Los inquilinos del Palco niegan la segunda oreja a Ambel Posada y Oliva Soto, a pesar de su buen hacer en la plaza. Aun así, desaveniendo al Reglamento, la afición quiso que abandonasen la plaza en hombros.
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Antonio Girol.-
Con un par…de orejas, se suele salir por la Puerta Grande de la mayoría de plazas, salvo de la de Higuera la Real, donde al Sr. Presidente, con la preponderancia de su inflexible asesor taurino se les antojó ponerse cicateros.
Con un par…de toreros en hombros, a los que un grupo de aficionados sacaron en volandas, contraviniendo el reglamento en señal de protesta, se terminaba un festejo en el que, curiosamente, solo se cortó un par de orejas, o lo que es lo mismo una y una.
Y es que hay que tener un par…de aquello que dijese el ex – ministro Trillo, para negarle a Santiago Ambel Posada la segunda oreja del primer toro de la tarde, por ejemplo.
Pero vayamos por partes, y así puede que ustedes entiendan mejor el devenir de los acontecimientos…
Caldo de cultivo.-
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Faltaban escasos minutos para que sonase el clarín que anuncia el inicio del paseíllo y en el recoleto patio de caballos el lío que debería ser de capotes de paseos alrededor de las chaquetillas se tornó en lío de los del otro palo. Y ello fue así por las diferencias entre los dos rejoneadores a la hora de abrir plaza. Ninguno se ponía de acuerdo, y ninguno quería ser el abanderado del festejo. Porfía, obcecamiento, empecinamiento… En estas, el Asesor Taurino y el Presidente que invitan, a unos y otros, a tomar una decisión rápida, y ahí es cuando surge el choque con alguna voz más alta que otra. |
Al final, viendo el ofuscamiento reinante, y en pos de dar una solución al enquistamiento, Santiago Ambel Posada decide ir él por delante para que la cosa no pase a mayores, empeñándose los rejoneadores en actuar en tercer y cuarto lugar. Así, porque yo lo valgo, como la del anuncio. De locos.
La antigüedad de los carnets, el orden de lidia establecido, y anunciado en el cartel…Todo eso, por lo que se ve es papel mojado. Cabría preguntar a los inquilinos del palco que tan puntillosos y rígidos se comportaron durante el festejo, por qué en ese tema fueron tan laxos y cedieron a la presión. Cuanto menos resulta raro, por no decir chocante, el comportamiento posterior… Que cada cual extraiga sus propias conclusiones.
Gustándose. Gustando.-
Les decía yo más arriba que hay que tener un par bien puestos para negarle la segunda oreja, la que hace par, a Santiago Ambel Posada. El cual había recibido al primer berrendo en negro del encierro con un puñado de verónicas cadenciosas. El toro que había hecho de salida cosas de bueno, como rematar abajo en los burladeros, y colocar muy bien la cara, llevó a gala esa bondad en el último tercio, en el que Ambel estuvo magistral.
Hacía tiempo que no veía a Santiago torear tan relajado, tan a gusto, tan entregado, con tanta plasticidad en cada uno de los muletazos que componían las tandas. Muy inteligentemente había iniciado la faena a media altura, con suavidad, para ir haciendo al toro, que tenía tanta nobleza como escasez de fuerzas. Sin embargo, el pacense supo administrar perfectamente las embestidas, y ya en la segunda serie hizo que la música atacase el pasodoble. Se cambió la muleta de manos y por el izquierdo, tras una primera de tanteo, en la que se sucedieron los naturales de uno en uno, comenzó a mecer la franela con relajación extrema consiguiendo enaltecer al respetable con la serie al natural que desgranó sobre el albero higuereño. |
No quedó ahí la imponente faena, porque de nuevo volvió al derecho, y el gusto y la relajación se hicieron otra vez patentes, para proseguir con un sensacional cambio de manos a emborracharse él, y los presentes, con su toreo al natural por debajo de la pala del pitón. Epilogó su obra por ayudados y se fue tras la espada para dejar una estocada entera, algo desprendida.
Los tendidos se poblaron de pañuelos, y cuando todo el mundo daba por cortadas las dos orejas, el del Palco, por recomendación de su Asesor, se hizo el duro y sacó un solo pañuelo. Viniendo a decir aquello de: “aquí mandamos mi ‘colega’ y un servidor, y ustedes no tienen ni…” O tal vez tenían aún fresca la controversia del patio de cuadrilla y querían, amparados por la autoridad del sitial, demostrar los galones que no habían sido capaces de imponer abajo. ¿Quién sabe?
Con tinte de Oliva.
Salió el segundo, berrendo en castaño, más basto que su hermano, y con poquitas fuerzas. Lo paró Oliva con unas cuantas verónicas sin mucho ajuste, que dejaron al público con la miel en los labios. Quiso resarcirles en el quite, pero solo pudo dar un delantal y una media, en vistas del poco fondo que tenía el animal.
Con mucha suavidad desgranó muletazos a media altura, que no terminaron de enganchar al público. Conforme se sucedía la faena, el toro se fue poniendo cada vez más molesto, tirando gañafones, acortando el viaje y defendiéndose. Oliva, muy voluntarioso, hizo el esfuerzo de seguir buscándole las vueltas hasta que el animal se rajó y se fue a tablas, donde intentó sacarle algunos muletazos bajo los sones de Domingo Ortega, sin embargo al rajado berrendo ni aunque hubiese resucitado el paleto de Borox le habría podido plantear faena, y menos Alfonso, que no es torero fajador, sino fino estilista. |
Mató de casi entera cruzada tras infinitas probaturas, y el Presidente aun a pesar de la petición, y de que la primera se concede a petición del público, declinó otorgar premio alguno. La bronca fue de órdago, recrudeciéndose tras terminar el camero de dar la segunda de las vueltas que dio al ruedo.
Los rejoneadores a escena.-
Llegaba el turno de los rejoneadores, que incomprensiblemente iban a actuar en medio del festejo uno tras del otro. Salió en primer lugar Luis Valdenebro montando a ‘Bailarín’, con el que clavó, con buen criterio, un único rejón de castigo. Cambió de cabalgadura. Optó por ‘Escondido’, con quién templó, de costado, magníficamente el buen tranco del astado, para posteriormente dejar una banderilla en lo alto, abriendo mucho el compás en la batida. Clavó otra más, yendo muy de frente a la reunión. Nuevo cambio, y ahora saca a ‘Alegre’, encintado con los colores de la bandera española, equino que destaca por las piruetas. Durante toda la faena dio muestras de ser un gran jinete, joven y con proyección. En el último tercio ‘Delfín’ se ajustó para que Luis clavase cortas y dejase un rejón trasero, cuya mala colocación sumada a la deriva que había cogido la tarde, solo encontraron la recompensa de la vuelta al ruedo. |
Verde, color esperanza.-
Era la hora de Lea Vicens, rejoneadora francesa bajo protección de D. Ángel Peralta, y no vean cómo la protege porque buena parte del ruido inicial llevó la firma del ‘Centauro de la Puebla’. Tiene la amazona buen porte, parece como si fuese cosida a la silla, y se le nota valentía. Le falta, eso sí, madurez que es algo que se adquiere toreando. A su antagonista lo paró con ‘Samurai’, con el que puso rejones de castigo con desigual fortuna. Comenzó el segundo tercio con ‘Gacela’. Sin embargo, con el caballo que logró los mejores momentos de su actuación fue con ‘Bético’, de capa negra, a lomos del cual dejó dos buenas banderillas ejecutadas al violín. |
Evidenció una excelente monta tanto con éste como con ‘Desafío’, con quien continuó su actuación. Para matar tiró de ‘Indio’, y le costó un mundo atronar al ejemplar de Jódar y Ruchena. Después de varios rejones, de defectuosa colocación, tuvo que hacer uso del verduguillo. El público le agradeció el valor y las ganas premiándole con una ovación que se convirtió en vuelta al ruedo, de veloz ejecución.
Despacito, muy despacito…-
Tras el intermedio equino, volvió el toreo a pie. Por chiquero salió el Nº. 50, berrendo en castaño, cortado por el mismo patrón que su hermano de pelo. Lo paró Ambel Posada a cámara lenta mediante un ramillete de cadenciosas verónicas. El animal, suave y acompasado, se deslizó en el capote siguiendo los vuelos para quedarse colocado en el centro del platillo.
Anduvo la cuadrilla muy bien con este toro, tanto Fernando González en la brega como Fini y Perico con los palos. Brindó el matador a sus mentores y dio inicio a la faena por alto, destacando el remate por bajo con el que cerró esta serie de tanteo.
A diferencia del primero, a este toro había que atacarle porque no tenía el tranco que el anterior, y así lo entendió Santiago que le planteó una faena llegándole mucho, animando con la voz y buscando la forma de provocarle las embestidas. Con mucha despaciosidad fue enjaretándole las series, por ambos pitones, con mucha limpieza. Sin embargo, la sosería de la res restaba méritos al esfuerzo, haciendo que éste no tuviese calado en los tendidos por falta de transmisión. Perseverante, Posada, echó los restos en busca de esa transmisión que no terminaba de llegar y que solo en algunos naturales sueltos consiguieron prender la mecha de las pamas. Epilogó por ayudados por alto a dos manos, para luego pinchar tirándose arriba. Hubo de usar el de cruceta para finiquitar al de Ruchena, y tuvo que conformarse con dar una vuelta al ruedo. |
Quedó en un susto.-
El sexto era del grupo de los berrendos en negro, y sin ser malo no fue todo lo bueno que los de su capa. No hubo ajuste entre Oliva y el toro en el saludo de capote más que en la revolera que abrochó la serie.
Sin probaturas citó con la muleta más allá de las rayas de picar y con la derecha sacó una tanda en redondo, en la que el toro repitió, sin embargo adoleció de clase al tirar un molesto cabezazo al final del viaje. Atacó la Banda con Nerva, y ni por esas la faena terminó de ganar en intensidad y acople. Por el izquierdo sacó algunos naturales sueltos de bella factura, pero sin llegar a encandilar al respetable. Conforme se sucedían los pases, el animal se fue quedando cada vez más corto en sus embestidas, y así sobrevino la cogida que puso el ¡ay! y los vellos de punta en la plaza. |
De manera fea, el pitón derecho de la res se colaba por el pecho hasta llegar a la axila, y durante unos segundos, angustiosos y de muy mal recuerdo, dejaba prendido en el aire a Oliva Soto. Afortunadamente todo quedó en un fuerte varetazo en el pecho, la camisa hecha jirones así como la manga de la chaquetilla donde el cuerno hizo presa. Unido a un corte en la mano que fue taponado con una venda para que el torero continuase toreando y, de esa forma, cuadrase al astado para, tras pinchazo inicial, dejar entera tendida. Quiero creer que sensibilizados por el percance, que afortunadamente quedó en un susto, los del Palco sacaron el pañuelo para conceder la segunda y última oreja de la tarde. Aquella que hacía par.
GALERÍA GRÁFICA de GALLARDO |
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GALERÍA DE CUADRILLAS. FOTOS: GALLARDO. |
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OTRAS IMÁGENES. FOTOS: GALLARDO. |