Juanito y Antonio Medina salieron a hombros del coso de Olivenza tras cortar dos orejas cada uno. Ambos novilleros volvieron a dejar en alto el pabellón del toreo pacense. El francés Andy Jounes dejó una grata sensación y debió acompañar a sus compañeros en la salida en hombros
OLIVENZA / Novillada con picadores
NOVILLOS: Se han lidiado novillos de la ganadería de Fernando Peña, bien presentados y de juego desigual. Mejores los tres primeros.
NOVILLEROS:
–Andy Younes (de malva y oro), oreja y vuelta al ruedo
–Juanito (de rosa y oro), oreja y oreja.
–Antonio Medina (de azul noche y oro), oreja y oreja
INCIDENCIAS: Mañana nublada. Temperatura fría. Algo más de media entrada.Antonio Medina debutó con picadores. También debutó con los de plata Miguelín Murillo.
Antonio Girol.-
Hay manantiales que jamás se secan. El que tienen en la escuela taurina de Badajoz es uno de ellos. La prueba más palpable es la imagen que sirve de frontispicio a estas letras. En ella se ve a Juanito y Antonio Medina saliendo a hombros. El primero, antiguo alumno, debutó el pasado año en esta misma plaza. El segundo, cerraba hoy su periplo en tan prolífico centro educativo taurino. No es de extrañar que sus maestros Luis Reina y Luis Reinoso ‘Cartujano’ al igual que los rectores Pedro Ledesma y Lorenzo Molina estuviesen exultantes de júbilo cuando veían marchar por la puerta grande a uno y a otro.
La novillada de Fernando Peña tuvo dos partes. Los tres primeros, resultaron buenos para el toreo, y los otros tres sin dejar de ser boyantes carecieron de fuerzas y eso les mermó la raza.
A Andy Jounes le funciona la cabeza perfectamente. Lo ha demostrado en sus dos oponentes. Incomprensiblemente no ha salido en hombros junto a sus compañeros cuando por calidad de sus actuaciones debería haber corrido igual suerte. A su primero lo supo tocar lo justo para que no se aburriese. Lo llevó siempre tapado y con el toque de la voz para que no se fuese a tablas como era la intención del astado. Pinchó en primera instancia para después enterrar el estoque entero y cortar una oreja.
El cuarto estaba en el límite de fuerzas. Había que hacérselo todo con mucha suavidad, y así lo hizo el novillero francés. Consiguiendo que no se le cayese. Logrando además pasajes de bella factura con la figura muy vertical y relajada. La pena es que el animal no le ayudase en nada y él tuviese que poner todo en la faena. Le fue pedida la oreja con fuerza, pero el palco no creyó oportuno concederla. Dio la vuelta al ruedo.
Juanito anda fácil con el capote. Se le nota. En sus dos novillos estuvo variado y alegre. Tanto en las gaoneras del quite a su primero como en las del saludo a su segundo o las chicuelinas a este último tras quitar del caballo. El primero punteaba las telas por lo que había que pulsar mucho los muletazos a fin de que saliesen limpios. Cuando el joven espada logró tomarle la medida pudo ligar los pases corriendo bien la mano. Alargó en demasía la faena por lo que escuchó un aviso antes de meter la mano en el segundo intento.
El quinto tampoco era un dechado de facultades físicas, pero Juanito con inteligencia lo supo llevar a la altura que el animal requería. El utrero de Peña tenía una virtud buenísima y era que se rebosaba en las telas, especialmente por el pitón izquierdo. Por ahí logró Juanito los mejores pasajes de la mañana, en forma de naturales largos y templados. Si en la anterior se pasó de metraje, en esta faena midió perfectamente los tiempos.
Antonio Medina es el último producto de la cantera pacense. Debutó con Entuerto, número 54, al que saludó de rodillas a la verónica. Tenía buen tranco el de Fernando Peña y así lo aprovechó el novillero que le dio distancia para embarcarlo y correrle la mano, primero al natural, y luego en redondo, en series ligadas. Acabó en cercanías buscando el calor del tendido que, incomprensiblemente, no había terminado de encontrar con el toreo fundamental.
Agarrado al piso, el sexto no le regaló a Medina ni media embestida. El joven debutante tuvo que ponerlo todo para evitar que su antagonista se aburriese. Al final cantó la gallina y se fue a tablas, en donde el de Zafra tuvo que montarse en él para extraerle circulares.