A pesar de la oreja paseada por Leo Valadez y del esfuerzo de Joaquín Galdós y el debutante David Bolsico, el denominador común de la primera novillada de la feria ha sido el frío reinante en el ambiente y en los tendidos.
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Antonio Girol.-
Ahora que tanto se habla de enemigos de la fiesta, conviene decir que no lo hay mayor que el frío. Ya sea atmosférico o ambiental. Para desgracia de quienes hemos estado en Olivenza, ambos se han conjugado para dar al traste con la novillada inaugural. Solo al final, cuando la tarde estaba completamente desangelada, pudimos entrar un poco en calor con la oreja de raza cortada por Leo Valadez y con David Bolsico que, azotado por el viento y la lluvia, se fue a los medios para iniciar su faena de muleta y sufrió una terrorífica voltereta que además trajo consigo que estuviese más tiempo del necesario a merced de su oponente en el suelo.
No se arredró el de Higuera la Real y sobreponiéndose al tantarantán corrió bien la mano por el lado derecho a un novillo complicado. Un astado sin fijeza y que medía de continuo al novillero. Con ese peligro que llaman sordo y que muchos espectadores no supieron apreciar. Los unos porque se resguardaron de la lluvia en los arcos del coso oliventino. Y los otros, porque a esa hora estaban locos por salir de la plaza y marchar a sus hogares para entrar en calor. Lástima que no matase bien, y pronto, porque el esfuerzo de Bolsico debió haber tenido mayor recompensa que las palmas con las que fue despedido.
El hasta hoy alumno de la Escuela Taurina de Badajoz había debutado con los montados estoqueando a ‘Napolitano’, de 445 kilos de peso, y pelo negro mulato. De lejos el mejor novillo del encierro. Tanto por hechuras, que son la base fundamental, como de comportamiento. Lo saludó Bolsico con un ramillete de gaoneras. Con lo que ello supone de arriesgado a la hora de parar a un astado. El de ‘El Juli’ tenía tanta alegría en su embestida, que Manuel Larios se lució con él en banderillas hasta tener que saludar montera en mano.
Tras el brindis a los responsables de su formación taurina en la Escuela, la expectación fue en aumento cuando se fue a los medios, a pesar del aire reinante, y citó de lejos al utrero que se desplazó galopando. Sin embargo, unas veces porque el aire desdibujaba los pases; y otras, porque el novillero no terminó de cogerle el ritmo adecuado, la faena fue un espejismo. En el ambiente quedó la sensación de que los nervios habían podido con el debutante. Una pena.
El único trofeo de la tarde lo ha paseado Leo Valadez. Arrancado, más que cortado, a base de bragueta. O lo que es lo mismo, estando en novillero. Ya de inicio buscó la complicidad del público con un saludo por cordobinas al que siguió un quite por zapopinas. Aunque igual las interpretó para honrar a ‘El Juli’ que las exportó desde el México natal de Valadez, bautizándolas como lopecinas. Al diestro madrileño que ocupaba su lugar en el burladero de ganaderos le brindó la faena. La cual estuvo cosida por el hilo de la raza. Buscando caldear el gélido ambiente epilogó su actuación con bernadinas rodilla en tierra, para acto seguido irse tras la espada y dejar un pinchazo arriba. Tuvo que volver a entrar a matar, y esta vez sí acertó en dejar enterrado el estoque.
De lo poco que ha mostrado Valadez en Olivenza me quedo con su mano izquierda. Me gustó cómo la corrió en la primera serie al segundo de la tarde. Lástima que no tuviese continuidad en las siguientes tandas. Mató fatal y a punto estuvo de sufrir un percance feo, que evitó la pericia de su subalterno Rafael González en un quite providencial.
No negaré que tenía muchas ganas de ver en directo a Joaquín Galdós. Le precedía su buena temporada pasada. He de decir que me ha encantado cómo lancea a la verónica, con su capotito sin apenas apresto. Se encaja y juega los brazos con cadencia. A su primero le enjaretó un saludo que, con otras condiciones ambientales, habría tenido mayor repercusión. Molesto, por el tornillazo final que lanzaba en sus embestidas, el de Perú fue haciendo a su antagonista a base de tesón y temple. Sin embargo, tan a fuego lento quiso hacerlo que la faena terminó por aburrir al respetable.
En el cuarto se le notó el oficio del que carecen sus otros dos compañeros. Supo aguantar al novillo en la muleta cuando éste estaba loco por irse a tablas. Lástima que los espectadores anduviesen ocupados en otros menesteres y no terminasen de enterarse del esfuerzo que estaba haciendo el joven limeño, muy por encima del novillo de ‘El Freixo’. Al que despachó de entera caída.
PATIO DE ARRASTRE |
Sixto Naranjo/Director ‘El Albero’ – COPE
Corazones rotos
Viernes de Cuaresma. Viernes de inicio de la Feria de Olivenza y día complicado para el periodismo. Dos personas queridas y admiradas nos partían el corazón, también en dos. Tan duro como la vida misma. Como el toreo.
Muy de mañana nos sorprendía la muerte en Sevilla del compañero de ABC Fernando Carrasco. Sevilla ha sido hoy menos Sevilla sin él. Un puñetero infarto se llevaba a un periodista enamorado de su profesión, de la Fiesta de los toros, de su Semana Santa… de la vida. Fernando era pura pasión y desbordaba bonhomía con los que año a año asomábamos algún día por la Real Maestranza de Sevilla para disfrutar de una tarde de toros.
Horas más tardes, cuando en Olivenza se había guardado un minuto de silencio por Fernando, nos sorprendía otra noticia dolorosa. Gaspar Rosety, compañero durante muchos años de COPE, maestro de periodistas y referente de una generación como la mía que se asomó a la radio para escuchar sus narraciones de los partidos de fútbol, se encontraba en estado crítico por culpa de otro maldito infarto. En la memoria quedarán goles para la historia personal de uno, de esa pasión en rojo y blanco narrada por Rosety que a estar horas, cuando escribo estas líneas, se debatía entre la vida y la muerte intentando jugar todavía su penúltimo partido.
Corazón, la palabra de este jodido viernes. Y corazón ha sido lo que le han puesto los tres novilleros que han descorchado la Feria de Olivenza este viernes. Más cuajados Joaquín Galdós y Leo Valadez y con su imberbe inocencia David Bolsico. Ojo a la zurda de Valadez, la que más cerca está del corazón. Corazón, la palabra de este jodido viernes… no me cansaré de repetirlo.
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