Hay casas ganaderas que, con solo evocar su nombre, sin necesidad de apellidos, es suficiente carta de presentación por lo que representan de secular abolengo. Una de ellas es la de Arcadio. En donde a la tradición ganadera se une la sencillez y la amabilidad que llevan por bandera. Y que una vez más demostraron tanto el patriarca como sus tres hijos con los alumnos de la Escuela Taurina de Badajoz, invitados a tentar en su recoleta placita. Un tentadero que sirvió para calibrar tanto el excelente juego del ganado como la solvencia de la chavalería torera.