Juan Contreras, in memoriam

La sangre pacense que hizo realidad el toreo moderno

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Juan Contreras a caballo con su finca La Giralda de fondo
Juan Contreras a caballo con su finca La Giralda de fondo

«…Esa tarde, el Pasmo de Triana lidiaría en el  coso madrileño a ‘Tallealto’ como nunca antes se había visto lidiar a un toro con la muleta. Siendo esa faena la que cambiará por completo el concepto del toreo antiguo al moderno.»

Antonio Girol.-

Como si de aquella arpa silenciosa y cubierta de polvo que Bécquer retratase en su rima séptima se tratase, igual de olvidada en el ángulo oscuro, en este caso no de un salón sino de la memoria del aficionado, se encuentra el recuerdo de la ganadería que a principios del siglo pasado formase Juan Contreras y Murillo en las burguillanas tierras de la finca La Giralda. Sirvan por tanto estas letras a modo de esa mano de nieve que solicitaba el poeta para arrancar sus notas dormidas, como el pájaro duerme en las ramas.

No fue aquella una divisa de toros sin más sino que en manos del que con el correr de los años recibiese de Alfonso XIII el título de Vizconde de Burguillos alcanzó categoría personal. Y eso que en su poder solo perduró trece escasos años. En concreto los que van desde enero de 1907- fecha en que llegan a tierras extremeñas las 100 vacas y cuatro machos que adquiere a Tomasa Escribano, viuda de su amigo Joaquín Murube – hasta finales de 1920 que es cuando parte su ganado rumbo a Salamanca.

En ese periodo de tiempo, que puede resultar escaso, tuvo tiempo suficiente para fijar en su ganado unos caracteres morfológicos y de comportamiento que hicieron de sus toros no solo los favoritos de Joselito El Gallo (que de los 141 astados que en ese periodo de tiempo salieron rumbo a las plazas de toros, el diestro de Gelves le estoqueó 57) sino un encaste propio.

Nada hacía presagiar que sus lides ganaderas hasta entonces centradas en el cochino ibérico se encaminarían por el lado de la bravura. Sin embargo, las casualidades de la vida le llevaron a comprar ese hato de ganado al que me refería más arriba casi como si de un acto de honor se tratase. Cuentan que estaba nuestro protagonista en el casino de Zafra, durante su anual feria ganadera de San Miguel, y allí escuchó como Valentín Escribano (hermano de Tomasa) ofrecía parte de la ganadería de su hermana a algunos ricos hacendados extremeños, entre los que se encontraba el Conde de Torres del Fresno. Ante la negativa de unos y otros, se adelantó Juan Contreras y, entendiendo que la viuda de Murube estaba necesitada de posibles y de ahí el ofrecimiento de parte de su ganadería, se ofreció como comprador.

No debió sentar nada bien aquella compra en su esposa, la muy rica Ascensión Martínez de Santa María y su solterona hermana, quienes nunca vieron bien el dispendio y aún menos el mezclarse con toreros y allegados, pues según cuentan las malas lenguas jamás pisaban La Giralda en los días en que por allí aparecían éstos para tentar las reses.

El precio que se fijó, vía telégrafo, para cada una de las vacas fue de 1.550 pesetas, y los cuatro novillos aprobados en tienta a campo abierto que habrían de ejercer de raceadores se fijaron en cuatro mil duros. En total, la operación ascendió a la nada despreciable cifra de 175.000 pesetas. Hay que recordar que estamos hablando de 1907.

Pero si curioso es el trato no lo es menos cómo se eligieron esos machos. Para ello, su sobrino Joaquín y José Durán, emisarios enviados por Contreras a la finca de Murube, contactaron con Juan Poyuela, vaquero de aquella casa al que ofrecieron a cambio de información privilegiada el puesto de mayoral en la nueva ganadería. De esa manera, los cuatro mejores novillos por nota acabaron en poder del ganadero extremeño. Sobre cuya base edificó su divisa  y su hierro. Base que sería tentada dos años más tarde por Manuel Mejías Rapela (‘Bienvenida’ en los carteles) en la cercana Jerez de los Caballeros. En cuya plaza los novillos ‘Aceituno’, ‘Manchonero’ y ‘Ratón’ tomaron nada menos que 33 puyazos a cambio de mandar a 13 pencos al desolladero.

«…para cada una de las vacas fue de 1.550 pesetas, y los cuatro novillos aprobados en tienta a campo abierto que habrían de ejercer de raceadores se fijaron en cuatro mil duros…»


 

En 1911 lidiaría sus primeros productos. El debut acaeció en Badajoz, concretamente el 14 de mayo. Dos días más tarde lidiaría en Almendralejo y el 8 de septiembre en Barcarrota y Badajoz, respectivamente. Al siguiente, en 1912, se presentará en Madrid. Lo hará en una novillada bien acogida por la crítica. Y ya ese año, el día de La Mercè, matará Joselito una novillada en Barcelona. Comenzando así un idilio que durará hasta la muerte del genial diestro sevillano.

Hasta qué punto le gustaría este ganado a Joselito que en 1914, al anunciarse por primera vez en Madrid junto a Belmonte, elegiría los toros de Contreras para ese evento. Y esa tarde, el Pasmo de Triana lidiaría en el  coso madrileño a ‘Tallealto’ como nunca antes se había visto lidiar a un toro con la muleta. Siendo esa faena la que cambiará por completo el concepto del toreo antiguo al moderno.

También de Contreras serían los toros elegidos para la inauguración de la Monumental de Sevilla. Aquella plaza nacida para ser la antítesis de La  Maestranza.

Sin embargo, cuando todo hacía pensar que los Contreras seguirían por muchos años en lo más alto de la pirámide ganadera, unos ruinosos negocios inmobiliarios del futuro Vizconde unido a la prematura muerte de Joselito en Talavera de la Reina, llevarían a Juan Contreras, obligado por su esposa y su cuñada, a tener que poner en venta su ganado. El cual iría a parar a manos de los Hnos. Sánchez Rico de Salamanca. Quienes se harían con el hato de ganado y el hierro.

Se ponía de este modo punto y final a una historia nacida del romanticismo de un aficionado cabal y daba a su vez comienzo otra historia. Puesto que en ese mismo año de 1920 llegaban a Los Bolsicos los tamarones que había comprado el Conde de la Corte. Quien así cogería el testigo de Juan Contreras como ganadero señero de estas tierras.