OLIVENZA / Corrida de toros

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Ferrera y El Juli salen a hombros
Ferrera y El Juli salen a hombros

Antonio Ferrera regresó con triunfo a los ruedos tras la lesión que le ha tenido apartado de los ruedos durante casi dos años. ‘El Juli’ le acompañó en la salida a hombros mientras Alejandro Talavante, que sorteó el peor lote de Garcigrande, tuvo que conformarse con irse a pie al faltarle una oreja para completar la foto.


OLIVENZA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Garcigrande, terciados a excepción de 1º y 6º. Nobles y sin emoción por su falta de raza.

TOREROS:
Antonio Ferrera (de sangre de toro y oro), oreja y oreja.
Julián López ‘El Juli’ (de teja y oro), oreja y dos orejas.
Alejandro Talavante (de malva y oro), oreja y palmas

INCIDENCIAS: Lleno. Tarde de temperatura fría aunque soleada. Antonio Ferrera fue ovacionado al romperse el paseíllo y saludó desde el tercio invitando posteriormente a sus compañeros. Juan José Trujillo se desmonteró al banderillear al sexto.


Antonio Girol.

     Como si de Fray Luis de León se tratase, Antonio Ferrera también podría decir aquella histórica frase de “Como decíamos ayer”. Ya que no ha perdido ni un ápice del sitio que tenía adquirido cuando una inoportuna lesión ósea le obligó a tener que colocar puntos suspensivos en su carrera taurina.

     Con idéntica cadencia a la que dejó flotando en junio de 2015 saludó a su primer Garcigrande. Un toro que rompía por arriba al terciado encierro de la divisa salmantina. Al que recibió a la verónica para ganarle pasos hasta dejarlo con una media en la misma boca de riego. Tomó las banderillas para mostrar a todo el mundo que todo estaba en orden. El tercer par por los adentros fue una postal que recobraba vida en las palmas que batieron los aficionados tras permanecer con los corazones encogidos en esos segundos que distan entre que el toro mete la cabeza y el torero se asoma al balcón.

     No era fácil el astado, pero Ferrera sacó a relucir sus dotes lidiadoras de dos décadas de antigüedad en el escalafón de matadores para ahormarlo en su muleta.  Había que aguantar mucho al cornúpeta porque, como dicen ahora en el gremio taurino, picaba para adentro. Dio tiempos y distancias. Y de ese modo fue hilvanando una faena a base de naturales y pases en redondo que ligó con circulares en un palmo de terreno en los medios que hicieron las delicias del respetable. Faena de mucha seriedad y posos de torero en su justa maceración de solera.

     En el cuarto, volvió a poner al público en pie en banderillas. Especialmente en el que cerró el tercio con un par al quiebro. De nuevo ejerció perfectamente su magisterio taurino al no apretar con los toques al Garcigrande, para así evitar la tendencia del animal a quedarse en las zapatillas al sentirse exigido. De ahí que con la suavidad necesaria fue haciendo al toro para extraerle las series por uno y otro pitón. Siendo superiores las naturales, en las que se jugó literalmente la voltereta. En otras manos el astado salmantino no habría durado ni la mitad del tiempo que duró en las de Ferrera, que fue capaz de encelarlo a pesar de los amagos por echarse. La fuerte petición de la segunda oreja no fue escuchada por el palco que dejó el premio en un único trofeo.

     El Juli brindó la muerte de su primero a su compañero Ferrera. Al igual que hiciese Talavante en el sexto. Es Julián tan buen torero, tan dominador y tan capaz a la hora de someter a los toros, que no creo que tenga la necesidad de abrir temporada en Olivenza lidiando un astado tan ayuno de trapío como fue el segundo. Impropio de una figura de su talla y de su época. Ante semejante ejemplar, que todo hay que decirlo tenía la virtud de la movilidad, ejerció sus doctas formas en series de derechazos por debajo de la pala del pitón, tirando con temple de la dulce embestida. Cadencioso resultaron los naturales en los medios a un toro, lo llamaremos así por el guarismo que llevaba marcado a fuego, que se abría en los vuelos permitiendo dibujar los pases al ralentí.

     La faena al quinto resultó larga, aburrida, tediosa, sin chispa ni emoción. Imagino que al presidente del festejo le resultaría todo lo contrario, o sea, corta, entretenida, chispeante y emocionantísima, y por eso concedió dos orejas; aunque para el segundo trofeo no hubiese prácticamente petición. Sinceramente aún me sigo preguntando qué vio en aquella sucesión de monótonos pases con una y otra mano que merecieran romper la tónica de conceder con oportuna coherencia un único trofeo. En fin, doctores tiene la iglesia. Y yo no soy más que un humilde monaguillo…

     Talavante se marchó a pie de la plaza. No tuvo la indulgencia presidencial que su compañero Julián López ni tampoco suerte alguna con su lote de Garcigrandes. Con su primero que se tapaba un poquito por la cara puso el ¡uy! en las gargantas en el inicio de faena de rodillas en los medios al ejecutar un par de espectaculares arrucinas. Las series de naturales resultaron de una gran belleza y plasticidad. Aunuqe todo lo tuvo que poner el de Badajoz ante la falta de raza de su oponente que manseó durante toda la lidia yéndose a la zona de sol.

     El sexto era una alhaja que soltaba la cara obligando a Talavante a tener que estar muy firme en su toreo al natural. No fue mejor por el derecho, por donde reponía una barbaridad impidiendo cualquier posibilidad de lucimiento. Visto lo cual, para alegría del aterido respetable, abrevió. Aunque luego se atascó con el estoque.


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GALERÍA GRÁFICA.

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