Santiago Ambel Posada inicia su temporada en Esparragalejo cortando cuatro orejas y demostrando que se encuentre en el punto exacto de maceración como torero. (GALERÍA GRÁFICA DE ALFONSO PLANO EN EL INTERIOR)
Antonio Girol.-
Dicen que la cara es el espejo del alma. Me lo creo y aún más viendo en las últimas fechas la de Santiago Ambel Posada. Relajado, con el semblante sonriente y a gusto consigo mismo. Se nota que ha habido un cambio para bien en su vida, y que en la temporada del guarismo 11 tiene depositadas todas sus esperanzas para demostrar definitivamente que tiene un sitio importante en la historia de la tauromaquia, tal y como demandan su apellido, su estirpe, pero sobre todo sus formas e impronta taurina. |
Lo que adivinábamos viendo ese rostro sereno se hizo presencia en la tarde de ayer en Esparragalejo, su primera cita con el toreo. Daba igual si la plaza era portátil o si el tiempo barruntaba agua porque la determinación era la apropiada para el triunfo. Y éste llegó, no tenía más remedio que ocurrir así porque se daban los condicionantes precisos para que ocurriese.
Templado, muy asentado de plantas, con la barbilla enterrada y descargado de riñones, con pellizco…Fue desgranando muletazos por ambos pitones hasta calentar al público que, olvidándose de paraguas y chubasqueros, no dejaban de jalear al pacense.
Al final, cuatro orejas. Sin embargo el número de apéndices es lo de menos, porque lo realmente importante fue la predisposición, las ganas y el futuro que se le abre por delante. Puede ser su año y Santiago lo sabe…
AMBEL POSADA EN ESPARRAGALEJO. FOTOS: ALFONSO PLANO. |
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