El gesto de invitar a su casa a once chicos de la Escuela, para que disfrutasen con las embestidasd de seda de sus vacas, engrandece aún más la figura de un torero que es referente de una Escuela en la que inició sus primeros pasos.
Antonio Girol.-
El refranero español, siempre tan recurrente, a la par que denostado, habla de que es de bien nacido el ser agradecido. Y algo de ello hay en la siguiente historia. Antonio Ferrera hizo sus primeros garabatos taurinos en aquella Escuela, que surgiese en el seno del Club Taurino Extremeño, allá por 1986, y que más tarde al albur del Patronato de Tauromaquia se ha convertido en un auténtico vivero de promesas toreras. Aunque luego, dada su precocidad y su prodigiosa carrera, volara en solitario, jamás ha borrado de su memoria aquellos pasos iniciáticos. Por eso, es habitual que cada temporada reserve unas eralas para que la Escuela venga a tentar a su casa. Y de paso pulsar cómo está la cantera de toreros y darles ánimos para seguir en esta dificíl lucha.
Y así ocurrió el pasado viernes, cuando once jóvenes aspirantes a toreros fueron invitados a ‘Las Carboneras’ para tentar. Acudieron junto a Luis Reina que dirigió con maestría a los chavales. Indicándoles en cada momento a la vaca que tenía que salir y cómo debían instrumentar la lidia. Mientras Antonio Ferrera, orgulloso, les jaleaba con entusiasmo, insuflándoles aún más energías y ganas de las que ellos ya traían de casa.
La tienta resultó fructífera, tanto por el desarrollo artístico como por el juego de las tres eralas y la añoja, que fueron excepcionalmente bravas. Así la primera tuvo además nobleza. La segunda, motor y codicia. Y la tercera, mucho tranco. Así como la añoja una clase y una suavidad inmejorable para el toreo.
En definitiva, una tarde de viernes para el recuerdo, que demostró la gran humanidad de un torero, Antonio Ferrera, que no olvida sus comienzos.
LA TIENTA EN IMÁGENES. FOTOS: GALLARDO. |
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