«El invento del twitter da también para otros usos. Por ejemplo para solidarizarse con los compañeros. Un poner, con Israel Lancho. Saben ustedes que el torero pacense recientemente denunciaba uno de los muchos trapicheos que se dan en el mundillo taurino…»
Antonio Girol.-
Decía mi abuelo que una cosa era predicar y otra bien distinta dar trigo. Algo así ocurre con ese nuevo vehículo de comunicación que responde por el nombre de twitter. Un invento muy de moda sobre todo entre los ases de la tauromaquia de este comienzo de siglo. Los cuales han encontrado en esta red social una manera sencilla de ‘humanizarse’, por llamarlo de algún modo. O lo que es lo mismo, de estar cerca de sus fieles pero sin tocarlos o mejor dicho: sin que les rocen. Ya que resulta mucho más aséptico comentar cualquier vicisitud de la temporada a través del iPhone que acudir, por ejemplo, a un acto organizado por una peña taurina.
Además por twitter pueden interactuar dando su opinión sobre un tema candente o haciendo retweet al partidario de turno que instantes antes ha loado la ‘imponente’ faena al quinto Zalduendo (por decir uno) de la tarde. Esto es infinitamente más cómodo que aguantar el coñazo (con perdón) de la gente con sus insistentes deseos de hacerse una foto con el móvil o los arrumacos en forma de besos de féminas o abrazos viriles precedidos de una ristra de golpes en la espalda. ¡Dónde va a parar! De ahí que cada día sea más complicado, por no decir imposible, ver a un espada, sobre todo a las figuras, en contacto directo con la gente de la calle. Esa misma que luego, por cierto, es la que pasa por taquilla para verles en la plaza.
Pero el invento del twitter da también para otros usos. Por ejemplo para solidarizarse con los compañeros. Un poner, con Israel Lancho. Saben ustedes que el torero pacense recientemente denunciaba uno de los muchos trapicheos que se dan en el mundillo taurino. Lo hacía en la SER, en el programa de Molés. No esperarían que lo hiciese en BADAJOZ TAURINA, por Dios…Ya saben que en esto del toro seas capitán general o soldado raso lo que de verdad priva es ‘lo nacional’. Algo de lo que ya hemos tratado en más de una ocasión en estos comentarios de opinión, para que vamos a darle más vueltas.
Pero volvamos al tema que les traía a colación: el de las redes sociales y su nueva variante solidaria. Les comentaba que recientemente he comprobado cómo algunos compañeros de Lancho se han solidarizado con él mostrándole todo su apoyo tras la referida denuncia pública de no actuar en Méntrida por negarse, como buen criterio, a aceptar cobrar por debajo de los mínimos que marca el convenio (Ojalá le hubiese asistido este mismo celo hace algo más de un año y hoy la afición de Fregenal de la Sierra podría continuar viendo toros en directo por San Mateo)
Papel destacable en cuanto les digo han tenido las figuras a través de sus mensajes que les han valido a su vez el aplauso del ‘tuitendido’ en forma de RT (siglas de retweet, para los no iniciados) En ese punto es cuando me ha venido a la memoria el recuerdo de mi difunto abuelo con su famosa frase que abría estas letras. Y me he dicho, qué bueno sería que en lugar de tanta solidaridad twettera estos mismos primeros espadas decidiesen no acudir, por ejemplo, a las plazas de tercera en pleno auge de la temporada o permitiesen que se abriesen esos carteles tan repetitivos, y así toreros del estilo de Israel Lancho pudiesen entrar en ferias como la de Badajoz, sin ir más lejos. En la que por cierto en 2011 triunfó cortando dos orejas a toros de Luis Albarrán y desde entones no ha vuelto. O el propio Javier Solís, que no se me olvida que se alzó con todos los trofeos en liza en ese mismo ciclo sanjuanero y tampoco ha tenido oportunidad de repetir por aquello de que cada vez hay menos fechas y las que existen están copadas con el sota, caballo y rey al que nos tienen tan acostumbrados.
Seguro que de llevarse a cabo tan ‘solidaria’ acción igual no tenía, por ejemplo Lancho, que acudir a pedir una oportunidad a las puertas de Madrid para enfrentarse a los Palha por poco más que un donativo. Eso sí sería digno de mención y de mi aplauso, y no esos mensajitos de apoyo que llevo observando estos últimos día prendidos en la famosa nube.