BADAJOZ - 3ª de abono

El genio y su heredero

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Morante de la Puebla forma un alborto en el cuarto del que pasea las dos orejas. Garrido no se deja ganar la pelea y muestra credenciales en sus dos toros. Generosidad del público con José Mª Manzanares en forma de trofeo.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado toros de Zalduendo, desiguales de presentación y desrazados en líneas generales.

ESPADAS:

– Morante de la Puebla (azul rey y oro ), palmas y dos orejas.
José Mª Manzanares (catafalco y oro ), palmas y oreja

–  José Garrido (mercurio y plata), oreja y oreja

INCIDENCIAS:Tarde calurosa. Más de media plaza de aforo. Saludaron en banderillas Juan José Trujillo y Sánchez Araujo, en el cuarto; y Curro Javier y Luis Blázquez, en el quinto. Garrido brindó la faena del sexto a Antonio Ferrera, que ayer era operado en Sevilla de la fractura del radio derecho.

Las caras de admiración en el callejón delatan la grandeza de Morante (FOTO: Gallardo)

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Antonio Girol.-

Papá, ¿por qué eres morantista?, me preguntó un día mi hija de siete años. De haber estado hoy en la plaza de toros de Badajoz lo habría comprendido a pesar de su corta edad.  Es como si siendo niño te llevan al Prado y te ponen delante del cuadro de ‘Las lanzas’. No necesitas ser un erudito en arte para quedarte extasiado ante la majestuosidad que Velázquez reflejó al oleo en aquel lienzo. O si escuchas la Sinfonía nº 9 de Beethoven, aunque seas duro de oído te emociona su titánica composición. Cuando estás ante un genio comprendes rápidamente qué es la grandeza del arte. Y Morante de la Puebla lo es en lo suyo. Por eso a veces es incomprendido y denostado por sacrílegos.

No hay nada más puro que la naturalidad. De ella está hecha la tauromaquia del sevillano. Por eso es tan transparente en la plaza. Y por eso conecta de la manera que lo hace en los tendidos, tanto para lo bueno como para lo malo. Hoy tocaba lo primero. Ocurrió en el cuarto al que improvisó unas chicuelinas en el recibo de capote. Pero no unas chicuelinas cualquiera sino aquellas que en La Alameda soñase el propio Chicuelo cuando adoptó para la ortodoxia del toreo la heterodoxia de Llapisera. Le siguió un quite por verónicas que ni el propio Antonio Gallardo hubiera imaginado que pudiesen darse con tanta cadencia y despaciosidad.

Luego con la muleta impartió una cátedra de valor. Sí, lo han leído bien, valor, porque hay que ser muy valiente para torear tan despacio y a su vez componer la figura con tanta elegancia. Y con tanta verdad. Encajado de riñones fue corriendo la mano en las series en redondo que acompañaba con la cintura y remataba por bajo con esa gracia propia que un día tuvieron artistas de la talla de Manolo González o el propio Pepe Luis, y antes que ellos un tal Rafael El Gallo.

Se apagó pronto el toro y ante tanto poder cantó la gallina yéndose a toriles, en donde Morante quiso regalar a José María Ballester y a los integrantes de la peña taurina ‘Los que saben’ que comanda José Luis Lorido en el tendido 5, un ramillete de naturales de barbilla clavada en el pecho y muleta arrastrando por la arena al compás de la propia inercia de la embestida del mansito de Zalduendo.  Como era de esperar tras rematar la serie se produjo una catarsis, que siguió cuando dejó la espada enterrada en lo alto del morrillo y quedó atronado el animal. Era de esperar que tocase pelo por partida doble, como lo hizo paseando los trofeos por el ruedo mientras desde el tendido era aclamado al grito de torero, toreo.

Más tarde, cuando Manzanares mostraba la oreja cortada al quinto, también se coreó una consigna en los tendidos, en su caso: ¡guapo, guapo! Obsérvese la dicotomía. A uno torero, torero; al otro guapo, guapo. Ahí radica la diferencia. Bueno ahí y en el ruedo porque mientras el primero es bandera de la verdad hecha toreo, el otro es el adalid de todo lo contrario.

Llevaba el alicantino un año sin pisar el ruedo de Badajoz, y tras verle esta tarde pueden quedarse otro par más sin hacerlo porque para seguir toreando despegado, expulsando las embestidas hacia afuera, retrasando la pierna y vendiendo el producto solo a base de acompañar estéticamente las embestidas con la cintura, para eso que se vaya a timar a otros. Qué bueno sería que a los espectadores que acuden a la plaza (obsérvese la definición y no confundir con la de aficionados) se les ofreciese con la entrada un cursillo, aunque fuese acelerado, de qué es torear para que así no les diesen gato por liebre.


«Qué bueno sería que a los espectadores que acuden a la plaza se les ofreciese con la entrada un cursillo, aunque fuese acelerado, de qué es torear para que así no les diesen gato por liebre»


 

Si Morante es un genio, entendido como alguien que tiene una inteligencia extraordinaria, Garrido puede ser considerado como digno heredero de ese don de la genialidad. Lleva cuatro corridas en su haber desde que tomase la alternativa y parece que llevase toda la vida de matador de toros.  Si bueno fue el quite por ajustadísimas chicuelinas a su primero, novedoso y llamativo fue la presentación de credenciales por ganoneras en el recibo al sexto. También tuvo para quienes pensasen que la ortodoxia de capote está en las verónicas porque de ese palo instrumentó un quite que no tuvo nada que envidiar a las del talento de La Puebla.

Ni la responsabilidad de ser su primera comparecencia de matador en su ciudad, ni el hecho de compartir cartel con dos figuras del toreo, arredró su ánimo. Lo que viene a demostrar la raza, amor propio y corazón de un joven espada que posee unas condiciones innatas para rellenar todas esas hojas que están esperando a ser reseñadas con triunfos en su aún breve biografía taurina. Como el de esta tarde.

La despaciosidad con la que enjaretó los naturales de trazo largo por debajo de la pala del pitón de su primero fueron igualados en calidad por los geniales cambios de mano y los majestuosos pases de pecho de pitón a rabo.  A pesar de su innata inteligencia se quedó un momento descubierto y el toro lo vio. Inmediatamente le levantó los pies del suelo. Y ahí se acabó el fuelle del animal. Ya había conseguido su presa. Con lo que se paró y el torero tuvo que buscar, para continuar, el efecto del arrimón y los molinetes de rodilla.  Hizo lo que deben hacer aquellos que quieren tirar la puerta, golpearla con fuerza.

Encajada la figura, y en los medios, comenzó con ayudados la faena de muleta en el sexto. Un toro nada fácil que soltaba la cara al final del muletazo y exigía muchas dosis de temple en la mano izquierda para que no tocase la tela en los naturales que le instrumentó. Epilogó por bernadinas y solo pudo dejar media estocada que precisó de un golpe de cruceta, lo que enfrió la petición del premio doble, teniendo que conformarse con una única oreja que sumada a la del tercero le valían para que el heredero acompañase al genio en la salida en hombros.


GALERÍA GRÁFICA (GALLARDO)

José María Manzanares

José Garrido

Morante de la Puebla

Morante de la Puebla

Morante de la Puebla

Morante de la Puebla

Morante de la Puebla Morante de la Puebla José María Manzanares
José María Manzanares José María Manzanares

José María Manzanares

José Garrido
José Garrido José Garrido
José Garrido Garrido y Morante en hombros

GALERÍA DE CUADRILLAS (GALLARDO)

Curro Javier

Jesús Díez 'Fini'

José Antonio Carretero
Luis Blázquez

Rafael Rosa

Sánchez Araujo

 

Javier Valdeoro

 

OTRAS IMÁGENES (GALLARDO)

Antonio Muñoz y el taurino Joaquín Miranda Jesús Gutiérrez, pte. peña de Herrera del Duque ¡Ay que tos!
José Mª Ruiz Téllez y los de la peña 'Lobocastro' de Machita El picador Borja Ruiz y Belén Pagador 'El Juli' junto al empresario José Cutiño
Pepe Marchivirito y su esposa saludando a Garrido Esta oreja es mía...No, es mía ¡Guapa!

Joaquín Domínguez presumiendo de hija y cuñada

José Garrido brindando a Antonio Ferrera

Otra belleza rubia

 

 

 

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