La mejor manera de medir la bravura de una res es tentándola a campo abierto, sin puertas ni tablas que sujeten al valor. Es la pureza extrema: hombre, caballo y toro unidos en la dehesa por el hilo de la bravura. Como en este reportaje en La Cercada, la finca de Miguel Moreno Zapata.
Antonio Girol.-
Alborea la mañana en ‘La Cercada’ cuando el trino de los pájaros se confunde con el rotor de los motores de los coches que se acercan hasta el corredero. Desde los remolques las cabalgaduras observan a los novillos, que plácidamente descansan en manada junto a una parada de pacientes bueyes. Poco a poco, sin prisas, garrochistas y acompañantes, perfectamente ataviados para la ocasión, van llegando y reciben el recio saludo campero de Miguel Moreno al que acompaña D. Gregorio Moreno Pidal, su padre y máxima institución del rejoneo extremeño.
Dejado atrás los saludos es la hora de probar la bravura a campo abierto. Es la hora de probar a los caballos y de probar a los jinetes. Segundos antes, una oración sale del grupo rumbo a un cielo despejado que se recorta en purísima con el oro de los rayos de sol que, aún tímidos, asoman tras los cerros. Al otro lado del corredero la manada aguarda para que uno a uno vayan saliendo los novillos del hierro de El Marqués de Villalba de los Llanos a favor de querencia, en busca de esa aguas lacustres que como en un espejo reflejan encinas preñadas de incipientes bellotas. Y tras de ellos, dos hombres y dos caballos, a galope, para demostrar que la bravura es el único misterio insoslayable que nos queda… Así es una tienta en ‘La Cercada’, en casa de Miguel Moreno Zapata; pero mejor que estas torpes palabras es apreciar la grandiosidad de las fotos de Gallardo. |
BRAVURA A CAMPO ABIERTO. FOTOS: GALLARDO. |
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…Y tocó el turno de quemar a las reses con la muleta. |
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Epílogo… |
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