El próximo 5 de octubre se cumplirán dos décadas que Antonio Muñoz tomó galón de matador de toros en la plaza de Zafra de manos de Enrique Ponce. Una efeméride que merece la pena destacar y recordar con su protagonista en una lujosa entrevista y una amplia galería gráfica que les ofrecemos en exclusiva.
Antonio Girol.-
Cuando esta provincia no era el manantial constante de toreros que es en la actualidad, hubo un tiempo en que un joven de Zafra enarboló la bandera del interés de una afición necesitada de referentes en los ruedos.
Aquel joven, nieto e hijo de ganaderos, heredero directo del clasicismo más puro en las formas de ejecutar las suertes es hoy un torero maduro que nunca ha dejado de soñar con verónicas echando la pata p’alante o doblones de inicio de faena en los que el astado de sus sueños persigue embebido los vuelos de su muleta hasta llegar a la boca de riego y luego enjaretarle una serie de naturales rematados con un gracioso kikirikí. Próximamente se cumplirán veinte años de que Enrique Ponce le invistiese matador de toros en el ruedo de su ciudad. A pesar del tiempo transcurrido son muchos los aficionados (me incluyo) que ni hemos olvidado la fecha ni al torero y que con la pureza de sus palabras hoy vamos a volver a deleitarnos como lo hacíamos cuando le veíamos en el ruedo. |
Antonio Muñoz no acostumbra a prodigarse en los medios, motivo por el que agradecemos aún más su gentileza al atendernos y permitirnos que podamos compartir con todos ustedes sus acertadas reflexiones y recuerdos. Todo un lujo.
– Maestro, el próximo día 5 de octubre se cumplirán veinte años de que tomase la alternativa en este mismo ruedo de manos de Enrique Ponce. ¿Dos décadas después cómo la recuerda?
– La alternativa es siempre una fecha que te queda impresa en la memoria. Aún más si triunfas como fue en mí caso que corté tres orejas y un rabo. Es un día que lo vives como en una nube, quizás por ese hecho con el toro del doctorado, que fue muy duro, tuve que hacer un gran esfuerzo. En el otro, que le corté el rabo, estaba tan metido en la faena que no era consecuente con el lío tan grande que estaba formando aunque sí lo sentía por cómo notaba al público. Pero hasta que no lo maté no fui consciente.
– La suya fue una alternativa soñada por el marco en el que la tomó y porque se la dieron un padrino y un testigo de excepción
– Fíjate. Nada menos que Ponce y Jesulín que eran en 1995 las máximas figuras del momento. Y además con una ganadería de categoría como la de Torrealta
«…estoy toreando casi desde que eché a andar…» |
– ¿Por qué eligió la seda en grana para el traje de la alternativa en lugar del habitual blanco? – El color grana es el que a mí más me ha gustado de siempre. De ahí que tuviese muy claro que así tenía que ser el de mi alternativa. Además de que nunca me he puesto un vestido blanco, ni creo que me lo pusiese de seguir aún en activo. |
– Hablando de ganadería, imagino que la llamada para el toreo le llegaría por su contacto diario con el toro en su casa, ¿me equivoco?
– No sé si es llamada como tú le dices o qué, pero lo que sí sé es que estoy toreando casi desde que eché a andar. La primera vez que me puse delante de una becerrita fue con cuatro años en Martín Gómez, una finca que mi padre tenía arrendada.
– ¿Y ya con conciencia desde cuando surge en usted esas ganas de ser torero?
– Con trece o catorce años, en esa época difícil de la adolescencia en la que uno no sabe muy bien qué camino tomar, se dio la casualidad de que aquí, en Zafra, se organizó un festejo pro síndrome de Down. Entonces a mi amigo Antonio Rodríguez Pina y a mí nos ofrecieron la posibilidad de que cada uno toreásemos dos añojas. Si mal no recuerdo pusieron la entrada a 200 pesetas (Lo que hoy al cambio sería un euro y veinte céntimos) y la plaza se llenó para vernos. Estuve muy bien y ahí sentí lo que era vivir esa pasión del toreo, la atención del público…
– …Lo que llaman el veneno. – El veneno lo tenía yo desde que eché los dientes de leche pero lo que sí fue el aldabonazo definitivo que necesitaba para tener claro que ese era mi camino. Al año siguiente, también aquí, en un festival ya maté mi primer becerro, del que paseé un rabo. Y en la feria de San Miguel, que por entonces la daba el maestro de Ronda, debuté sin caballos.
– ¿Y en casa que le dijeron cuando les planteó que su camino era ser torero? – En realidad nunca les dije directamente que quería ser torero, ellos me habían visto torear desde pequeñito que le daba pases hasta a los coches con los que me cruzaba por la calle. Por eso creo que tenían asumido que ese iba a ser mi camino ya que prácticamente desde que me mantengo en pie siempre he toreado. |
– Antonio, su corte de toreo ha sido siempre muy clásico, de mucha pureza en la ejecución de las suertes tanto con el capote como con la muleta. ¿Lo del estilo es algo que uno tiene innato o influye de quien se rodea o qué ve en sus inicios?
– Mira, cuando uno empieza no sabe ni lo que estás viendo, lo que sí influye mucho son las primeras personas a las que empiezas a respetar y de quiénes te empiezan a hablar. En mi caso tuve la gran suerte de que mi padre, nada más empezar, me pusiese de banderillero a José María Susoni que me hablaba mucho de Pepe Luis, de Ordóñez, de Camino, de Manzanares…Es verdad que luego cada uno nace con su forma pero influye mucho de quiénes te hablan porque te hace que quieras explorar en ese concepto.
– No sé si coincidiremos en esta reflexión pero a mí me da la impresión que por la velocidad en que nos movemos hoy día como sociedad, los más jóvenes no tienen el sosiego suficiente para pararse a fijase en las personas de más edad.
– También lo noto. Observo que hay poco respeto por lo antiguo. A mí por ejemplo me encantaba juntarme con toreros viejos para escucharlos, observarlos incluso en cómo se encendían un cigarro…Y la juventud de ahora cuando coinciden con un torero veterano casi que estuviesen deseando irse de su lado.
– Aprovecho que sale el tema de los inicios para preguntarle qué recuerdos guarda de la época anterior a la alternativa
– De mi debut con caballos, que fue un sábado de Gloria en este mismo ruedo con utreros de Salvador Domecq acompañado de Manuel Caballero y Manolito Campuzano, guardo un recuerdo agridulce. Me explico: alegre por el día que fue y como resultó, pero a su vez me acuerdo de que en lugar de brindar al cielo me hubiese encantado brindar en persona a mi abuelo Cayetano que había fallecido recientemente.
– Fueron casi cuatro años en un escalafón en el que había rivales de categoría como Manuel Caballero, Finito de Córdoba, Manolo Sánchez, Pedrito de Portugal, Javier Conde o Rivera Ordóñez, entre otros
– La época de novillero es una época de aprendizaje que te deja marcado para siempre para lo bueno y para lo malo. Es un tiempo en el que aprendes que no hay rival pequeño porque el que menos te esperas de los compañeros te da una lección de humildad. La verdad es que tengo grandes recuerdos de tardes redondas en las que disfruté y me sirvieron mucho
– Desde fuera, como aficionado, tengo la sensación de que el paso de escalafón les coge a todos en unos años en los que aún no han madurado lo suficiente para afrontar una profesión tan complicada. Igual estoy confundido. – En esos años somos un poco niñatos y nos creemos que lo sabemos todo. Es fundamental tener a alguien al lado que te entienda, te comprenda, conozca esta profesión y a la vez que sea una persona adecuada para que tú la respetes. Yo no era fácil para tener alguien al lado y me faltó esa persona adecuada. Por eso en esta profesión no aprendes hasta que no te parten la cara de verdad. – Esa dureza en su caso se tradujo en pocos contratos como matador, ¿fue así?
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– Solo estuve seis años, en los que como bien dices hubo pocos contratos, pero los viví con mucha intensidad. Creo sinceramente que toreé algunos toros muy bien, en los que me sentí muy a gusto.
– Pero son muchos los toreros de corte clásico que torean poco y continúan en activo a pesar de lo duro que debe ser no torear todo lo que uno, por calidad, merece
– Te puedo decir que en mi caso me quité porque me revelé contra el sistema. Reconozco que fue el mayor error de mi vida, el haberme aburrido. De hecho a día de hoy aún no he aprendido a vivir sin torear.
– Hemos hablado de lo importante que es una persona de confianza al lado de un torero. Escuchándole tengo la sensación de que usted puede ejercer perfectamente esa labor por su experiencia y porque sabe expresar perfectamente lo que quiere decir.
– Puedo y no puedo ser porque lo primero que debe haber es feeling entre el torero y tú. Cuando empiezas en la profesión te encuentras con que todos te dicen cómo es esto y todo el mundo te habla. Ahí es donde uno debe tener un sexto sentido para saber qué persona es la adecuada para escuchar porque es la que a ti te encaja, y a cuales no hay que hacerle caso. No es fácil…
– ¿El campo puede compensar esa necesidad de ponerse delante del toro? Porque usted torea mucho en su casa. De hecho hace prácticamente todos los tentaderos. – Ya toreo menos de lo que toreaba pero me sigue gustando hacerlo porque es mi vocación. Sigo necesitándolo para vivir. Incluso sueño con volver a torear un toro aunque sea en el campo. |
«…me sigue gustando hacerlo porque es mi vocación. Sigo necesitándolo para vivir…» |
– ¿Y ahora que está pleno de madurez no se ha planteado la reaparición?
– Bueno, a los cinco o seis años de retirarme lo pensé. Me preparé a fondo toreando toros a puerta cerrada, hice muchos tentaderos, me quedé delgado y cuando estaba listo pensé: “ahora otra vez a pedir y suplicar para que me pongan en corridas malas en las que al final no voy a ganar ni un duro”, y abandoné la idea. Pero eso no quita que siga soñando con torear, aunque por supuesto no lo haré en una plaza de toros con público.
– Antonio, ¿esa fuerte personalidad que posee le influyó negativamente en su profesión?
– Sí, sí, mi forma de ser, sobre todo en mis comienzos, me perjudicó sobre manera porque no hacía más que cometer error tras error. Pero bueno, la personalidad es para lo bueno y para lo malo. – ¿Qué piensa que ha cambiado de una época, la suya, a la actual? – El toreo en estos veinte últimos años ha cambiado absolutamente. Son épocas totalmente diferentes. Mira, han cambiado los públicos, pero principalmente ha cambiado el toro que ahora es más grande y se mueve más que al que nos enfrentábamos los de mi generación. E indudablemente la forma de ser de los toreros también ha variado. – ¿Con quién le habría gustado compartir cartel? |
– Como soñar no cuesta, sin dudas con Antonio Ordóñez y José María Manzanares. Ese sería mi cartel soñado. Como te digo que me hubiese encantado coincidir en el tiempo con Antonio Ferrera, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante para haber podido compartir cartel con ellos, por los cuales siento admiración absoluta.
– Con los del primer cartel le unió una gran relación
– Efectivamente, tuve la suerte de tratar al maestro Ordóñez y la tremenda dicha de ser amigo del maestro Manzanares, que en paz descansen ambos.
– Aunque ha dicho que no piensa volver a torear en una plaza de toros con público si alguna vez decide cambiar de idea el último cartel sería posible y bonito de verse.
– Es imposible. Lo digo sinceramente por el tremendo respeto que tengo por esos tres pedazos de monstruos que son Ferrera, Perera y Talavante, por el que me merece el público y el que me merezco a mí mismo.
– Ha hablado de las tres figuras principales de nuestra tauromaquia, no me resisto a preguntarle si en algún momento imaginó que íbamos a convertirnos en la primera potencia que somos ahora mismo.
«…siento el respeto de la gente, tanto de aficionados como de toreros. Te puedo decir que eso es lo más grande que me he llevado del toreo…» |
– Jamás. Nadie podía imaginarse que se iba a formar la que se ha liado con el toreo en Extremadura. Date cuenta que cuando yo empezaba mis antecedentes en lo que respecta a toreros de la tierra era Luis Reina, y un poco Juan Mora que lo sentíamos de aquí pero como más lejano. Me alegra pensar que nosotros hayamos podido ser germen para esta generación inacabable de toreros que hay hoy día en nuestra tierra. |
– Después de todo este tiempo, ¿nota el cariño y el respeto de la profesión?
– Fíjate que con la poca cosa que fui por mi breve paso por la profesión en activo sin embargo sí siento el respeto de la gente, tanto de aficionados como de toreros. Te puedo decir que eso es lo más grande que me he llevado del toreo. Supongo que será porque lo he transmitido tanto por la intensidad con la que lo viví en activo como con la que ahora expreso cuando hablo con la gente o en el campo.
– Pues con ese respeto que nos merece y le tenemos en BADAJOZ TAURINA le damos la enhorabuena por estos veinte años que en breve celebrará como matador de alternativa.
– Muchas gracias por acordaros de mí en estas fechas, os lo agradezco de corazón
ANTONIO MUÑOZ: 20 AÑOS DE RECUERDOS FOTOS: GALLARDO |
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