El novillero oliventino que estoqueó reses de Fuente Ymbro, Daniel Ruiz, El Freixo, Talavante, Domingo Hernández y Zalduendo paseó siete orejas y rodeado de un importante número de jóvenes aficionados que le aclamaron abandonó en hombros el coso de su localdad de residencia
|
|
Antonio Girol.-
Viendo esta tarde a Ginés Marín con esa capacidad propia de los elegidos que posee, me hizo cavilar que su gesto de encerrarse con seis novillos de distintas ganaderías del encaste domecq habría cobrado categoría de gesta si en su lugar hubiese optado por incluir astados de diferentes sangres. Mismamente el ‘anunciado’ (y no embarcado) de Victorino junto con uno de núñez y otro de murube habrían sido suficientes. Estoy más que convencido por el talento innato que tiene el oliventino que ante cualquiera de esos astados habría resuelto con la misma suficiencia con que lo ha hecho en las seis faenas que ha llevado a cabo y por las que ha cobrado un total de siete orejas.
Las dos primeras llegarían tras despachar al primero de la tarde. Un utrero de Fuente Ymbro al que saludó con una larga cambiada en el tercio y al que quitó del caballo de picar con ajustadas chicuelinas. Comenzó la faena de muleta llevando al animal hacia adelante para mostrarle el camino en el que debía embestir. Las series por el derecho tuvieron la suavidad como denominador común de su toreo en redondo. Con la izquierda corrió bien la mano al natural, con temple y arrastrando la bamba de la muleta para llevar al utrero embebido en la tela.
El de Daniel Ruiz exigía firmeza y determinación, y ambas cosas las encontró en el novillero oliventino que se impuso al novillo de principio a fin. Primero pulsando las embestidas que a regañadientes ofrecía el astado hasta conseguir encelarle en la franela y mandar sobre su oponente, y después ganándole la pelea por completo al meterse en su terreno a base de asentar las zapatillas y exprimir hasta la última gota del utrero. Lástima que no estuviese tan fino con la espada como con el anterior y solo pudiese pasear un trofeo.
Complicada, por descompuesta, había sido la embestida del tercero desde que salió por los chiqueros. Puso en aprietos a la cuadrilla en el tercio de banderillas hasta el punto de que ‘El Pilo’ en el tercer par sufrió una fea voltereta que afortunadamente quedó solo en un susto. Nada de ello arredró el ánimo del joven novillero, que sin más probaturas ni cerramiento en tablas se fue en busca de su antagonista a los medios. Había que aguantarle sin saber cuál podría ser su reacción después de haber visto su comportamiento informal. Y no solo le aguantó la embestida sino que la embarcó perfectamente en el vuelo de su muleta. Señal inequívoca no solo de valor sino de inteligencia. A base de aplicar grandes dosis de temple y de dejarle siempre la tela en los hocicos fue metiendo en el canasto al de El Freixo hasta conseguir naturales de mucho mérito. Citó a recibir para matar y precisó de un certero golpe de cruceta para atronar a su antagonista. Saludó una ovación desde el tercio. |
«…Había que aguantarle sin saber cuál podría ser su reacción después de haber visto su comportamiento informal. Y no solo le aguantó la embestida sino que la embarcó perfectamente en el vuelo de su muleta. Señal inequívoca no solo de valor sino de inteligencia…» |
Pasado el ecuador del festejo salió el ejemplar de Talavante. Un novillo bonito de hechuras y de gran fijeza, como ya demostró al seguir los vuelos del capote en el saludo de recibo. Borja Ruiz le administró un gran puyazo, que aún ahormó más la embestida de tan noble colaborador. Invitó a ‘Cuqui’, que ejercía de sobresaliente, para que hiciese un quite, y el portugués se echó el capote a la espalda para interpretar unas saltilleras. De rodillas inició la faena de muleta. Y de esta guisa enjaretó una serie en redondo. La calidad del novillo talavantino conjugó perfectamente con la templada muleta de Ginés Marín que supo entender perfectamente el ritmo de la embestida del animal por uno y otro pitón, consiguiendo pasajes de bella factura. Epilogó por ajustadísimas bernadinas que pusieron literalmente al público en pie. Lástima que marrase con la espada dejando un pinchazo hondo porque la calidad de la faena merecía más premio que la oreja que paseó.
El de Domingo Hernández que hizo quinto resultó el más soso de los lidiados. Novillo con poca transmisión al que Javier Ambel colocó dos soberbios pares de banderillas por los que tuvo que saludar una cerrada ovación. Quiso Ginés dar variedad a su actuación y pidió una silla para sentado en ella comenzar la faena. Tardeaba el novillo y solo pudo enjaretar dos pases desde el sitial. La nula transmisión del animal sumada a su escasez de fuerzas impidió que la labor de Marín tomase vuelo más allá que en una tanda de naturales enfrontilados que se vieron frenados por un inoportuno pisotón de la res. La espada esta vez sí encontró camino a la primera y un nuevo trofeo fue a parar a sus manos. |
«…su gesto de encerrarse con seis novillos de distintas ganaderías del encaste domecq habría cobrado categoría de gesta si en su lugar hubiese optado por incluir astados de diferentes sangres…» |
En sexto lugar saltó al ruedo Valedor, herrado con la Z de Zalduendo y el 49 en el costillar. Un novillo al que Ginés administró un quite por zapopinas y banderilleó haciéndose acompañar por Javier Ambel y Joaquim Ribeiro ‘Cuqui’. Aprovechó la nobleza en la embestida de su antagonista para iniciar la faena de muleta de rodillas, en los medios, toreando con la figura relajada en series en redondos que salpimentó con una arruzina. Ya erguido siguió con una sinfonía al natural. Con la figura relajada y con suavidad fue hilvanando naturales a un noble animal de gran son en sus embestidas hasta olvidarse del cuerpo y torear para él mismo. Emborrachado de toreo se tiró en lo alto y pinchó. A pesar de ello, pero en vista de la gran faena con que había puesto epílogo a una tarde de compromiso, le fueron concedidas dos orejas y al novillo el honor de una vuelta al ruedo póstuma.
Lo que siguió después fue una explosión de juventud. Una gran cantidad de chavales y chavalas se lanzaron al ruedo para acompañar la salida en hombros de un novillero llamado a decir grandes cosas y ser referente obligado de una fiesta que más que nunca necesita savia joven en el ruedo y en los tendidos.
GALERÍA GRÁFICA (JOSE CAMPOS) |
||
GALERÍA DE CUADRILLAS (JOSE CAMPOS) |
||