Muchas han sido las jornadas en que ha soñado el toreo en el vuelo de un capotillo mientras otro niño con idénticas aspiraciones le hacía de toro. Tardes de albero en las que imitar en Pardaleras aquello que veía mientras su abuelo mostraba el camino a quienes hoy son figuras del toreo. Horas de campo junto a su padre en tentaderos y entrenamientos con la meta fija en que llegase el día en que poder hacer todo aquello en la cara de un becerro. Y ese día ya alborea en un mañana al alcance de su mano. Suerte Ismael.
Ismael Jiménez ante su debut en público