Nada tendría sentido en la fiesta sin la alquimia del campo bravo. Por eso hemos acudido a la ganadería de Arcadio Albarrán para comprobar cómo seleccionan a esas madres que riegan de raza las tierras de ‘Pedro Martín’ (AMPLIA GALERÍA GRÁFICA EN EL INTERIOR)
Antonio Girol.-
Cálido y lene, el sol desparrama sus rayos por las centenarias encinas que pueblan ‘Pedro Martín’. En la sombra angulosa de sus tupidas copas aparecen recortadas las figuras enhiestas de los cuatreños de saca. Toros armónicos, negros y burracos, que miran con apacible nobleza el paso de los coches que dejan tras de sí una estela de polvo rompiendo el equilibrio del silencio con el rotor de sus motores.
En lo alto de una suave loma descansa el cortijo con su porche encalado, las plantas que amorosamente cuida la matriarca de la familia y los azulejos que recuerdan a aquellos astados que dejaron su impronta de bravura en una casa y un apellido ligado al toro bravo desde siempre.
Es día de tentadero. El último de la temporada. D. Arcadio nos da la bienvenida, ataviado con su inconfundible sombrero de ala ancha; todo bondad en el saludo, la misma que tan bien ha sabido legar en sus hijos (Arcadio, Manuel y Jaime).
Mientras esperamos a que David Mora y Diego Ramos terminen de vestirse, conversamos imbuidos por los conocimientos de los ganaderos y la paz que destila el campo bravo solo rota de cuando en cuando por el agradable piteo de algún toro, que se pierde buscando las abigarradas casas que a lo lejos dibujan en blanco a Higuera de Vargas sobre el tapiz verde del valle del Táliga.
Es la hora…sobre la recoleta plaza de tientas se abren los capotes para saludar a la brisa que acude silbando entre las hojas a presenciar la tienta. Seis eralas esperan en los corrales. En los burladeros David y Diego para probarlas. ¡Suerte, señores!, ¡vaca!…
TENTADERO EN ARCADIO ALBARRÁN. FOTOS: J.Mª BALLESTER. |
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Pero si hay algo importante en una tienta es la prueba del caballo. En esta casa pica el hijo mayor, que tira el palo como sigue… |
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