BADAJOZ - Tercera de feria

Adame y Garrido sí honraron la efeméride

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Garrido y Adame paseados a hombros
Garrido y Adame paseados a hombros

Ante la ausencia por parte de la empresa de cualquier manifestación visual de la celebración del 50 aniversario de la construcción de la Plaza de Toros de Badajoz, que hoy se conmemoraba, tuvieron que ser los dos espadas contratados para la ocasión los que dieron entidad y fuste al acontecimiento con su honradez y sus ganas ante un encierro de El Torreón que tuvo muchas teclas que tocar.


BADAJOZ/Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de El Torreón, bien presentados y de juego desigual. Siendo mejores 5º y 6º.

TOREROS:
Joselito Adame (de plomo y oro), ovación con saludos, oreja y dos orejas.
José Garrido (de grana y oro), oreja, ovación con saludos y oreja.

INCIDENCIAS: Tercera de abono la feria del Cincuentenario. Cielo entoldado y temperatura agradable. Menos de un cuarto de aforo. Saludaron en banderillas Tomás López y Fernando Sánchez en el 3º; y, Rafael González y Fernando Sánchez en el 5º. Actuó de sobresaliente Miguel Ángel Sánchez.


Antonio Girol.-

     Ni una triste guirnalda, aunque fuese de las de los chinos de El Nevero, adornando las barreras. Ni siquiera un mísero 50 pintado con humilde cal en el centro del ruedo. Nada. Solo tristeza y cemento. Ese fue el aspecto que presentó la plaza de toros de Badajoz en el día en que celebraba, ajada y mustia, sus primeros cincuenta años de vida. Viendo el desapego con el que la FIT ha tratado esta efeméride a nadie le extraña que la afición haya dado la espalda al festejo en cuestión. De ahí la entrada tan paupérrima que registró el coso pacense, poco más de dos millares de aficionados dispersos por los tendidos que durante toda la tarde mostraron su respeto y cariño a Joselito Adame y José Garrido. Nadie les hizo culpables de la entrada. Sin embargo, a Cutiño sí hubo quién con sorna se lo recriminó a voces desde el tendido. Por cierto, que junto a él se encontraba Antonio Barrera, al que por estos lares aún no ponen cara y eso le libró de estar expuesto en la diana. Suerte la suya.

     La corrida de El Torreón tuvo hechuras y cuajo. Toda ella blandeó a la salida del caballo. El primero además tuvo un peligro sordo por el pitón derecho del que rápidamente se percató Joselito Adame tras una colada asesina en el primer muletazo. Se echó el hidrocálido la muleta a la izquierda y por ese lado enjaretó toda la faena en la que sintió cómo el toro no paró de medirlo durante la lidia. Tras despacharlo fue ovacionado.

     El tercero, segundo de su lote, se terminó muy pronto. Eso provocó que la labor de Adame fuese de más a menos. Comenzó su actuación muleteril corriendo muy bien la mano diestra en dos series de derechazos ligados. Tras verse obligado, y podido, el animal se rajó y al mexicano solo le quedó tirar de recursos antes de dejar una estoca caída de efecto inmediato. Hubo petición del público que el presidente estimó mayoritaria por lo que concedió el trofeo solicitado.

     En quinto lugar, salió un bonito jabonero al que Adame instrumentó un lucido quite por navarras rematadas con una serpentina. Se desplazó bien el de El Torreón y el mexicano, con el compás muy abierto y todo lo que ello conlleva, le fue enjaretando series por ambos pitones que encontraron mucho eco en los tendidos, que como ya quedó dicho estuvieron muy cariñosos con el diestro de Aguascalientes. Especialmente jaleadas resultaron las benardinas que instrumentó sin ayuda de la espada. La ejecución de la suerte suprema fue excelente. Un volapié de libro que por sí solo valió una de las dos orejas con las que fue premiado.

     José Garrido, aparte de un concepto fabuloso y una pureza extraordinaria, tiene una raza torera de esa que los antiguos revisteros decían que daba para hacer una baraja toreros. Así lo ha demostrado una vez más en la arena del Coso de Pardaleras. A su primero, segundo de lidia ordinaria, le dio las dosis necesarias de suavidad que demandaba. Ya que al mínimo tirón, el animal se iba de bruces. Suavidad que trajo consigo el ritmo apropiado para ir templando esas embestidas. Sensacionales resultaron los naturales con los que acarició al de El Torreón dándole la medida exacta que requería para llevarlo toreado. Finalizó en cercanías y en un descuido, al dar una benardina, fue volteado de manera muy fea. No se arredró el de Badajoz que volvió a la cara del toro y terminó su obra entre aclamaciones.

     El cuarto tenía mucho cuajo. El más serio del encierro que mandó el maestro César Rincón desde su finca cacereña. Apretó en el peto y obligó a Curro Sanlúcar a tener que emplearse a fondo para evitar la costalada. Tardo en la embestida aparte de flojo de remos dificultaba mucho la lidia al no permitir la ligazón en los muletazos con lo que ello conlleva de falta de transmisión. Garrido estuvo muy serio con él. Tecleó todas sus teclas a pesar del nulo juego del astado, pero el esfuerzo fue baldío en premios más allá de la ovación que le tributó el público que reconoció su esfuerzo.

     Cuando el sexto salió por chiqueros toda la plaza era consciente de que José Garrido iba a poner toda la carne en el asador. Inició el de Badajoz la faena de muleta con las dos rodillas en tierra e instrumentando un farol al que siguió una serie en redondo sin levantarse que provocó una calurosa ovación. Continúo, ya erguido, ligando las series con la diestra marcando perfectamente los tiempos y las distancias. Fabulosos resultaron también los naturales. Muy templados. Rematados con pases de pecho en los que se sacó a su antagonista por la hombrera. Pero aún faltaba el arrebato de raza final que llegó con las manoletinas de hinojos. Pinchar en lo alto antes de la estocada al segundo intento le privó de mayor premio al de la oreja que le fue concedida, y que le permitía poder salir a hombros junto a su compañero de mano a mano.


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GALERÍA GRÁFICA. FOTOS: GALLARDO

OTRAS IMÁGENES. FOTOS:GALLARDO

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