Rubén Lobato, con cuartro orejas, y Luis Manuel Terrón, con dos, salen a hombros de la plaza de Barcarrota en la tarde en que debutó en público el rejoneador Pablo Romero. (GALERÍA GRÁFICA EN EL INTERIOR)
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Antonio Girol.-
Cuando a las siete en punto afloraba en la meseta de presidencia el pañuelo que avisaba del inicio del festejo aún entraba gente en el tendido de sombra. Entre los que ya estaban sentados y los que iban llegando al final se cubrió casi la mitad del aforo del coso barcarroteño, que si tenemos en cuenta el poco tiempo del que dispuso la empresa para anunciar el evento y el hecho de celebrarse en domingo, no deja de ser una buena noticia.
Como lo es también el buen aire que tiene Rubén Lobato, novillero pacense que ha tenido que foguearse en el lado duro de la veta del toreo y ante astados de mucha barba. De ahí que los dos (luego serían tres) oponentes a los que hoy se ha tenido que enfrentar le habrán parecido un tentadero con público. Está preparado el joven para empresas mayores que a buen seguro llegarán en fechas venideras y lo ha demostrado en dos actuaciones de distinto calado.
A su primero le supo plantear una faena en la que economizó perfectamente las pocas fuerzas que tenía el eral. Midió con inteligencia las embestidas que podía regalarle el de Navalrosal y ya en banderillas ahorró un esfuerzo al clavar en un dos por uno el segundo y tercer par. Primero al violín y después cuarteando aprovechando la inercia que traía el astado.
Tras brindar a miembros de su peña se hincó de rodillas y comenzó a torear en redondo para rápidamente percatarse de la poca cooperación que así iba a tener de su antagonista y continuar, ya de pie, a media altura. De esa forma, con mimo y mucho temple, ayudando siempre al novillo, le fue enjaretando una faena en la que siempre le llevó embebido en la muleta. La siguiente serie tuvo el prólogo de un par de molinetes con los que enganchó una tanda de redondos que finiquitó con un desplante. |
Cambió de estoque y cerró al eral con manoletinas para después irse tras la espada con fe y dejar una estocada en lo alto que tiró al animal sin puntilla. Le pidieron con fuerza las dos orejas que le fueron concedidas desde el palco.
Era prácticamente de noche cuando salió de chiqueros el quinto, que de lejos fue el mejor novillo de la tarde. Aunque igual de chico que sus hermanos, sin embargo tuvo movilidad y raza suficiente para perseguir sin descanso los trastos de Rubén Lobato, que lo había saludado con un farol a portagayola seguido de un ramillete de verónicas rodilla en tierra. Quitó Terrón en este novillo por tafallera que encontraron la réplica de unas lopecinas por parte de Lobato.
Una vez más volvió a estar sobrado en banderillas, en especial en el par al violín con el que cerró el tercio. Rodilla en tierra inició también este segundo trasteo después de brindar a unos amigos. Si al anterior le había enjaretado una faena de especial mimo, a este le supo aplicar la tauromaquia que precisaba, ya que el animal tenía muchos pies y era codicioso, ganándole la partida a base de mando y temple. Maneja bien la mano izquierda, y no solo a la hora de empuñar la espada, como quedó demostrado en las series de naturales que enhebró con el trazo largo de los vuelos de su muleta. Epilogó su labor con una serie de ayudados que remató por bajo y volvió a tirarse arriba para dejar una estocada casi entera. Dos nuevas orejas fueron a parar a su esportón, de un novillo premiado con la vuelta al ruedo póstuma.
Sobrero de regalo.-
Quiso la empresa regalar el sobrero que lidió también Lobato como máximo triunfador del festejo. La verdad es que poco se puede reseñar de este novillo y de esta lidia dada la escasez de trapío del ejemplar. Simplemente agradecer el gesto del premio y poco más.
Luis Manuel Terrón llegaba a Barcarrota con la ilusión propia del novillero que quiere sumar festejos que le sirvan de preparación de cara al futuro, sin embargo ninguno de los dos novillos que le tocaron en suerte le han permitido estar a gusto y eso se ha visto traducido en su semblante en la plaza.
Su primero, tercero de lidia ordinaria, tenía muy poca fuerza aunque se desplazaba con cierto ritmo, lo que aprovechó el de Higuera de Vargas para cambiarlo por la espalda en la boca de riego tras brindar al público. Faena de mucha suavidad en la que tuvo que pulsear casi acariciando las embestidas del eral, hasta el punto de perder en una ocasión los trastos en un desarme. Probó por el izquierdo y en la segunda serie consiguió enjaretar los mejores naturales de su actuación por hondura, largura y temple en los vuelos. |
No estuvo acertado con el acero al pinchar en dos ocasiones antes de dejar media delantera que precisó de un certero golpe de verduguillo. Ovacionado tras el arrastre de su oponente fue obligado a dar la vuelta al ruedo.
Tampoco estaba sobrado de fuerzas el sexto, que cuando salió a la arena ya era noche cerrada. Poco pudo lucirse en el capote y con la muleta tuvo que andar perdiéndole pasos para poder hilvanar los pases a media altura para evitar que se le cayese. Estuvo eso sí inteligente a la hora de dar tandas cortas que remataba por alto, con lo cual dejaba al animal tomar oxígeno para de ese modo aprovechar las mermadas facultades físicas de su oponente. Probó a intentar torear al natural pero por ese pitón se quedaba más corto el de Navalrosal, protestando en el engaño, por lo que optó por seguir con la diestra. Mató de media delantera y en reconocimiento a su esfuerzo fue premiado con dos orejas.
El festejo lo había abierto el debutante Pablo Romero, que lidió dos novillos de Hdros. de Bernardino Píriz, de desigual juego. Siendo el segundo, cuarto de lidia ordinaria, muy bueno, y más soso el primero. A ambos los paró con la yegua Zarina, con la que colocó rejones de castigo con desigual suerte. Ya he dicho que el rejoneador de Torre de Miguel Sesmero debutaba con lo que ello conlleva de nervios y a su vez de bisoñez lo que se tradujo en que alargase en demasía sus faenas. Le queda un amplio camino que recorrer tanto a nivel artístico como de doma. Tiene una cosa buena y es que posee un caballo, Batista, que tiene sangre torera y le va a valer para ir aumentando en confianza. Ojalá que la próxima vez que le vea en el ruedo esté más suelto porque ese sí será momento de sacar conclusiones y no hoy que serían del todo precipitadas. |
GALERÍA GRÁFIA (GALLARDO) |
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Nota.- Por un problema de escasez de luz natural, al alargarse el festejo, nos ha sido imposible poder servirles más fotos de las segundas faenas de Rubén Lobato y Luis Manuel Terrón.
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OTRAS IMÁGENES (GALLARDO) |
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