OLIVENZA - 3ª de abono

¡Viva los toreros machos!

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La honradez de Talavante al jugarse la vida con el peligroso tercero fue la nota que mejor resume una tarde en la que tanto el de Badajoz como Diego Urdiales y Miguel Ángel Perera dieron lo mejor de su tauromaquia. Solo el mal uso del acero privó de mayores premios para que los tres saliesen a hombros.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado toros de Garcigrande. Bien presentados en conjunto. Desiguales de juego. Destacó en malo el 3º

ESPADAS:
–  Diego Urdiales (verde oliva y oro), oreja y ovación con saludos.
Miguel Ángel Perera (grana y oro), oreja y ovación con saludos.

Alejandro Talavante (nazareno y oro), dos orejas y oreja.

INCIDENCIAS: Tarde de temperatura fría con lluvia intermitente. Perera saludó una ovación al romperse el paseíllo. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Bernardino Píriz Borrallo. Saludaron en banderillas: Curro Javier, Guillermo Barbero, Juan José Trujillo y Javier Ambel.

Todo quedó en un susto. ¡Pero qué susto! (FOTO: Gallardo)

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PATIO DE ARRASTRE (Opinión)

Sixto Naranjo

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Gallardo

Antonio Girol.-

Enorme. Valiente. En una palabra, ¡torero! Así hay que definir a Alejandro Talavante tras despachar a ‘Cuplé’. El primer Garcigrande de su lote. Al que si el ganadero salmantino hubiese bautizado como Barrabás no habría herrado en el nombre. Un auténtico cabrón que desde que salió por chiqueros fue con la cara alta mirando a todos aquello que había a su alrededor. Un perfecto hijo de eso que están ustedes pensando, que se fue crudo del caballo de picar. Pero como ahora la moda es que los toros no se piquen ni cuando, como a este, le hace falta un segundo puyazo para ahormarlo, ocurrió que luego se creció y a punto estuvo de provocar una tragedia en esta feria siberiana, perdón, oliventina.

El Garcigrande ya había mostrado sus cartas credenciales en el tercio de banderillas. Pero en frente encontró a Juan José Trujillo que le clavó dos pares sin importarle que los pitones casi rozasen su montera. A pesar de ello, la gente no terminaba de ver el peligro sordo que tenía el animal hasta que el de Garcigrande, en un parón en seco, colocó sus pitones a  la altura de la pechera de la camisa de Talavante. Ahí ya sí prendió la chispa y toda la plaza fue consciente de la papeleta que tenía entre manos el pacense.

Con la respiración contenida se jaleaba cada uno de los pases que lograba arrancar entre mirada y mirada del toro que antes de embestir medía dónde estaba el torero y dónde la muleta que éste le ofrecía. Cada acometida era una moneda al aire. Moneda que de tanto tirarla terminó saliendo cruz. El astado lanzó un certero derrote al pecho del diestro pacense que fue izado de manera feísima. Durante unos instantes se mascó la tragedia. Afortunadamente no hubo que lamentarla. Volvió a la cara del toro y le dio de nuevo el pecho lacerado para, sin enmendarse, administrar unas manoletinas. Luego se fue tras la espada y la dejó enterrada en buen sitio. Los trofeos fueron pedidos con fuerza y concedidos con buen criterio presidencial.

El sexto no quería exigencias. Su escasa raza así lo aconsejaba. De ahí que Talavante lo acariciase con la bamba de su muleta en cada uno de los pases que le enjaretó. A pesar de ello, se aburrió y buscó el cobarde cobijo de las tablas. Quien no se afligió fue el torero, que se fue hasta su jurisdicción y le enjaretó una excelsa tanda de naturales.

Tiene Diego Urdiales un concepto del toreo tan puro que a la fuerza engancha. Señal inequívoca de lo gran torero que es. Así lo ha demostrado en sus dos toros. A ambos los ha saludado meciendo el capote con suave cadencia. Magistrales han sido las verónicas que ha ofrecido en el quite al cuarto.

La faena de muleta al primero ha llegado más a los tendidos por haber tenido el toro más transmisión. El inicio, saliéndose hacia los medios, con ayudados por alto fue la antesala ideal de los perfectos derechazos ligados en redondo que le siguieron mientras la banda atacaba con Manolete, un pasodoble acorde con la solemnidad que se estaba viendo en el albero. Decreció la faena por el lado izquierdo, al tener el animal menos recorrido. Sin embargo Urdiales no cejó en el empeño y en la última serie por ese pitón dejó una magistral tanda de naturales enfrontilados que remató con un vistoso trincherazo.

El gusto de un torero se denota en los finales, ya sea en los de tandas o en los epílogos de faena. Diego Urdiales evidenció un gran paladar al doblarse por bajo con su antagonista  para cerrarlo en tablas. Lástima del pinchazo en alto porque de lo contrario habría cobrado un premio mayor.

Llenar el espacio emocional que minutos antes había provocado Talavante con su faena al tercero de la tarde no era tarea fácil. Aún menos si enfrente tenías un toro tan soso como fue el cuarto. Pero Urdiales se encargó de ocupar ese espacio con el don del temple hasta conseguir que volviese a crujir los olés en los tendidos. De nuevo estuvo errático con el acero en el primer intento y para colmo tuvo que usar el de cruceta. De ahí que solo pudiese saludar una ovación.

Había saludado Miguel Ángel Perera una fuerte ovación del respetable tras romperse el paseíllo, de la que hizo partícipe a sus compañeros de terna. Muestra inequívoca del cariño que Olivenza tiene por el de Puebla del Prior, que reaparecía esta tarde tras su percance en Salamanca. Quiso vestir de nuevo el mismo color que en aquella ocasión y comenzar la faena tal como lo hiciese en La Glorieta. De rodillas, por verónicas. Muestra inequívoca del valor que tienen los toreros y lo mal aprovechado que está su psicología en esta sociedad española tan cainita.

No es Perera un torero que sorprenda por innovaciones en su tauromaquia. Pero hoy sí lo ha hecho con el capote. Ha manejado el percal con mucha suavidad, bajando las manos en los lances imprimiendo cadencia en los vuelos. En donde sí es conservador es en su costumbre de comenzar las faenas de muletas en los medios. En esta ocasión, en lugar del tradicional pase cambiado por la espalda, optó por estatuarios. Se rebosaba el astado en las embestidas, y Perera lo aprovechó al llevarlo muy toreado en redondo, alargando el muletazo todo lo que geométricamente era posible más allá de la cadera.

La tauromaquia pererista es exigente. Necesita de toros con mucho motor y raza. Ambas proporciones encontró en su antagonista hasta que llegó un momento en que la gasolina se agotó en el de Garcigrande. Algo que no incomoda al de Puebla del Prior, que en las distancias cortas se siente aún más poderoso como torero.

Con el quinto, que tenía también ideas similares a su hermano anterior, se dobló de inicio para someterlo. Protestó en las siguientes tandas con la derecha. Pero desconocía que enfrente tenía un torero con un látigo en forma de muleta con la que somete a aquellos toros que de inicio no quieren entregarse. De ese modo consiguió, a base de pulsar mucho las embestidas, ligar el toreo en redondo hasta someter a su antagonista que solo volvió a protestar en forma de gañafón al cambiar el torero de mano de mando. Puso epílogo a su faena con unas ajustadas manoletinas. Pinchó en el primer intento y, ese fallo, restó peso a su labor siendo solo recompensado con una ovación que saludó desde el tercio.

PATIO DE ARRASTRE

Sixto Naranjo/Director ‘El Albero’ – COPE

Talavante, una vida menos

Decía el maestro Antonio Ordóñez que los toreros debían salir dispuestos a morir en una plaza cuatro o cinco veces por temporada. De ser así, Alejandro Talavante ya ha consumido una de esas vidas. Tarde de una honestidad brutal tal y como cantaba su amigo Calamaro.

El extremeño firmó una actuación de figura del toreo sin importarle la plaza donde está anunciado. Tarde de reivindicación y de mostrar credenciales en un año que se aventura de una exigencia máxima en la primera fila. 

Y es que la actuación de valor de Alejandro Talavante a su primero perdurará por tiempo en la plaza de Olivenza. Lección de hombría y de amor propio. Quizá excesiva, pero nadie podrá dudar del compromiso adquirido por Talavante con este coso y esta feria.

Lo que pudo acabar en tragedia, acabó en triunfo. Lo que pudo acabar en enfermería, acabó en puerta grande. La grandeza de la Fiesta resumida en veinte minutos de una actuación de bragueta y arte. Sublime. Talavante, genio y figura, aunque con una vida menos. No importa, le quedan muchas más.



GALERÍA GRÁFICA (GALLARDO)

Minuto de silencio en memoria de Bernardino Píriz

Diego Urdiales

Diego Urdiales

Diego Urdiales

Diego Urdiales

Diego Urdiales

Diego Urdiales Miguel Ángel Perera Miguel Ángel Perera
Miguel Ángel Perera Miguel Ángel Perera

Miguel Ángel Perera

Miguel Ángel Perera Alejandro Talavante Alejandro Talavante
Alejandro Talavante Alejandro Talavante Alejandro Talavante
Alejandro Talavante Alejandro Talavante

OTRAS IMÁGENES (GALLARDO)

Matando los nervios de la espera Joaquín Domínguez y la niña de sus ojos La afición de Jerez tiene cantera
Antonio Briones, ganadero de Carriquiri Mateo Giralt y Fernando Valbuena, abogados y aficionados Detallazo de Talavante con Cipriano Píriz
Faltó poco para la tragedia Talavante saludando las muestras de cariño de la afición


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