Dicen que es de bien nacido ser agradecido. En la novillada del pasado lunes, Rafael Cerro se acercó a las tablas, pidió el micrófono de Canal + Toros y con un lacónico, a la par de emotivo: «No hay palabras. Maestro, le quiero mucho», brindó la muerte del primer novillo a su apoderado y mentor José Ortega Cano, que en esos momentos se debatía entre la vida y la muerte en un hospital sevillano. He aquí el momento del brindis.
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