No quiso David de Miranda salir en hombros por respeto al compañero caído, y junto a David Bolsico y Alfonso Cadaval, abandonó la plaza por sus propios pies entre la ovación del público que despidió a los tres toreros con el corazón encogido por la tristeza
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Antonio Girol.-
Dice un viejo proverbio chino que “el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. Viejo axioma que desgraciadamente se ha hecho realidad esta tarde en Cabeza la Vaca. Conforme los móviles acortaron la distancia que media entre Teruel y este pequeño pueblo del sur de Badajoz, aumentó la consternación entre los profesionales y aficionados que de ese modo perdieron la alegría con la que se inició el festejo mayor de la feria de San Benito Abad.
El luto tiñó el triunfo incontestable de David de Miranda. Novillero onubense a las puertas de una alternativa soñada en su tierra. Como también manchó de negro el buen juego de los novillos de Sobral. El de Trigueros abrió plaza con un berrendo en castaño al que no le sobraban las fuerzas, pero sí la nobleza. Obediente a los toques, de Miranda le estructuró una faena muy inteligente sin obligarle en ningún momento. Esa falta de exigencia hizo que su labor no terminase de calar en los tendidos por lo que buscó acortar las distancias y meterse en esos terrenos en los que se suele encontrar tan a gusto. Y allí sí logró conectar con el público. Epilogó por benardinas para luego dejar una estocada tendida y contraria. Fue premiado con dos orejas, único lunar que apuntar al palco, que ayer, a diferencia de años anteriores, sí demostró estar regentado por dos buenos aficionados.
Dos trofeos paseó también del cuarto. Demostró De Miranda estar preparado para dar el salto al escalafón mayor. Supo entender perfectamente los problemas que presentaba el astado y resolvió perfectamente la ecuación en los medios. De donde no dejó irse en ningún momento al utrero de Sobral que amagó dos veces por marcharse a toriles. Porque este, a diferencia de su primero, no tuvo tanta bondad en las embestidas, y más que bravura mostró genio. Estuvo muy firme con él. A base de toques fuertes y sin dejar que tocase la tela de su muleta para que no se descompusiese le corrió bien la mano por los dos pitones logrando en algunos pasajes dejar además muestras de un torero relajado y de cierto gusto. Casi al final de su labor fue volteado cayendo de manera muy fea. Al ver al novillero desmadejado en la arena cundió el pánico más aún porque a esa hora ya todo el mundo sabía lo ocurrido en Teruel. Afortunadamente el joven espada se repuso del tantarantán y aún sacó fuerzas, con la cara ensangrentada, para epilogar la faena y matar de entera en el rincón.
El oficio es algo que se adquiere toreando. No hay más. David Bolsico llevaba sin ponerse el traje de luces desde el viernes, 4 de marzo. Fecha en la que debutó con los del castoreño en Olivenza. Tampoco ha ido al campo más que en un par o tres de ocasiones. Con ese corto bagaje hizo el paseíllo en Cabeza la Vaca. Hago esta introducción a efectos de ser justo a la hora de juzgar sus dos actuaciones. A su primero le enjaretó dos pases cambiados por la espalda como prolegómeno de una faena en la que corrió bien la mano a un utrero de seda. Excelente el juego del novillo que se rebosaba en las embestidas mostrando ese tranco más que es marca propia de la sangre núñez. Lástima que Bolsico se atascara con el acero porque habría recogido mayor premio que la ovación que saludó desde el tercio
El quinto también fue un novillo de nota. Más serio por delante. Jesús Márquez completó un tercio de banderillas que mereció el reconocimiento del respetable en forma de saludo montera en mano. La faena de Bolsico fue de más a menos. Con un comienzo esperanzador en el que destacó un precioso cambio de manos en los instantes iniciales. Luego corrió bien la mano por el pitón derecho. Producto de esa falta de oficio a la que me refería más arriba resultó su labor en la que abusó de una faena larga en la que hubo muchos pases, pero no siempre dijeron algo. Quiso matar en la suerte de recibir y dejó una estocada pescuecera que le restó un segundo trofeo que pidieron sus muchos paisanos desplazados para verle.
En idéntica tesitura se encuentra Alfonso Cadaval. Novillero que además aúna un gusto por el toreo puro que provoca frialdad en aficiones poco sibaritas. Pechó el sevillano con el lote menos bueno. Su primero se rajó en cuanto se supo podido por su lidiador. Obligó al novillero a tener que buscarle las vueltas en el tercio a base de una labor pundonorosa en la que fue sacando pases de uno en uno que no terminaron de calar en unos tendidos que en ese justo momento conocían la fatal noticia de la muerte de Víctor Barrio.
Buscó conectar con los tendidos con su segundo. De ahí el inicio rodillas en tierra de la faena de muleta que remató con un molinete. Exigente y con volumen, el sardo que hizo sexto obligó a Cadaval a tener que pensar qué teclas tocar para estructurar su labor guiada siempre por la pureza. Labor que no terminó de trascender en los tendidos y obligó al de Sevilla a tener que prostituir su planteamiento con un desplante final impropio de la tauromaquia con la que pretende cimentar su trayectoria.
EL VOLAPIÉ (Opinión) |
TORMENTO MUSICAL
Francisco Santana.-
Dice el dicho: “después de la tormenta viene la calma”, y así ha sucedido. Si hace dos días el sur de la provincia de Badajoz salía en los medios de comunicación por las grandes tormentas que descargaron en la comarca, con sus consecuentes daños, esta tarde lo que ha caído ha sido el sol a trozos sobre la plaza de toros de Cabeza la Vaca.
Pero para truenos, en el sentido de sonido estrambótico, el que ha dado la banda de música. Una pena que tanto esfuerzo y dedicación que ponen los padres para que sus hijos integren la banda municipal tenga luego la recompensa de una actuación tan poco afortunada.
Se nota que el director es poco aficionado, por no decir nada. Se observa en detalles como que no manda callar a sus músicos cuando se produce un desarme. O mismamente que ni mire al ruedo, aunque sea de reojo, para saber si tiene que parar porque el torero esté preparándose para entrar a matar. Detalles que cuesta poco cuidar. Sobre todo, porque en ese grupo humano que forman los músicos hay buenos aficionados que harían bien en asesorar a su maestro.
Puedo llegar a comprender, y hasta entender, que sea de “batuta rápida” a la hora de ordenar atacar con los pasodobles casi tras el primer muletazo de tanteo.
Todos sabemos que uno de los ingredientes principales en un evento taurino es la música, pero si dicho maridaje no hace que el plato salga del gusto de los comensales, hay que cambiar de cocinero o por lo menos recriminar a quien corresponda para que el próximo plato sea del agrado de todos.
Posdata: He de decir que los componentes de la banda municipal, tocan desinteresadamente en esta clase de espectáculo. Conste este detalle a su favor.
LA PINCELADA DE PÉREZ INDIANO |
Silencio por un minuto
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A raíz del artículo de opinión que pueden leer más arriba, el educador (término empleado por el mismo) de la banda de música de Cabeza la Vaca, nos ha hecho llegar con ruego de publicación el escrito que a continuación reproducimos a modo de réplica de las palabras firmadas por Francisco Santana en su columna El Vopapié. Lean y juzguen ustedes…
TORMENTOSA CRÍTICA
En primer lugar tengo que decir que no es mi menester hacer este tipo de cosas. Soy alguien muy positivo y poco destructor, pero la ocasión en este caso lo merece, puesto que creo firmemente que el crítico en cuestión no ha valorado el trabajo realizado por la banda de Música de Cabeza la Vaca de forma objetiva al contexto, sino que además se ha atrevido a hacer un juicio de valor de mi profesionalidad. Por lo tanto, entiendo que en este caso, puedo hacer un juicio de valor de su trabajo como crítico de forma lícita. Como veo que en este periódico electrónico utilizan a lo Sancho Panza muchos refranes, dichos o proverbios chinos, empezaré diciendo que “no hay nada más atrevido que la ignorancia”, así no romperé la dinámica lingüística utilizada ni generaré un anacoluto en el lector.
Criticar y destruir es más fácil que enaltecer y construir. En el primer caso, no se requiere ninguna grandeza o esfuerzo; pero para el segundo, la nobleza, el trabajo y la dedicación son simplemente indispensables. La crítica destructiva siempre actúa como un “boomerang” en contra de quien la hace, desde el mismo momento que la produce. De alguna manera, por la concepción espiritual unívoca del ser humano, se traduce en autocrítica; en principio, ensucia el alma, corroe las entrañas, disminuye la esencia divina inherente al ser humano, adicionando un nuevo temor: el éxito de los demás.
Aún sabiendo esto, si es su pasión trabajar en lo que hace, debería de informarse de algunas vicisitudes antes de encaminar sus manos hacía el teclado del ordenador. En primer lugar yo soy Educador, no director de banda, por lo que no puede hacer referencia a mi persona con esa denominación. Mi formación es puramente Educativa con carácter musical, puesto que soy Diplomado en Magisterio Musical, Licenciado en Psicopedagogía y tengo un Máster en Educación para el Desarrollo. Debo de informarle que en ninguna de estas formaciones ni en ningún curso de dirección de banda que me haya encontrado nunca, he tenido la gran suerte de tener ninguna asignatura de “protocolo taurino”. Aun así, por ser compositor de varios pasodobles, haber tocado en plazas como La Maestranza o la plaza de toros del Cerro de San Albín de Mérida, tengo los suficientes conocimientos para realizar esa labor en una corrida o plaza profesional.
Como usted sabrá, la Banda de Cabeza la Vaca es una banda amateur, al igual que los novilleros con picador que había esa tarde, al igual que el alguacilillo, o al igual que la plaza sin condiciones adecuadas para que interprete una banda profesional. Por lo que mi actitud pasa de ser de carácter musical-profesional a ser de carácter Educador. Con esto me refiero a que esa actuación, que es a la que menos tiempo le dedicamos, puesto que los músicos que forman la banda prefieren hacer encuentros de bandas, conciertos de música de cine con audiovisuales o procesiones de Semana Santa, que además tienen en general más diversidad armónica que los pasodobles comunes, me sirve a mí como actividad educativa para trabajar el trabajo en equipo, el apoyo entre compañeros, la vergüenza de tocar en público, la disciplina o la tolerancia, puesto que curiosamente también hay varios componentes que no les agrada la fiesta nacional y lucho porque toleren a los amantes de la misma. Así que si usted me vio sin atender a los desarmes de los novilleros de esa tarde, o a cualquier cuestión protocolaria, es porque estaba trabajando por un concepto que está por encima del toreo, de Cabeza la Vaca, de la Música y por supuesto por encima de usted y yo, la Educación. Por lo que, entre otras cosas, estaría animando a los trompetas para que no fallen, enseñando a la novata cuerda de percusión a trabajar en equipo para no perder el ritmo, afinando continuamente porque las condiciones de la plaza alteran interminablemente la afinación de los instrumentos, hablando de valores, o simplemente charlando de sus cosas para tener más información y seguir educándolos. Aun así la Banda de Cabeza la Vaca este año ha mejorado mucho más musicalmente que en el año anterior y personalmente estoy muy satisfecho. Obviamente entendemos que tenemos que seguir trabajando hasta convertirnos en una banda profesional para llegar a tocar algún día en corridas profesionales o hacer mejor nuestra actuación el próximo año en Cabeza la Vaca.
Para terminar diré que esos padres y madres que usted menciona sin ningún tipo de criterio, me consta y puede usted cuando quiera realizar un cuestionario de satisfacción, que están muy orgullosos/as de los avances musicales de sus hijos/as. Sin mucho más que decir, le doy las gracias por hacerme llegar una información crítica-destructiva que ya conocía a la perfección y si me permite le diré que intente antes de trabajar como crítico, salir de su paradigma taurino y abrir su mente para entender que siempre no es todo lo que parece.
Posdata: Pondré posdata porque esto es una carta pública dirigida a usted, lo suyo es una opinión en un periódico electrónico, por lo que según las normativas de la RAE no debe poner posdata.
Atentamente: Educador
Antonio Luis Mimbrero Guardado