MÉRIDA - Corrida de feria

Esfuerzo recompensado

0
1215

Alejandro Talavante sale a hombros de la plaza de Mérida después de expresar su tauromaquia con seis toros de Zalduendo, uno de los cuales de nombre ‘Taco’ fue indultado.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado toros de Zalduendo,de presentación y juego desigual. Destacando: 3º, ovacionado en el arrastre. Y 4º, de nombre ‘Taco’, que fue indultado.

ÚNICO ESPADA:
– Alejandro Talavante (nazareno y oro), oreja, oreja, dos orejas, dos orejas y rabo simbólicas, ovación y ovación.

INCIDENCIAS: Tres cuartos de entrada. Actuaron de sobresalientes Enrique Martínez ‘Capurra’ que quitó en el sexto y Fernández Pineda. En el primero saltó un espontaneo con proclama antitaurina que fue reducido.

A parte de la cuadrilla habitual de Alejandoro Talavante actuaron Manuel Larios, José A. Muñoz y Miguel Murillo. Miguel Cubero, Santi Acevedo y Manuel Izquierdo.

Talavante abandonando la plaza tras la pancarta de La Juventud Taurina. (FOTO: Alfonso Plano)

CLICK PARA IR A LAS SECCIONES
OPINIÓN

En peligro de extinción

GALERÍA GRÁFICA
OTRAS IMÁGENES

Antonio Girol.-

Abandonaba Talavante la plaza de Mérida rodeado de jóvenes que portaban una pancarta reivindicando la importancia de la juventud en los toros y me venía a la memoria esa vieja foto, inmortalizada en blanco y negro, en la que se ve a ‘Bombita’ saliendo en hombros de sus compañeros del coso madrileño y tras él un trozo de tela sujeta a dos palos en el que se le agradece en letras de molde su contribución como fundador del Montepío de Toreros.

El toreo a lo largo de su historia siempre ha estado provisto de espadas comprometidos, de una u otra forma, con el momento y las circunstancias que les ha tocado vivir. Alejandro Talavante es uno de ellos. Ya el pasado año apostó por la capital de Extremadura y su recuperación para la causa taurina y este año ha adquirido un compromiso mayor al aceptar matar en solitario la corrida en la que en un principio estaba anunciado en mano a mano con Morante de la Puebla.

La disposición que el torero evidenció durante todo el festejo es la prueba más palpable de ese vínculo de responsabilidad al que hacía alusión en el inicio de este crónica y que se puso de manifiesto desde el minuto inicial, cuando tras saludar una ovación desde el tercio enfiló el camino de los chiqueros para esperar a portagayola al primero de la tarde.

Si destacado, por novedoso, supuso ese recibo. No menos fueron las bulerías con las que epilogó la faena al tercero. Sí, han leído bien, las bulerías. Porque por ese palo se inspiró cuando cambió de espada y se arrancó a cantar mientras muleteaba al toro para cerrarlo en tablas. Cante que parecía predecir el que vendría en el siguiente. Y por partida doble. Primero, porque la faena a ‘Taco’, que así se llamaba el ejemplar de Zalduendo, fue de cante grande. Y cante, de cantada, el del presidente al conceder el indulto.

'Taco' embistiendo al ralentí en la muleta de Talavante. (FOTO: Alfonso Plano)

Cante grande.-

Sin duda lo mejor de la tarde se vio en ese toro. Sin lugar a dudas. Un animal que morfológicamente evocaba al toro mexicano y en su juego recordó a esos ‘saltillos’ de allende el Atlántico por su forma pausada de embestir. Se desplazaba con tal suavidad tras la bamba de la muleta que no precisaba Talavante de la necesidad de usar los toques. Un animal para soñar toreando al natural. Como así lo hizo el pacense en una sinfonía de pases de duración interminable por uno y otro pitón. Si eterno fue el cambio de mano que siguió a una talavantina haciendo que la música atacase con ‘Tercio de Quites’, no menos lo fue el redondo que le precedió. Faena de seda, propiciada por un torero enorme y un gran toro. Pero no toro de indulto. Al menos no para lo que yo entiendo que debe ser ese perdón porque si se fijan en ningún momento les he hablado de cómo fue la pelea en varas, por ejemplo. Y si bien es verdad que el astado sangró mucho, también lo es que precisamente por dejarse pegar en demasía gracias a su nobleza y no por su ímpetu empujando en el peto.

Estirándose en los derechazos al tercero. (FOTO: Alfonso Plano)

La otra gran faena de la corrida aconteció en el tercero, la del cante por bulerías. Temple en el juego del toro y más temple aún en las muñecas de Talavante que ligó por el derecho tandas de mucho empaque. Por el izquierdo volvió a dar una lección magistral de cómo debe ser el toreo al natural. Con lentitud y cadencia fue desgranando naturales en los que embarcaba las embestidas echándole los vuelos al hocico y rematando el pase más allá de la cadera, en un interminable muletazo que arrastraba los olés con el diapasón del tranco de la res, que fue despedida entre ovaciones al paso del tiro de mulillas .

Los más deslucidos.-

Primero, segundo y quinto resultaron los más deslucidos del encierro. Como quedó dicho más arriba, al que abría el festejo lo recibió a portagayola. Ya de salida, tras el saludo, cantó lo que iba hacer que no era otra cosa que buscar las tablas. Intentó sujetarlo Talavante en los medios, pero en cuanto vio un mínimo de escapatoria volvió a su querencia habitual, en donde le tuvo que estructurar la faena.

Por ‘Mentiroso’ obedecía el segundo, y bien que hizo honor a su nombre. Apretaba mucho por el derecho hacia dentro, y viendo este defecto el torero lo probó por el izquierdo. Por allí pasaba bien en el primer muletazo sin embargo después engañaba quedándose corto en las siguientes embestidas. No rompió nunca el toro hacía adelante encontrando enfrente a un torero que puso toda su voluntad por intentar extraerle el poco jugo que llegaba dentro. Como dicen que la primera oreja la da el público, el presidente se encogió de hombros y sacó el pañuelo, pero a decir verdad no fue faena de premio, no por falta de ganas del diestro sino porque esto del toreo, aún hoy, sigue siendo cosa de dos.

El quinto fue el vivo retrato de su hermano segundo. Agarrado al piso, que dicen en México, se frenaba a mitad de cada embestida haciendo que su lidiador tuviese que hacer uso de los toques precisos para que obedeciese a los engaños, hasta terminar por obligarle a meterse en su jurisdicción. Sonó la música – concretamente Nerva – en faena a tan a contra estilo y sonó tan a choteo como la voz que desde el tendido pedía con guasa un nuevo indulto.

Duró poco el sexto, y fue una pena, porque se abría una barbaridad en los compases iniciales y de haber tenido más durabilidad hubiésemos visto de nuevo el toreo grande de Alejandro Talavante. Aún así permitió que en las primeras series pudiésemos apreciar otra vez la calidad de zurda, dado el amplio recorrido que tenía el burel. Por el derecho era más suavecito y cogía los vuelos con mucho son. Lástima que se acabara tan pronto. Cómo lástima provoca que la feria taurina emeritense sea tan breve.

Su tauromaquia más personal. (FOTO: Alfonso Plano)

Ojalá el año próximo, coincidiendo con el centenario de su plaza de toros, podamos disfrutar de mayor número de carteles. Que así sea.


OPINIÓN

En peligro de extinción

Antonio Girol.-

No se trata del lince ibérico. Ni tan siquiera del leopardo de las nieves, el gorila de montaña o el rinoceronte de Java. No, ninguna de esas especies está en mayor peligro de verses extinguidas que las vueltas al ruedo.

Las primeras que vieron fenecer sus días fueron las de los toreros. De repente los espadas decidieron que si no llevaban un despojo entre sus manos no merecía la pena ir saludando a señoras que lanzan abanicos, ni a pesados que tiran gorras. Pensaron que lo único que hacia interesante verles las caras a todos ellos es si a cambio te podían ver la oreja (del toro) De modo que poco a poco las otroras multitudinarias vueltas al ruedo languidecieron y se cayeron de los balances de faenas. A lo sumo, alguna por ahí suelta en plaza de mucho tronío y tras bronca al presidente de turno por no conceder un trofeo.

Las siguientes en ser abolidas van a ser las de los toros. Al ritmo que vamos acabarán por ser un recuerdo en sepia. Aquí el toro que por su nobleza medio se deja tiene que ser inmediatamente indultado, olvidándose el respetable y los profesionales del ramo de la Tauromaquia que en el callejón tiran de moquero en actitud petitoria (léase toreros en excedencia o empresarios) que existe en la balconada de presidencia otro pañuelo más allá del naranja, el azul. Sí, ese que sirve para premiar a título póstumo a un buen astado. Porque se supone que el indulto, que es lo más, debería de estar reservado para un juego excepcional en los tres tercios.

«Las siguientes en ser abolidas van a ser las de los toros. Al ritmo que vamos acabarán por ser un recuerdo en sepia…»


Ahí entra el tercer misterio, no de Fátima sino del toreo actual. Que no es otro que apostar toda la lidia a la muleta. Quedando lo anterior en un mero trámite que pasar lo más rápido posible y sin prestarle la mínima atención. Normal que luego salga una cuadrilla como la de Castaño, que es un torero aunque por aquí no le hayamos visto ni el nombre, y se monta una algarabía cuando Tito Sandoval le da los pechos del caballo o los banderilleros forman un alboroto marcando los tiempos y dejándose ver en banderillas.

Mientras unos y otros sigan pensando que esta fiesta se sustenta solo en dar ciento diez mil muletazos, seguiremos con la misma imposición. Y todo aquello que se mueva con cierta boyantía y sin más ánimo que seguir la estela de una franela valdrá para ser padre al que echar sesenta vacas exprimidas a mantazos en la placita de tientas. No hay más.


GALERÍA GRÁFICA (ALFONSO PLANO)

Alejandro Talavante.

Brindis a Morante

Alejandro Talavante.

Alejandro Talavante.

Alejandro Talavante.

Alejandro Talavante.

Alejandro Talavante. Alejandro Talavante. Alejandro Talavante.
Alejandro Talavante. Alejandro Talavante.

Alejandro Talavante.

Alejandro Talavante. Alejandro Talavante. Alejandro Talavante.
Alejandro Talavante. Estocada simulada a 'Taco' Alejandro Talavante.
El Foro de la Juventud Taurina y Talavante

OTRAS IMÁGENES (ALFONSO PLANO)

Ortega Cano sin su pañuelo pro indultos Morante, genuino como él solo Diego Silvetti, representando al toreo mexicano
Blas Benítez, presidente del Club Tauirno de Mérida El gerente del Hotel Las Lomas y Fernando Esperilla con sus respectivas El perfil de la belleza
¡Queremos nuestra ración de indulto!