaza de toros. Y decimos que puede que haya entrado en la historia porque tras la aprobación en el Parlament de Baleares de la Ley de regulación de las corridas de toros y protección de los animales con los votos favorables del Partido Socialista de las Islas Baleares (PSIB), Podemos y MÉS, la fiesta de toros en el archipiélago balear está herida. No sabemos aún si de muerte, pero al menos sí que tiene una ‘cornada grave’ que precisará de la acción de la justicia para saber si en aquellos pagos se podrá de nuevo disfrutar de los toros en toda su extensión y no en la forma que proponen estas formaciones políticas que lo único que buscan es la extinción de la tauromaquia de manera artera y encubierta.
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