Cinco orejas se repartieron los dos novilleros de la tierra por ninguna de los foráneos anunciados en este primer festejo de la feria de Olivenza en el que Ginés Marín y Luis Manuel Terrón estuvieron por encima de los novillos de Talavante.
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Antonio Girol.-
Mientras veía el juego de los utreros de Alejandro Talavante que esta tarde se han lidiado en Olivenza me vino a la memoria el recuerdo de aquella anécdota que cuentan de Curro Cúchares (aquel a quien debe la fiesta el sobrenombre de arte de Cúchares) y el Duque de Veragua (por entonces el máximo exponente de los ganaderos): Resulta que el citado torero al meterse en lides ganaderas le dijo al aristócrata: “Ahora verá usté, Duque, lo que es criá toros güenos” Y el Duque, encogiéndose de hombros, le contestó: “Desengáñate Curro, las guitarras nunca las han hecho los tocadores” Acertó plenamente el propietario del hierro de Veragua porque el camino de Cúchares como ganadero fue un completo fracaso.
Vale esta anécdota para ilustrar algo que suele ocurrir muy a menudo, que los toreros, salvo muy contadas excepciones, seleccionan sobre la máxima dulzura en detrimento de ese picante necesario que es la bravura. Lo que se traduce en que la línea que pende entre la nobleza y la sosería, al ser tan fina, en muchas ocasiones pueda confundirse cuando no traspasarse.
A los novillos de Talavante no se les puede poner ni una pega en lo que a presentación se refiere. Bonitos tanto de hechuras como de lámina. Es como esas manzanas que usted compra en el mercado porque brillan como espejos y que luego ni huelen ni saben a nada que se parezca a manzanas. Lo que traducido al lenguaje taurino se puede resumir en animales que no molestaban a los novilleros pero que tampoco les servían para expresarse en el ruedo.
Y en el ruedo se ha visto una baraja de chavales que han mostrado las cartas con las que cada uno quiere jugar su particular partida de mus. El que ha apostado el órdago mayor ha sido sin duda Ginés Marín que ha demostrado el porqué de ese zapato de oro conquistado el pasado ejercicio en Arnedo. Y de paso ha respondido como deben responder los toreros a quienes pusieron en entredicho aquel triunfo. |
... “Ahora verá usté, Duque, lo que es criá toros güenos” Y el Duque, encogiéndose de hombros, le contestó: “Desengáñate Curro, las guitarras nunca las han hecho los tocadores”…
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En sus dos novillos ha demostrado que le funciona la cabeza con precisión de maquinaria de reloj suizo. Y que esa cabeza la tiene interconectada perfectamente al corazón. Con su primero supo medir perfectamente los tiempos. Y cuando el utrero agotó la escasa gasolina que traía de serie en un incesante calamocheo que impedía cualquier atisbo de poder lucirse ligando muletazos, se metió entre los pitones para caldear el ambiente y así cosechar la oreja que paseó ante sus paisanos.
El séptimo tenía más carita de toro que sus hermanos. Novillo con más genio que bravura al que supo plantearla la faena de mando que el animal precisaba. Primero sin enmendar la plana en una serie de derechazos a pies juntos y luego por naturales de figura desmayada. Epilogó por ajustadas bernadinas y se fue de nuevo como un obús tras la espada. El doble premio que fue a parar a sus manos hacía justicia a su actuación en el ruedo. A la misma vez que dejaba en el público la sensación de tener ganas de ver más el próximo domingo.
El otro triunfador ha sido Luis Manuel Terrón. ¡Ay si la estocada a su primero de esta tarde hubiese sucedido el año pasado! Aún perduran en mi recuerdo, y en el de otros muchos buenos aficionados como mi compañero Álex Carpallo, sin ir más lejos, aquellos naturales de mano lenta. Los que hoy, por desgracia, no ha podido trazar en el albero porque ninguno de sus dos antagonistas ha tenido pitón izquierdo por el que administrarlos. |
«¡Ay si la estocada a su primero de esta tarde hubiese sucedido el año pasado! Aún perduran en mi recuerdo, y en el de otros muchos buenos aficionados…»
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Este hándicap le ha ocasionado que tuviese que apostar todo a la diestra. A su primero lo templó en series en redondo en las que destacaron las distancias y los tiempos en dos tandas que jaleó el respetable. Midió bien la faena y supo acortarla cuando era preciso para meterse en territorio del novillo para dar un circular invertido. Como ya dije mató de entera, aunque algo atravesada, y paseó un apéndice.
La prueba más palpable de que Terrón venía a por todas se vio en el sexto al que saludó a portagayola. Fue éste otro animal carente de fuerzas que en cuanto era exigido perdía las manos. Lo que obligó al joven novillero de Higuera de Vargas a tener que armarse de voluntad para intentar enjaretar faena por uno u otro pitón. En vista de la dificultad de la empresa, dadas las nulas condiciones de su oponente, decidió jugarse la carta mayor al arrimón final como había hecho su compañero Ginés Marín en su primero. El esfuerzo le valió el reconocimiento del público que le pidió la oreja que necesitaba para poder salir en hombros, y de ese modo desquitarse del mal sabor de boca del año anterior.
Llegaban Espada y Varea con aura de novilleros punteros. El uno en forma de realidad y el otro de promesa. No les negaré que llegué esta tarde a la plaza con muchas ganas de verles por lo que de novedad suponían para mí, y a la finalización del festejo me han dejado un sabor agridulce. Más dulce en el castellonense y más agrio en el pupilo de César Jiménez. Con el que comparte además de relación de apoderamiento el gusto por los capotes de talla XXXL, que dificultan y afean los lances a la verónica, y el de codillear con la muleta.
Es cierto que ninguno de sus dos novillos, como ha ocurrido con el resto del encierro, han sido partenaire apropiado para hacer una sinfonía. Pero también lo es que el joven novillero fuenlabreño no ha terminado de pisar el acelerador como se espera en quien quiere comerse el mundo, léase un novillero. Se ha conformado con dar una serie de naturales de bella factura en su segundo y hacer uso de sus muchos recursos al servicio de la técnica en ambas faenas. Ello sumado al mal uso del acero ha tenido como resultado dos silencios y la sensación de que nos podíamos haber ahorrado dos novillos y más de media hora de frío. Eso que hubiésemos salido ganando. |
«…llegué esta tarde a la plaza con muchas ganas de verles por lo que de novedad suponían para mí, y a la finalización del festejo me han dejado un sabor agridulce…» |
Varea dejó entrever mucho gusto en los doblones del arranque de faena a su primero. Pero poco le duró el novillo al ser uno de los más débiles del encierro. Ante tan apocado contrincante decidió con buen criterio abreviar y no perderse en un sinfín de muletazos sin sustancias a los que habría estado abocada la faena de haberla alargado.
Cuando saltó el último más de un cuarto del aforo comenzó a desfilar en busca del calor del hogar. Feo y desconsiderado gesto hacia quien viene a torear a tu plaza. Por más voluntad que el novillero puso en intentar llevar largo al novillo en los derechazos o en los naturales sueltos que administraba no conseguía calentar al respetable que en un incesante goteo iba saliendo por las bocanas de la plaza. Es difícil enganchar a un público que está deseando irse y más aún con un animal que transmite poca emoción. Eso le ocurrió al joven Varea que por maneras y disposición merece la pena seguir en el trascurso de esta temporada que hoy, aquí en Olivenza, echaba oficialmente a rodar al menos en Extremadura.
PATIO DE ARRASTRE |
Sixto Naranjo/Director ‘El Albero’ – COPE
Badajoz, tierra de novilleros
Ocho puestos y siete novilleros en liza en esta feria de Olivenza. Ecuación que sale por el doblete de Ginés Marín. Y de los siete novilleros, cuatro son de la tierra. Los frutos de la prolífica cantera que es la Escuela Taurina del Patronato de la Diputación de Badajoz están ahí. Indiscutibles.
Y para abrir boca, este viernes dos novilleros pacenses se las veían con un madrileño y un castellonense. No hubo color. Ginés Marín y Luis Manuel Terrón abandonaron el coqueto coso de Olivenza en volandas mientras Francisco José Espada y Varea lo hacían a pie.
Luis Manuel Terrón apunta maneras de torero bullidor, de gran conexión con el tendido pero al que todavía queda hacerse a fuego lento. Mejor cuando se calma que cuando se atropella.
Sin embargo, Ginés Marín ha venido a ratificar todo lo bueno que se atisbó la temporada pasada. Su gusto, temple y empaque le hacen diferente. Sabe lo que quiere y, de momento, parece tener la cabeza muy bien amueblada. Y ojo con el cañón que tiene en su espada.
Queda la matinal del domingo y las ilusiones con los jóvenes novilleros siguen en todo lo alto. Ojalá la novillada de El Juli ayude. Eso sí, Talavante debe mejorar como ganadero…
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