«Desconozco los motivos reales de su decisión. Pero me puedo hacer una idea de qué le ha llevado a adoptarla. Ha de ser muy duro luchar un día y otro sin encontrar recompensa al esfuerzo. Pero en su gesto hay mucha valentía…»
Antonio Girol.-
Hay veces que el sueño de querer ser torero se convierte en pesadilla. Algo así debió sentir Rubén Lobato, novillero pacense que un buen día tuvo que hacer el hatillo y marcharse de su tierra en busca de las oportunidades que aquí se le negaban, cuando esta tarde decidió cortarse la coleta tras despachar a su segundo novillo en la plaza manchega de Azuqueca de Henares. Segundos antes había logrado la oreja que le faltaba para salir en hombros tras cortar una en su primero. Se aseguraba así la puerta grande, pero eso no fue estímulo suficiente que le quitase de la cabeza la idea de decir adiós a una profesión con la que soñó tantas noches en su domicilio de Badajoz cuando quería ser como su idolatrado Antonio Ferrera. Al que brindó el primer eral que mató en el coso de la Avda. de Pardaleras allá por 2010. En una tarde en la que no podía imaginar que iba a ser su única actuación en ese ruedo.
Cuando vi la imagen de Joël Buravand que acompaña a estas letras me asaltaron un montón de recuerdos. Recordé la primera vez que vi a Rubén en el Club Taurino Extremeño de Badajoz. Recién llegado a la capital pacense, Luis Carlos Franco, por entonces presidente de la entidad, me invitó a moderar una charla con un grupo de jóvenes alumnos, entre los que se encontraba Rubén. Un niño por entonces. Un crío lleno de ilusiones que hablaba con mucho desparpajo. Y a mí los niños despiertos siempre me han caído especialmente simpáticos. Será porque me evocan mi niñez. En aquella charla-coloquio en los salones del museo de la calle López Prudencio, contó anécdotas graciosas y nos abrió su corazón para decirnos que soñaba con ser torero y emular a Ferrera, su auténtico ídolo, por eso le gustaba también banderillear. Y lo hacía hasta cuando comía aceitunas (sic).
Evoqué también aquellas primeras fotos vestido de luces que adornaban el escaparate del kiosko que regentaban sus padres justo al lado de El Corte Inglés. En donde muchas tardes, cuando volvía de entrenar en la plaza de toros, le vi llegar a golpe de pedal para dar un beso a los suyos con quienes solía pararme a charlar cuando pasaba por aquel lugar tan de tránsito.
Todos esos recuerdos se me agolparon en la cabeza cuando vi la citada imagen. Y también otros menos agradables. Aquéllos que me evocaban los tiempos en que tuvo que abrirse paso en novilladas sin caballos bastante ásperas y alguien malintencionadamente quiso enfrentarlo con este portal por medio de comentarios en los que se nos acusaban de boicot. Hecho del todo falso cuando aquí siempre nos habíamos hecho eco de todas sus actuaciones inventariándolas en los balances de la jornada. Lo único que nos podían echar en cara era que no diésemos cobertura a unas fotos que nos mandaron en una ocasión. Instantáneas de dudosa calidad, hechas con un móvil, que entendíamos que en nada beneficiaban al torero. De ahí que optásemos porque no se publicasen. Como hemos seguido haciendo cada vez que algún otro chaval nos ha mandado ese tipo de imágenes que lo más que pueden hacer es perjudicarles por ofrecer una realidad distorsionada de su tauromaquia.
Quien firma este artículo le prometió entonces, a raíz de aquella polémica, que en el primer festejo en que actuase en la provincia de Badajoz, fuese donde fuese, tendría amplia cobertura en BADAJOZ TAURINA. Y así ocurrió cuando le anunciaron la tarde del 9 de septiembre de 2012 en Barcarrota y tanto un servidor como mi compañero Gallardo acudimos con los avíos oportunos para cubrir aquella novillada en la que salió a hombros junto a Luis Manuel Terrón. Aquella noche en la crónica escribí: “Rubén Lobato está preparado para empresas mayores que a buen seguro llegarán en fechas venideras” Por desgracia esas empresas mayores y esas fechas venideras no terminaron de llegar con la cantidad deseada.
De la ausencia de oportunidades, sobre todo en Badajoz y sus plazas, hablamos tiempo después en una entrevista publicada en este medio cuando Rubén ya vivía en Madrid. Y desde allí pedía una oportunidad que de sobra merecía por ser pacense. Aquella petición pública cayó en saco roto. Sin embargo, no cejó en su lucha y consiguió debutar con caballos en tierras navarras. Concretamente en Lodosa. Desde aquella fecha, y la posterior entrevista que volví hacerle en este medio para que nos contase su experiencia con los del castoreño, cada vez se espaciaron más las noticias hasta esta noche, cuando mi amigo y compañero Álex Carpallo siempre tan activo en redes sociales me enviaba la citada imagen que ha evocado en mí todos estos recuerdos que ahora vuelco en este artículo de opinión.
Desconozco los motivos reales de su decisión. Pero me puedo hacer una idea de qué le ha llevado a adoptarla. Ha de ser muy duro luchar un día y otro sin encontrar recompensa al esfuerzo. Pero en su gesto hay mucha valentía. Ya lo dijo Ciceron: “Vivir como hombres valientes y si la suerte es adversa, hacer frente a sus golpes con corazones valientes”
¡Mucho ánimo Rubén!